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02ene20
El silencio o la amenaza de hablar de los pesos pesados del Gobierno de Evo Morales
La carretera del aeropuerto de El Alto a La Paz está salpicada de pintadas impensables hace menos de tres meses. «Evo asesino», «Evo ladrón», «Narco dictador». La gente del MAS (Movimiento Al Socialismo) las habría borrado en un abrir y cerrar de ojos, si no fuera porque el partido ya no es lo que era y su futuro podría ser tan incierto como el de los exministros que no pudieron escapar de Bolivia y permanecen recluidos en la Embajada de México.
Mientras Evo Morales disfruta de la hospitalidad argentina de Alberto y Cristina Fernández, sus siete exministros y dos altos cargos se desesperan en la Embajada de México. Rehenes de sí mismos, el grupo se ha convertido en un problema para todos. Para México, para España, para Bolivia y para aquellos políticos (quizás de España también) que tienen algo que ocultar.
Un salvoconducto
La idea de que los pesos pesados, del viejo régimen del socialismo siglo XXI, comiencen a filtrar «secretos» a cambio de inmunidad o sellen algún tipo de acuerdo con el Gobierno interino de Jeanine Áñez parece traer de cabeza a más de uno. Eso explicaría la obsesión de la exembajadora mexicana, María Teresa Mercado, por lograr un salvoconducto para «liberar», entre otros, al ex ministro de la Presidencia Juan Ramón Quintana. «No se les va a entregar», insistió la canciller Karen Longaric que demanda la entrega del prófugo acusado de sedición y terrorismo. La actual Administración le denegó «el salvoconducto» una y otra vez y condenó a Quintana a convivir con algunos de sus compañeros con los que las relaciones no parece que sean fáciles. El hombre al que se le atribuye hacer «el trabajo sucio» de Evo Morales tiene fama de ser algo difícil. Exmilitar con estudios en la inefable Escuela de las Américas de Panamá, Quintana cambio el uniforme militar por la chaqueta de sociólogo y político. Con fama de escasos escrúpulos, acompañó el Gobierno de Evo Morales desde sus orígenes en el 2006. Los que le conocen bien dicen que hasta Morales le tiene cierto miedo porque sabe demasiado de él y de todos.
Bajo el mismo techo de esa casa de la urbanización privada La Rinconada, comparte mesa, mantel y ansias de libertad con Quintana el ex ministro de Justicia Héctor Arce, otro que conoce al dedillo los renglones torcidos de los temas jurídicos de Evo Morales y la evolución y transacciones comerciales de Podemos en Bolivia. Éste, con Quintana, mantenía estrechas relaciones con el desembarco permanente de miembros de Podemos durante los catorce años de gobiernos consecutivos. Íñigo Errejón y Juan Carlos Monedero son los que venían con más frecuencia, pero Pablo Iglesias e Irene Montero también realizaron sus visitas «de cortesía» a La Paz. «La última vez que se les vio juntos fue en 2017», recuerda un periodista local. Entonces, acudieron a uno de los congresos de «Pensando el mundo desde Bolivia», una iniciativa del exvicepresidente Álvaro García Linera, con quien la plana mayor de los actuales socios del PSOE de Pedro Sánchez se entendía a la perfección. Se trataba de seminarios internacionales con invitados alineados al pensamiento único de los vientos bolivarianos. Uno de los favoritos era Ernesto Laclau, referente de Cristina Kirchner y de Iñigo Errejón.
Javier Zavaleta, exministro de Defensa y otro de los hombres del poder, resiste también con sus compañeros un confinamiento que va para largo, salvo que se produjera una operación de rescate con una estrategia de inteligencia más desarrollada de la que atribuye el Gobierno boliviano a los geo con Cristina Borreguero, la exconsejera de Negocios y el excónsul Álvaro Fernández, los tres expulsados por celebrar aquella reunión que Bolivia calificó de «clandestina» y España de «visita de cortesía».
En plena escalada de tensión, la Unión Europea consideró satisfactorias las explicaciones de España sobre el incidente, condenó la expulsión de los diplomáticos españoles y pidió detalles de la versión sobre los sucesos del pasado viernes a Bolivia. El Gobierno de Áñez replicó que todo habia «sido debidamente explicado en el comunicado emitido por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Bolivia», pero «de ser necesario» se ofreció a brindar «la información adicional que se le requiera.» El ministro de Gobierno, Arturo Murillo, lo hizo en una reunión con representantes de, entre otros, las embajadas de Alemania, Dinamarca y Francia.
La intervención de la Unión Europea, que también estaba desempeñando un papel importante en esta transición en Bolivia, parecería que surgió efecto. El último comunicado del Gobierno boliviano asegura que tiene interés en que las aguas vuelvan a su cauce aunque no se desdice de ninguna de sus acusaciones sobre el presunto operativo de fuga de los prófugos asilados en la Embajada de México, con la ayuda de los geo y los diplomáticos españoles. «El Gobierno constitucional de Bolivia -anunció- acreditará en la Embajada de Bolivia en Madrid a un alto representante diplomático» porque «Bolivia desea superar este "impasse" a la brevedad y mantener estrechas relaciones con el Reino de España, en el marco del tradicional respeto y la amistad que siempre les han caracterizado».
Otra demanda contra Evo
A la espera de nuevos acontecimientos se suma otra demanda contra Evo Morales por usurpación de funciones. Libre y sin límites pese a estar como refugiado político, el expresidente inauguró vía telefónica un mercado como si tuviera estuviera en ejercicio del cargo.
Por su parte, el nuevo Tribunal Supremo Electoral rechazó, por unanimidad, dos demandas que pretendían la proscripción de las siglas del MAS para las elecciones. Sin candidatos elegidos y con el movimiento dividido, el líder de Unidad Nacional, Samuel Doria Medina, insistió en que el desafío para Bolivia, en este «2020 para los que creemos en la democracia» es «derrotar al MAS en las urnas. ¡Así no tendrá pretexto para reclamar el poder, ni el retorno!».
[Fuente: Por Carmen de Carlos, ABC, Madrid, 02ene19]
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