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04abr21
«En el país hay abuso de poder y urge crear un espacio de diálogo»
La voz de monseñor Ricardo Centellas cada vez retumba más en los oídos del poder. Su último mensaje hizo perder otra vez los estribos al líder del partido de Gobierno, Evo Morales, quien siente que el cardenal Toribio Porco Ticona es su amigo cercano.
"No hubo golpe de Estado". Considerar que lo ocurrido en 2019 fue consecuencia de un golpe de Estado "es una fantasía que no corresponde con la realidad", fueron algunas de las frases expresadas por monseñor Centellas el 19 de marzo, cuando el país ya sufría la arremetida de todo el Órgano Ejecutivo contra quienes estaban en el otro bando: contra el gobierno de transición.
"Indudablemente en el país hay abuso de poder porque se interpretan las leyes de acuerdo a las necesidades coyunturales", dice a Página Siete en esta entrevista el presidente de la Conferencia Episcopal Boliviana (CEB) y también arzobispo de la Arquidiócesis de Sucre.
El mensaje de la CEB el 19 de marzo, leído bajo el título "La Falsedad genera injusticia, 'la verdad les hará libres'", estaba precedido por una serie de acusaciones del Gobierno contra la Iglesia y contra quienes jugaron un rol fundamental en la pacificación del país, como la Unión Europea (UE) y la Embajada de España. Hasta entonces, el Gobierno -siempre de la mano de Evo Morales- sembró la posverdad del "Golpe de Estado" y acusó a la Iglesia, sin sonrojarse, de haber tramado ese golpe en ambientes de la Universidad Católica Boliviana (UCB).
Históricamente en el país, la Iglesia siempre ha estado presente en los momentos críticos como facilitadora, como mediadora. Lo hizo en la Guerra del Agua en Cochabamba en 2000, en la revuelta de octubre de 2003 y anteriormente en los conflictos que involucraban a los cocaleros del trópico, que año tras año bloqueaban la ruta que unía el oriente con el occidente.
Monseñor Eugenio Scarpellini, el obispo de El Alto -que murió a causa de la Covid en julio de 2020-, fue uno de los protagonistas de la pacificación en 2019. Llamó al diálogo de manera urgente, porque en el país había vacío de poder y la violencia en las calles estaba fuera de control.
A la mesa de negociaciones se sentaron líderes del MAS y de la oposición, con participación de la UE y España. Se reunieron el 11 y el 12 de noviembre. El 11 lo destinaron a definir la salida segura de Evo Morales del país, y el 12 fue dedicado a la búsqueda de una salida a la crisis. Todos, incluida la representación del MAS, estuvieron de acuerdo con las decisiones de esa reunión.
Sin embargo, el MAS -encabezado por Evo Morales- usó su triunfo en las elecciones para reescribir la historia. Sin pudor, dio un giro a los hechos de 2019. De ser facilitadora, la Iglesia pasó a ser "golpista"; de ser mediadores, los países de la Unión Europea se convirtieron en sospechosos; de ser un espacio de diálogo, la UCB se transformó en el lúgubre búnker de la conspiración, y la masiva movilización social se convirtió en un grupo de "cuatro" pititas golpistas.
Así, la posverdad del golpe de Estado se vino con todo. El enunciado se hizo carne. Y la señal más fuerte fue meter presa a la expresidenta Jeanine Añez, en un proceso indebido. Y la Iglesia decidió denunciar estos atropellos el 19 de marzo reciente, cuando describió con detalles lo ocurrido el 11 y 12 de noviembre. "No hubo golpe de Estado", fue la conclusión de ese mensaje.
El país está más polarizado.
Nuevamente estamos volviendo a experimentar posiciones intransigentes que hacen sufrir al pueblo, especialmente a las familias. Con las posiciones que vemos, patinamos en actitudes que no nos permiten avanzar. De una vez tenemos que apostar por una nueva cultura que nos permita caminar juntos, respetando a cada persona, a cada grupo, sus visiones, sus posiciones. Más allá de eso, somos bolivianos y como tales tenemos que vislumbrar un encuentro fraternal e íntegro.
Después de su viaje a Cuba, Evo Morales implantó con más fuerza la posverdad de que en el país hubo golpe. Ahora el Gobierno repite en coro esa posverdad y actúa en torno a ella. ¿Cómo ve este escenario?
La realidad no puede entrar en un reduccionismo. No se puede tapar la verdad. La realidad no se cambia, la realidad existe. La realidad es historia y ella está por encima de cualquier insinuación personal o grupal, ante cualquier imaginación. Uno puede intentar dorar la realidad, narrarla de otra manera y según su interés, pero la realidad es única.
¿Pero qué hacer frente a lo que está pasando en el país?
Ante la imposibilidad de que nadie vaya a creer una posverdad, invito a la gente a ir a los hechos, a analizar la realidad, lo que realmente ocurrió en 2019. Eso debe ser el punto de partida, no las insinuaciones, los epitafios de estas circunstancias que estamos viviendo. Cuando se parte de la realidad, de la experiencia, de la reflexión, la lectura siempre es distinta.
Tenemos que ser serios y leer la realidad con un razonamiento lógico, con fundamentos históricos. Urge sentarnos a una mesa de diálogo entre todos, no sólo entre Gobierno y oposición. Es fundamental la participación social para avanzar, porque lo que el mundo y Bolivia están atravesando en este momento es muy fuerte. La pandemia no nos permite distraernos con este tipo de cuestiones. La pandemia nos invita a unirnos más allá de las tendencias políticas, ideológicas, religiosas y culturales.
Hay muchas cosas que atender. No podemos estar en ese tipo de insinuaciones (golpe de Estado) cuando lo que se necesita es reactivar la economía, bajar los niveles de desempleo. Hay gente que no tiene qué comer, no sabe de dónde sacar dinero para sus necesidades básicas. Ahora esto es lo fundamental. Tenemos que dialogar y unirnos.
En todos los gobiernos hemos tenido situaciones de conflicto, y siempre la Iglesia ha estado presente como facilitadora. ¿Cómo ve usted este giro del Gobierno que muestra a la Iglesia como partícipe de un golpe?
Como Iglesia, facilitamos y posibilitamos la cultura del encuentro, pero no un encuentro para matar, para eliminar al otro y para manipular a las personas. De ninguna manera. El encuentro que facilitamos es para pacificar el país, para que los ánimos se calmen y para que todos intentemos caminar juntos buscando el bien común. Este proceso de diálogo no siempre es aceptado y visto por todos desde una misma perspectiva. Algunos ven nuestro rol con el ojo de perdedores y otros con el de ganadores.
Nosotros como institución siempre hemos estado serenos, seguros y convencidos de que apostar por el diálogo es avanzar, pero mucho más en etapas de conflicto. Nosotros no vemos un espacio de diálogo como el lugar para ensalzar a unos y aplastar a otros. Un espacio de diálogo es para buscar el camino más adecuado e ir adelante.
En un diálogo jamás la Iglesia asume responsabilidades que no le corresponden. Por eso más que mediadores hemos sido facilitadores, porque los protagonistas son otros. Nosotros ayudamos a que se encuentren de manera sincera, para que las cosas que complican la vida no se ahonden, sino se solucionen lo más pronto posible.
Cuando Evo Morales tilda a la Iglesia de "golpista", ¿considera usted que él hace una mala interpretación de lo que pasó o es un acto de mala fe?
Es una mala lectura de lo que es un diálogo. El diálogo ha sido convocado en conjunto con las instituciones de rango internacional, pero los protagonistas han sido otros, han sido ellos. Nuestra labor en 2019 ha sido facilitar el encuentro, jamás pudo tener otra finalidad. Uno puede hacer la lectura de una realidad con lentes distintos y de ángulos diferentes, pero no por eso se puede cambiar la realidad.
¿Cómo está nuestra democracia en Bolivia?
Estamos en un proceso que no avanza. No hay signos claros de una consolidación de un Estado democrático. En este proceso patinamos bastante. Tantos años ya estamos en democracia, pero ella persiste débil, frágil, superficial; es una democracia que no fomenta el diálogo abierto, sincero, a partir de lo que cada uno es; un diálogo a partir de principios, no de conjeturas o de prejuicios, un diálogo realmente puro. Cuando la democracia es débil, aparecen estos signos de rechazo que no ayudan al encuentro cercano, en el que no hay ni perdedores ni ganadores.
En el país, una posverdad ha dado paso a acciones: se ha metido a la cárcel a la expresidenta Añez con sólo presunciones. El Ministro de Justicia dice que procedieron de esa manera porque no tenían los dos tercios en la Asamblea. Ya hay muchos presos.
Esto no es nuevo. Lo hemos visto a lo largo de los últimos 14 años. Es una constante que nos muestra con claridad que hay signos antidemocráticos. Esta manera de interpretar la ley, de no respetar lo que ya tenemos establecido en nuestra normativa, debilita la democracia.
En vez de dar pasos significativos para la consolidación de la democracia, se hace todo lo contrario. Esto no permite que Bolivia se consolide democráticamente. Democracia no es que estando uno en el poder puede hacer lo que le da la gana. El poder es servir y administrar lo que toca administrar pero enmarcado en las leyes. Lo que está pasando en Bolivia es totalmente injusto y atenta contra la democracia. Bolivia no se va a construir destruyendo a las personas e instituciones. Bolivia se va a construir con actitudes positivas en el marco del respeto.
¿Considera que hay una situación de abuso de poder?
Indudablemente en el país hay abuso de poder porque se interpretan las leyes de acuerdo a las necesidades coyunturales.
¿Por qué nuestra democracia es débil?
Porque no se interpreta y no se aplican las leyes a cabalidad. Los derechos de todos están escritos, protegidos; el problema es que no se los respeta.
La UE y varios países han rechazado los encarcelamientos indebidos en el país. Pero el Gobierno parece que no los escucha.
El Gobierno escucha, pero no obedece. Obedecer al pueblo, lo que dice la ley; obedecer ciertas reflexiones serias que necesita Bolivia es difícil. Una cosa es escuchar y otra obedecer. Lo íntegro es escuchar y obedecer. Por eso se hace importante el diálogo, para que el otro capte lo que realmente es necesario. Para que haya un proceso objetivo, real, legal, hace falta escuchar para equivocarse lo menos posible.
¿Cómo ve la justicia?
Hace falta una reforma total del sistema judicial en Bolivia para que sea independiente, imparcial y rápido. Esto requiere de un trabajo que no tenga ni olor ni color político. La justicia tiene que entrar en este proceso de reforma con personas capacitadas, probas, que los hay en Bolivia, para que administren la justicia sin sentir el peso de la presión, como se ve en muchos casos.
¿Cuál es su pedido a la clase política, en cuyas manos está el destino del país?
La Pascua es el paso de la muerte a la vida, es el paso de la injusticia a la justicia, de la mentira a la verdad. En estos días de la Pascua de Jesús, mi mensaje para ellos (los políticos), para todos, es entrar en el estilo de vida de Jesús. Él venció a la muerte para entrar en una vida nueva.
Especialmente a los que gobiernan, la invitación es que entren en el estilo de vida de Jesús con base en la verdad y la justicia, respetando a cada uno su dignidad y buscando el bien común. En toda circunstancia los gobernantes tienen a buscar la unidad y fraternidad.
Gobernar no es preocuparse de uno mismo en primer lugar, sino preocuparse del pueblo como tal y de los que más sufren.
Las redes sociales muestran a un país polarizado, con mucha bronca de un lado y del otro.
Corresponde sembrar esperanza y convencernos de que otro tiempo es posible. Hay que apostar por una paz interior. Hemos vivido muchas situaciones adversas en el país. Es urgente que entre bolivianos nos respetemos y evitemos las polarizaciones y los enfrentamientos.
La pandemia
¿Cómo evalúa la gestión de la pandemia?
La pandemia nos ha hecho ver que en Bolivia, en cuestión de salud, realmente estamos en pañales. No hemos podido afrontar como debería afrontarse esta emergencia sanitaria ni con el anterior gobierno ni con este Gobierno.
La respuesta a esta pandemia es muy lenta. No se hacen las gestiones rápidamente. Hay muchos casos nuevos y en un par de días o par de semanas vemos que la gente se muere. La vacuna no debe esperar tanto.
¿Por qué dice que estamos en pañales?
Por ejemplo no se han hecho los esfuerzos suficientes en las Unidades de Terapia Intensiva. En esto tenemos que dar pasos ágiles y gigantescos. También en otras áreas.
HOJA DE VIDA
Inicios: Nació el 7 de noviembre de 1962 en Suquistaca, perteneciente a la parroquia de Camargo, Chuquisaca.
Familia: Forma parte de una familia de nueve hermanos.
Religioso: Fue ordenado sacerdote en agosto de 1988, obispo en septiembre de 2005.[Fuente: Por Alcides Flores M., Página Siete, La Paz, 04abr21]
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