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25ene18
Tu suerte está echada, Evo
La gente ha sido un protagonista central en nuestra historia política y quien no comprenda eso está condenado a equivocarse.
En contraste a nuestro subdesarrollo económico, somos un país muy desarrollado políticamente y así lo hemos demostrado en diferentes momentos históricos.
Los acomplejados que siempre han pensado que somos una huevada, harían bien en revisar nuestra historia sin el velo colonial, para darse cuenta de que hemos parido pensadores y líderes que no tienen nada que envidiar a nadie en el mundo. La Generación del Chaco, sin ir muy lejos, es un claro ejemplo de ello.
La calidad de nuestra política no ha sido fruto de la casualidad ni de la excepción, sino que ha sido de alguna manera producto de una sociedad tremendamente lúcida, pese a sus difíciles y agitadas circunstancias. No nos equivoquemos, nuestro rasgo caudillista no contradice la naturaleza de nuestra población.
Subestimar entonces la madurez, la conciencia, la espontaneidad y el coraje de nuestra ciudadanía, te lleva automáticamente al error político, independientemente de si estás en el Gobierno o en la oposición.
Está más claro que el agua que quien le infringió esta última derrota al Gobierno, fue una ciudadanía que rebasó completamente a todas las dirigencias. Si bien no se puede ignorar que el concurso de instituciones y otras reparticiones fue importante, también hay que decir que muchas de ellas tuvieron que adherirse a las movilizaciones por la presión de la gente, y porque no les quedaba otra.
Las movilizaciones que tumbaron el Código Penal le pasaron por encima a toda la institucionalidad y a todo el sistema de representación, porque fue la gente que, con un alto grado de espontaneidad y de autonomía, decidió salir a las calles, sin que les importara ni el calendario festivo, ni lo que nadie dijera que había que hacer o no hacer.
Esa misma gente que fue subestimada y que le había tenido larga paciencia a Evo Morales, agotando todas las maneras de decirle que ya estaba bien de abusos y atropellos, decidió tomar las calles.
Fue esa clase media que todos decían que por definición y por tradición no salía a las calles y fue esa clase media, a la que todos asumían adormecida y comprada por el consumismo y el materialismo desarrollado a su máxima expresión por el "socialismo del siglo XXI".
Salieron a las calles en ese momento preciso, detonado por la valiente acción de los médicos frente al Código Penal, pero ojo, salieron fundamentalmente como una reacción al fallo del 28 de noviembre, que confirmó oficialmente que Morales había decidido anular toda una elección, pasando por encima de su voto y de su voluntad democrática.
La gente ha comenzado a salir a las calles porque entiende con gran sabiduría y experiencia política que con esa decisión el Gobierno ha pasado la línea de lo admisible, y que tolerar eso significaría renunciar a la libertad y a la democracia y someterse a una tiranía sin límites como la venezolana y la cubana.
Es por eso que, independientemente del análisis, del cálculo político o del interés electoral de muchos actores, los bolivianos seguiremos saliendo a las calles con mayor o menor intensidad y dependiendo de las coyunturas, hasta que Morales respete el 21F.
Será una lucha que podrá durar dos meses o dos años, no importa, pero la decisión ya está tomada y eso ha echado la suerte de Evo Morales de manera definitiva e irreversible.
La suerte está echada para Morales, quien solamente tiene ya la posibilidad de elegir la manera en que se dará el desenlace; o declina su candidatura ahora y termina su mandato saliendo por la misma puerta por la que entró, o insiste en no respetar el 21F y enfrenta con mano dura a las movilizaciones, generando un escenario que lo haga salir por la ventana.
Será él el que tenga que decidir como termina su presidencia, pero de que no será nuevamente candidato, no hay ninguna duda.
[Fuente: Por Ilya Fortún, Página Siete, La Paz, 25ene18]
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