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17abr16
El índice de criminalidad en Bolivia creció un 70% en la última década
Bolivia no está entre los países más violentos de la región, pero su tasa anual de criminalidad, medida en cantidad de homicidios por cada 100.000 habitantes, ha crecido un 70% en los últimos 10 años. El lunes pasado en la Cumbre Nacional de Seguridad Ciudadana, el ministro de Gobierno, Carlos Romero, informó de que la tasa para 2015 es de 10,8/100.000. Esto representa un aumento de un 71% con respecto a 2006, cuando la tasa era de 6,28. Romero, sin embargo, prefiere ver la parte positiva de este dato. "En 2012, la proporción era 12,1/100.000, ha bajado", informó el ministro desde La Paz y no comentó el aumento en términos absolutos con respecto a 2006.
Antes de colgar el teléfono, Romero echó un vistazo panorámico: la tasa latinoamericana alcanza los 27 dígitos, la sudamericana, 20 puntos y hay países, como El Salvador, que tienen la peor tasa de criminalidad del mundo: 103 homicidios por cada 100.000 habitantes.
Pero también hay países que están mejor. Argentina, Paraguay, Ecuador y Perú están mejor que Bolivia. Romero relevó el dato de ecuador, que en cuatro años redujo a un tercio su índice de criminalidad.
El problema del aumento de este parámetro ya hizo que la Organización de las Naciones Unidad contra la Droga y el Delito (Onudc) dedique un recuadro a Bolivia en su informe anual de 2011. Para ese momento, la tasa era de 8,9 y pese a que era baja en el contexto regional (Latinoamérica y el Caribe concentran el 8% de la población mundial y el 33% de los homicidios), la organización de la ONU, la misma que certifica todos los años la cantidad de hectáreas de coca sembrada, aseguró que el patrón de homicidios estudiado en Bolivia estaba "de algún modo asociado" con los datos de incautaciones de cocaína y con las rutas del narcotráfico.
Desigualdades
Guillermo Dávalos, director de la Fundación Sepa, cree que la primera explicación para el índice de criminalidad en Bolivia es la desigualdad. Si bien los indicadores muestran que Bolivia ha mejorado en este punto, la realidad indica que, en Santa Cruz de la Sierra, los distritos encerrados en el cuarto anillo llegan a una pobreza menor a los dos dígitos y los más alejados del centro alcanzan hasta el 40%. "La inequidad aumenta la violencia y la confrontación", opina el sociólogo.
A ello le suma el narcotráfico. Según Dávalos, al ser Bolivia un país productor de hoja de coca, fabricante y exportador de cocaína, también influye en el aumento de la criminalidad.
Tampoco quita la vista del aumento del consumo de drogas. Si bien es cierto que el índice boliviano es bajo (tres de cada mil bolivianos consumen drogas), Dávalos apunta que el consumo de marihuana se cuadruplicó en 10 años, una proporción casi similar el aumento de consumo de la pasta base de cocaína.
A esos males, el exfiscal Joadel Bravo le aumenta la escasa presencia del Estado en el territorio nacional. Cita el caso de San Matías, donde todos los años se cometen casi tantos asesinatos como en la capital. Bravo nota una carencia de política de Estado contra la criminalidad.
Extraña, por ejemplo, una ley contra organizaciones criminales que permita a jueces y fiscales condonar parte de la pena a quienes denuncien a criminales. Eso, en Brasil, permitió destapar el escándalo de corrupción más grande de su historia. También ve necesario una ley de intercepción de llamadas telefónicas y una revalorización de la carrera judicial. "Le damos la responsabilidad enorme de impartir justicia a personas que ganan Bs 10.000", grafica.
Paúl Méndez, catedrático de criminología en la Universidad Gabriel René Moreno, cree que hay una correlación entre el aumento del narcotráfico con el crecimiento de la criminalidad. Observa que los homicidios, el ingreso al territorio de organizaciones criminales globalizadas y el sicariato son los "efectos colaterales" de este tipo de crímenes".
En su opinión, la mejor forma de erradicarlos es mejorar los mecanismos de lucha contra el narcotráfico, a través de una mejor coordinación con otros países y organismos internacionales como la DEA de Estados Unidos.
Para Wilfredo Torrico, coronel de Policía retirado y abogado criminalista, los factores son diversos y comienzan con el escaso control de ingreso de personas al territorio nacional. Pone como muestra de ello a los dos asesinos encontrados en Bolivia y que eran los criminales más buscados de Ecuador. Cree, además, que hay elementos en la sociedad que influyen en la criminalidad. Uno de ellos es la condición de las cárceles de Bolivia, que no rehabilitan, sino que inducen a la criminalidad a los que no son delincuentes al caer en prisión.
Torrico cree que en Bolivia sobran cumbres y falta un plan insterinstitucional de lucha contra la delincuencia, pero que incluya a todo el país y no se piense solo desde el llano o desde el Ande. Otro punto que ve necesario es invertir en educación.
Ahí también apunta la socióloga Elisa Saldías. Observa que la violencia está incrustada en la cotidianidad, que aprendemos a ser violentos desde niños, desde que observamos a nuestros padres conducir y discutir con los otros choferes, se comienza a volver normal la violencia.
La escuela tampoco ayuda mucho. Según los estudios hechos por Dávalos, cuatro de cada diez estudiantes se declaran víctimas de la violencia en el colegio y ocho de cada de diez ha sido víctima de maltrato físico o sicológico en el hogar. A ello le suma algo que describe como un sistema educativo prusiano, digno del siglo XVIII en el que el estudiante no tiene derecho a opinar. "Incluso tenemos la represión institucionalizada, con ítem, se llama regente, cuyo trabajo es reprimir al estudiante", dice Dávalos.
Para él, para que no continúe aumentando este índice se debe cambiar desde la escuela hasta la ética de las autoridades. De no ser así, Bolivia seguirá asombrando, para mal, a los organismos internacionales que observan la criminalidad en el mundo.
[Fuente: Por Pablo Ortiz, El Deber, Santa Cruz de la Sierra, 17abr16]
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