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01mar17
Más hectáreas para el cultivo de coca
Recientemente el gobierno ha aumentado la superficie legal de coca sembrada, de 12.000 hectáreas a 22.000.
Esa medida es calificada por los voceros de Palacio como soberana, por tanto buena y adecuada. Se hace referencia así a que la anterior Ley sobre la coca fue producto de la presión norteamericana. Sin embargo, la nueva parece ser producto de la presión de la ONU, de países europeos... y de los propios cocaleros.
El gobierno no tiene, en la esfera de sus decisiones, la autono mía que gusta hacer creer. En ello no ha habido cambios. Sus reso luciones son siempre producto improvisado de las contingencias, que luego son modificadas apresuradamente por la presión popular.
Sucedió exactamente ello respecto a la reciente ley sobre la coca: la violenta presión en las calles de La Paz por los cocaleros de los Yungas, provocó que el gobierno negociara bajo presión, aumentando in extremis la superficie cultivable autorizada como coca legal. Un triunfo para los cocaleros de zonas tradicionales de los Yungas que aumentan su superficie cultivable en un 20 %, pero sobre todo para los cocaleros de la zona no tradicional del Chapare, que han visto así duplicada su superficie autorizada. Este panorama ha provocado un rechazo mayoritario en la opinión pública. Resulta curioso cómo el mismo símbolo –la coca– que propició el acceso de Evo Morales y del MAS al gobierno, ahora es el que acelera su desgaste y desprestigio.
El actual gobierno ganó las elecciones del 2005 en un ambiente en el que el anti imperialismo alcanzaba su apogeo con el rechazo al intervencionismo norteamericano respecto a la supresión de cultivos de coca. Igualmente, entonces cierta idea romántica de la identidad indígena estaba en su cenit, al focalizarse ésta en la hoja de coca, magnificada como milenaria y fuente de bienestar, salud y armonía universal.
Diez años de gobierno han demostrado la inanidad y artificialidad de esos juicios. El MAS ha hecho un flaco favor a la causa indígena al banalizar y desprestigiar sus mitos. La hoja de coca ha demostrado ser sólo un factor económico, útil para quienes pueden sacar provecho de ella, sobre todo en sus aspectos más ilegales y tremendos. Su «industrialización» es un chiste de mal gusto, pues los ensayos artesanales en tortas, galletas y pastas dentífricas no pueden equipararse al monstruo que representa el narcotráfico y los ingresos que genera. Quien ahora hace «uso tradicional» de esa hoja, masticándola, tiene que ingerir también los pesticidas y abonos con que es rociada está planta. La coca es ahora todo, menos el saludable símbolo de armonía natural con que era publicitada antes.
[Fuente: Periódico Pukara, La Paz, 01mar17]
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