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16oct16
La naturaleza y un gasoducto 'conviven' en parque Kaa Iya
El Parque Nacional Kaa Iya (dueños del monte, en guaraní) es el más grande del país con casi 3,4 millones de hectáreas y alberga al gasoducto del cual depende el 63% de los ingresos del país por exportaciones gasíferas. En dinero eso significa $us 2.316 millones que ingresan al país cada año.
Equilibrar la explotación hidrocarburífera con la preservación del medioambiente es el gran reto, considerando que el gasoducto no solo atraviesa el Kaa Iya, sino que en su núcleo existe una estación de compresión y medición de los volúmenes de gas que son exportados a Brasil a través de la Gas TransBoliviano (GTB), subsidiaria de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB).
Miguel Rojas, gerente nacional de Seguridad, Salud, Ambiente y Social de YPFB, destaca el equilibrio entre la conservación del medioambiente y el desarrollo que hay en el parque.
Para mitigar los impactos, GTB desarrolla un modelo de gestión socioambiental que tiene componentes: el control de las actividades humanas, el monitoreo de la fauna a través de cámaras trampa y el programa de gestión social que conlleva la participación de las comunidades indígenas en las trancas y porterías en el área.
A 97 km de San José
El parque Kaa Iya tiene 3.441.115 hectáreas y nueve puntos de ingreso, aunque los más recomendados son San José de Chiquitos por el norte, Pailón por el noroeste, Roboré por el noreste y Charagua por el sur. Ocupa gran parte de la región conocida como Llanura Chaqueña o Gran Chaco. Partiendo de San José de Chiquitos, tras recorrer 97 kilómetros en dos horas por camino de tierra, se llega al campamento Tucavaca, ya dentro del parque.
Antes de llegar al lugar es necesario pasar tres trancas que tienen la finalidad de frenar a los cazadores. El director del parque, Juan Carlos Zapana, comenta que 22 guardaparques trabajan en el Kaa Iya, y que en los últimos años se ha incrementado la visita de turistas atraídos por la diversidad de la flora y fauna.
"El programa de conservación del jaguar ha permitido el incremento de avistamientos en los últimos años. Esto atrae a los turistas y científicos, pues hace tres años teníamos el registro de 27 visitas, luego 150, este año ya tenemos 280 y estimamos llegar a 350", afirma Zapana. También señala que el área es la última reserva del guanaco en Bolivia, ancestro de la llama.
En cuanto a vegetación, el parque alberga alrededor de 1.500 especies de plantas superiores, como el toborochi, cupesí, guayacán negro, especie endémica del parque, y una diversidad de cactus que, según Zapana, son una defensa natural contra los incendios forestales, pues almacenan agua.
Abel Barja, coordinador de Negocios de Gas, destaca también la revegetación realizada en el derecho de vía del gasoducto. "El ducto está enterrado y si no te dicen que está allí, no te das cuenta, porque con alumnos de Biología de la Universidad Gabriel René Moreno se realizó una revegetación con especies nativas, recogiendo semillas, germinándolas y trasplantando la misma vegetación para no afectar biológicamente la zona", afirmó.
Guardaparques indígenas
El parque cuenta con un director, además de 22 guardaparques, de los cuales 12 son guaraníes y 10 chiquitanos. Además, GTB ha capacitado a personal de ambos pueblos indígenas como porteros que controlan el ingreso al área protegida y también a las estaciones que existen a lo largo del gasoducto, generando así fuentes de empleo.
Julio Socoré, representante de la Central de Comunidades Indígenas de Chiquitos Turubó, señaló que como parte del comité de gestión del parque realizan control, fiscalización y participación en las planificaciones, con la finalidad de dar una mayor seguridad al lugar, lo cual se ve reflejado en el incremento de visitas turísticas debido a la atracción que genera la cantidad de animales silvestres que se pueden ver.
Aseguró que existen testimonios de avistamientos de una etnia supuestamente no contactada con la civilización, presuntamente ayorea. "Hay personas que los han visto y también hay huellas. Tenemos referencias de que se mueven entre el territorio del Kaa Iya y la frontera con Paraguay", señaló.
Francisco Arias, oriundo de Isoso, lleva 16 años trabajando como guardaparques y resalta el trabajo que realizan sensibilizando a los estudiantes de colegios sobre la importancia del cuidado del medioambiente. "La gente del lugar está aliada a nosotros en la conservación del parque porque nos ponen en aviso de la presencia de personas ajenas", comenta.
Por su parte, Jorge Banegas, jefe de protección del parque, manifiesta que el plan de manejo del parque Kaa Iya contempla 52 guardaparques, por lo que al contar solo con 22 están en "estado crítico", pero redoblan esfuerzos y ejecutan estrategias para preservar el área.
"Nos adelantamos a los problemas, ya sea con cazadores, con los menonitas y con ganaderos, cuando hay quemas y avasallamientos", afirma.
Las amenazas más comunes por cacería se dan en los ingresos de San José, Roboré y Pailón, principalmente los fines de semana y en días feriados, comenta Banegas.
En cuanto al acecho de avasalladores, hace seis meses fue la última vez que el comité de gestión del parque tuvo que hacer retroceder a grupos organizados para asentamientos que estaban en los bordes del área protegida, por lo que debieron hacerlos retroceder cinco kilómetros por el lado de Roboré.
[Fuente: Por Fernando Soria Sejas, El Deber, Santa Cruz de la Sierra, 16oct16]
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