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11sep08
Una disputa casi sin retorno
Un mes después de triunfar por amplio margen en las urnas en un referéndum, Evo Morales afronta hoy la mayor rebelión de las regiones rebeldes, en otro capítulo de la crisis que mantiene en vilo a Bolivia, uno de las más naciones más pobres América latina.
El referéndum revocatorio celebrado hace un mes -en el que Morales y los prefectos opositores fueron ratificados-, en lugar de dirimir la disputa política terminó agravando la confrontación y alentó a los adversarios del mandatario a avanzar en sus respectivos proyectos políticos, irreconciliables hasta ahora.
El mandatario convocó mediante decreto a otro referéndum, posiblemente a fines de enero, para aprobar su proyecto de Constitución, pero la Corte Nacional Electoral dijo que la convocatoria debe ser mediante una ley del Congreso, donde las fuerzas están divididas.
Los líderes regionales lanzaron una dura ofensiva contra el proyecto constitucional del gobierno y anunciaron que seguirán adelante con su proceso de autonomía, que el oficialismo rechaza. De hecho, el prefecto de Santa Cruz, Rubén Costas, convocó a elecciones para constituir un Poder Legislativo regional, aunque la consulta también ha sido desautorizada por La Paz.
En los últimos días, varios departamentos, entre ellos Santa Cruz, han sido escenario de violentas protestas cuyo detonante fue la demanda de las cuatro regiones para que el gobierno devuelva unos fondos de la renta petrolera que confiscó para pagar una renta a los ancianos.
Pero el fondo de la disputa gira en torno al proyecto constitucional y la demanda autonomista, que tiene amplio apoyo en las cuatro regiones. Morales ha dicho que busca "refundar el país" con una nueva Constitución que otorga más poder a los indígenas, consolida las nacionalizaciones, limita la extensión de los latifundios y propone la reelección presidencial.
En cambio, los proyectos autonomistas se acercan al federalismo, plantean una economía abierta y le sacan al gobierno central la autoridad para decidir sobre las tierras. En las regiones de Santa Cruz y Beni están los mayores latifundios.
Públicamente, las partes hablan de diálogo, pero ninguna parece estar dispuesta a ceder en sus posiciones y ni los esfuerzos de la OEA y países amigos como Brasil, Colombia y la Argentina lograron convencerlas a negociar.
La crisis política estalló hace un año, tras el fracaso de la Asamblea Constituyente para alcanzar un proyecto constitucional de consenso. El que se aprobó no tuvo el apoyo del grueso de la oposición, y las regiones opositoras lo rechazan. La disputa ha estado teñida de brotes de racismo contra indígenas y habitantes de Occidente en las regiones opositoras.
Los sucesivos triunfos electorales que obtuvo Morales en tres votaciones desde su elección en diciembre de 2005 dejaron en claro que el mandatario tiene un amplio apoyo entre campesinos, indígenas y sectores empobrecidos de las ciudades, incluso en regiones dominadas por los opositores.
Pero, según los analistas, el error del mandatario fue oponerse desde el inicio a las autonomías, que tienen un alto respaldo en aquellas regiones, y tildarlas, además, de separatismo.
En el fondo la crisis boliviana es mucho más profunda y, según los expertos, está marcada por una crisis del Estado y de la institucionalidad democrática así como por fuertes luchas regionalistas.
Esa crisis, que comenzó en 2000 con una serie de revueltas populares, provocó la caída en octubre de 2003 del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, tras la muerte de 63 civiles en protestas populares.
Ese mismo estallido permitió el ascenso de Morales desde las sindicatos cocaleros, pero el mandatario no siempre se ha caracterizado por el diálogo y la negociación en sus tiempos de líder sindical, y tampoco ahora parece estar dispuesto a renunciar a sus principios.
[Fuente: Por Por Carlos Valdez de AP, La Nación, Bs As, Arg, 11sep08]
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