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26abr16
El gobierno del MAS se hunde en un mar de mentiras
El gobierno del MAS ha perdido tres elecciones consecutivas desde 2014 porque las grandes mayorías, sobre todo urbanas, ya no creen en el "proceso de cambio". El régimen ha perdido el respeto y la confianza de la gente por la escandalosa corrupción, el despilfarro irracional de los recursos públicos y sobre todo porque las tres autoridades de mayor rango, el Presidente Evo Morales, el vicepresidente Álvaro García Linera y el ministro de la Presidencia Juan Ramón Quintana, le mienten al pueblo de manera descarada.
El Presidente Evo Morales, la máxima autoridad del Estado, declaró que su hijo Ernesto Fidel había muerto, pero se confirmó que el menor está vivo; luego dijo que no veía a la madre del niño, Gabriela Zapata, desde 2007, pero lo fotografiaron abrazándola en el carnaval de Oruro de 2014. En menos de 15 días el mandatario mintió dos veces y ni se ruborizó, quizá porque se le ha hecho costumbre faltar a la verdad. Recuerde el lector que durante la Asamblea Constituyente Evo Morales prometió que solo gobernaría dos periodos consecutivos, de 2006 a 2009 y de 2010 a 2015, pero rompió su palabra y hoy ya ni siquiera se conforma con su tercer mandato hasta 2019 y quiere quedarse en Palacio hasta 2025.
El Presidente del Estado Plurinacional es un mitómano compulsivo, y el segundo hombre del gobierno no se queda atrás. Álvaro García Linera, el intelectual más importante del MAS, hacía gala de su sapiencia y de sus 20 mil libros, se ufanaba de sus títulos académicos en Matemáticas y Sociología, pero nada era verdad. ¿Si el vice le miente al pueblo en estas nimiedades, qué será cuando se refiere a los asuntos estratégicos del Estado, como por ejemplo la desarticulación de una "banda terrorista" en el hotel Las Américas?
El tercer hombre más poderoso del gobierno, el ministro de la Presidencia Juan Ramón Quintana, está haciendo méritos para ganar el campeonato de mitómanos. Quizá ostente la peor reputación del gabinete de Morales, pero él como nadie se ha ganado la confianza del jefe supremo y gobierna en las sombras. Como militar formado en la Escuela de las Américas, es experto en falsear la verdad o "marear la perdiz", como se dice vulgarmente, manipulando hechos o interpretando sucesos de la manera más torcida. El ex militar entrenado para combatir a la insurgencia se explayó en la guerra contra los indígenas del TIPNIS y muchos lo acusan de haber planificado la masacre de Porvenir en Pando. El capitán Quintana salió bien parado de todas sus batallas, pero se enfangó en su última misión, intentando salvar al jefe supremo de un simple lío de faldas.
El ministro Quintana armó un show para disimular el descarado enriquecimiento de una amante del Presidente; siendo él uno de los principales cerebros de las fuerzas de inteligencia del gobierno, juró y re juró que no conocía a Gabriela Zapata, que no sabía que la dama negociaba contratos irregulares con el Estado en oficinas de su ministerio. Zapata y la ex directora de gestión social del Ministerio de la Presidencia evidenciaron que Quintana sabía todo, es más, de alguna forma toleraba y encubría los ilícitos de la ex novia del jefe porque la mujer alborotaba sus "hormonas amazónicas", sobre todo cuando ella le escribía chats llamándolo "mi rey".
Quintana aseguró que la historia de los "chats calientes" es una patraña del imperio y con mucho aspaviento entregó uno de sus teléfonos celulares a la Fiscalía para que investigue. Fuentes de la Fiscalía informaron a la prensa que el ministro entregó un celular corporativo con dos chips (con dos números) y dijo que usa otro aparato con número 71566499. Además, notificó la pérdida de otro celular con número 73074780.
El abogado de Zapata, Eduardo León, aclaró que el ministro chateaba con su cliente utilizando un teléfono con el número 72062606, al que Quintana nunca se refirió. El periodista Carlos Valverde publicó en su muro de Facebook que el celular 72062606 está registrado a nombre del Ministerio de la Presidencia. El diario Página Siete reveló que el teléfono fue desactivado a las 15:45 del 7 de abril, es decir 15 minutos antes de que Quintana se presente a declarar ante la comisión de fiscales que investiga el caso de tráfico de influencias que involucra al Presidente Evo Morales.
Mentiras y contradicciones
Desde que se conoció que el Presidente Morales y la ex gerente comercial de la empresa china CAMC Gabriela Zapata tuvieron una relación íntima y concibieron un hijo, el gobierno del MAS se ha empeñado en ocultar al niño. Al principio, Evo y sus ministros aseguraron que el pequeño había muerto y después afirmaron que nunca nació.
Morales admitió que conoció a Gabriela Zapata en 2005 y que mantuvo una relación sentimental con ella: "La verdad, era mi pareja y en 2007 tuvimos un bebé y lamentablemente, nuestra mala suerte, ha fallecido, tuvimos algunos problemas y a partir de ese momento nos distanciamos", dijo el jefe de Estado y toda su corte de ministros repitió el libreto.
De pronto, la investigación del presunto tráfico de influencias se fue diluyendo y pasó a primer plano, como un asunto de interés nacional, el intento manifiesto de hacer desaparecer definitivamente al hijo de Zapata y Evo. Entonces apareció el Fiscal General del Estado en persona asegurando que el hijo de Evo nunca existió y que Zapata presentó un certificado de nacimiento falso para obtener beneficios personales.
Sin embargo, varios documentos prueban que el hijo de Evo y Gabriela nació el 30 de abril de 2007, entre ellos un análisis de ADN, una ecografía, el testimonio en el que Evo reconoce a su hijo y comprobantes bancarios del pago de una pensión mensual de 100 dólares hasta 2010. Habiendo tantas pruebas, ¿por qué Evo Morales se empeñó en negar la existencia del niño? ¿Por qué el ministro Juan Ramón Quintana habría presionado a Zapata para que diga que su hijo está muerto? Simplemente porque el hijo perdido de Evo es la prueba física del delito; por eso lo ocultaron desde el principio, luego lo dieron por muerto y se empeñaron en hacerlo desaparecer.
"Al gobierno se le está cayendo el discurso, trataron de decir a la opinión pública que como no había hijo no había tráfico de influencias, pero está claro que una vez la señora Zapata presentó ante la jueza del menor al niño y se hizo un examen de ADN (para comprobar la paternidad del mandatario) se puede destruir esta argumentación", opinó el senador opositor Oscar Ortiz.
Ahora se entiende porqué el Presidente, el vicepresidente y todos los ministros se enredaron con sus propias mentiras intentando negar la existencia del hijo de Morales: no sabían cómo justificar que la empresa china CAMC, cuya gerente comercial era la ex novia del Presidente, haya obtenido por vía directa y sin licitación contratos con el Estado por casi 600 millones de dólares.
La corrupción carcomió al gobierno del MAS
El gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS) está en proceso de descomposición interna acelerada y ha ingresado en una fase de decadencia, al parecer, sin punto de retorno, coincidieron los analistas e investigadores Diego Ayo, Fabián Yaksic y Ricardo Calla en el programa Cabildeo conducido por la periodista Amalia Pando.
"La corrupción se comió al MNR, se comió al MIR y se está comiendo al MAS" -evaluó Amalia Pando- y el efecto inmediato es que Evo Morales ya no es el mismo de hace un año porque "antes lo aplaudían y ahora lo silban donde va".
Según Yaksic, el MAS no se está cayendo, pero está en franca descomposición ética, política y moral. "Las propias encuestas oficialistas evidencian que por primera vez el gobierno tiene mala imagen; antes tenía más de 70% de aceptación, pero ese porcentaje ha bajado a 51%, y eso quiere decir que los escándalos están afectando a la imagen del gobierno de Morales que antes parecía blindado", explicó el ex dirigente del desaparecido Movimiento sin Miedo (MSM).
Yaksic recalcó que hay una ausencia institucional de fiscalización y todas la autoridades usan los recursos públicos como si fueran suyos, "y no estamos hablando de poco dinero, el arca está demasiado llena y demasiado abierta, lo que ha generado este fenómeno de corrupción que ha permeado a todas las instituciones del Estado y de la sociedad civil. Son ejemplos emblemáticos los casos del Fondo Indígena, el programa Bolivia cambia Evo cumple, las grandes contrataciones públicas sin licitación ni control. Sin duda, el factor detonante de la profunda descomposición del gobierno es la corrupción".
Diego Ayo fue más allá al calificar de "cleptocrático" al modelo económico político que enarbola el MAS y que consiste en una triada perfecta para el gobierno: "subsistir como sea sacando excedentes de las transnacionales (no es casual que la minera San Cristóbal gane mil millones de dólares y tribute menos de 20 millones), manteniendo un extractivismo bestial y alentando la desinstitucionalización plena. Todo esto no es una casualidad, no es al azar, es parte del modelo cleptocrático del gobierno del MAS que termina siendo una oligarquía porque nadie lo controla".
Para Calla, la corrupción aún no ha quebrado del todo al MAS, pero esta drenando su fuerza; "tenemos a un MAS quebrado, pero no roto, pero ese quiebre continuará y estoy convencido de que este gobierno va a caer en plazos breves y no hay posibilidades de que llegue al 2025 porque va a ser derrotado y lo sacarán del medio".
Ayo distingue tres momentos en la década de gobierno del MAS: en un primer momento, de 2005 a 2009, había un líder y un programa en los que la gente creía; la segunda fase comenzó luego de la Asamblea Constituyente, cuando el MAS se queda sin programa y, como es típico en cualquier sistema prebendal, apela al show, a la compra de conciencias y al monumentalismo arquitectónico para mantener su base social.
"Cuando todo eso no basta, cuando el Teleférico no alcanza para comprarse la conciencia de la clase media urbana, ingresamos en el tercer momento que comienza con la derrota electoral del 21 de febrero. En esta fase el gobierno recurre a la coerción y al amedrentamiento y no es casual que la ciudad de El Alto viva amenazada por mafias, que la anterior semana jóvenes bravucones del MAS hayan atacado e intimidado a opositores en un evento, y que autoridades como García Linera y el canciller Choquehuanca apelen al matonaje discursivo".
Ricardo Calla vislumbra tres escenarios posibles a futuro, y el más probable es la descomposición progresiva del gobierno en los siguientes cuatro años. Luego de la derrota del 21 de febrero, los escándalos de corrupción han horadado las estructuras del gobierno y se ciernen problemas económicos que debilitarán aún más al régimen. El segundo escenario posible es que el gobierno logre remontar el escándalo por el caso Zapata y recupere su prestigio aprovechando que no existe una oposición política organizada capaz de frenar el empoderamiento permanente del Ejecutivo.
El tercer escenario, según Calla, es que se profundice a corto plazo la crisis interna en el MAS y recrudezca la lucha de facciones en el gobierno, que se encuentra en el epicentro del escándalo por el tráfico de influencias a favor de CAMC. El problema es que la crisis se está acentuando y ya no saben cómo resolverla. Si el ministro Quintana no renuncia y se niega a ser chivo expiatorio, "el gobierno se convertirá en una olla a presión y es posible que implosione en un plazo relativamente breve".
Para complicar la situación, es parte de la agenda colonizadora del MAS copar o fagocitar todas las instituciones públicas, desde el Banco Central y la Fiscalía General hasta la Contraloría, todas absolutamente dependientes del Presidente. El Ministerio de Transparencia es prácticamente un ente ornamental y tenemos a una interventora del Fondo Indígena designada por Nemesia Achacollo para investigar a la misma Achacollo.
Los medios están comprados o amedrentados, la Asamblea Legislativa no controla nada y ahora el gobierno intenta aprobar una ley para controlar a las redes sociales y se apresta a designar a un Defensor del Pueblo funcional. "Las redes y la Defensoría son los únicos espacios que nos quedan a los ciudadanos y defenderlos será una batalla durísima; no podemos transar, el nuevo defensor tiene que defender los derechos humanos", anticipó Ayo.
Los tres entrevistados coincidieron en que el gobierno actual, al igual que los anteriores, no se da cuenta de que su tiempo ha pasado, se enceguece y sigue cometiendo errores y torpezas. Según Ayo, este tipo de gobiernos caen más por estupideces propias que por el peso de las organizaciones sociales: la oligarquía anterior a la Revolución de 1952 cayó por su estupidez, lo mismo hicieron los militantes y los neoliberales, y ahora los masistas no se dan cuenta de que si eligen a uno de los suyos como defensor, la ira de las clases medias urbanas podría desbordarse.
[Fuente: Por Amalia Pando, Cabildeo, La Paz, 26abr16]
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