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12feb23


José Gabriel Espinoza: "Hay un escenario muy malo para las reservas internacionales"


El Gobierno tenía proyectado sumar el año pasado $us 450 millones a las Reservas Internacionales Netas (RIN) del país, pero cerró la gestión con $us 956 millones menos. La mayor pérdida se registró en las divisas, que bajaron de $us 1.648 millones en 2021 a 709 millones en 2022. José Gabriel Espinoza, ex directivo del Banco Central de Bolivia (BCB), explica las causas de este mayor debilitamiento de los activos, necesarios para el pago de importaciones y deuda externa, y que sirven como respaldo de la moneda nacional, y como garantía de los créditos externos que busca el Estado boliviano.

¿Cómo evalúa el desarrollo de las RIN en la gestión 2022?

En términos generales ha sido un mal año para las reservas internacionales, a pesar de haber tenido un contexto externo sumamente positivo durante 2021 y 2022, con precios altos de los minerales, la soya y otros granos, además de una producción extraordinariamente buena. Pero el factor que ha jugado en contra ha sido la importación de los hidrocarburos,

Al parecer, el flujo de caja de YPFB se encuentra bajo un estrés enorme. Ha sido uno de los mejores años para los precios del gas en las últimas tres décadas, pero el volumen que Bolivia exporta no alcanza a cubrir la necesidad de recursos para hacer frente a las compras de combustibles en el exterior. Así, Yacimientos ha tenido que recurrir fuertemente al BCB para obtener divisas. Ese es uno de los factores que ha llevado a la caída de las reservas por ya casi 28 meses consecutivos.

Otro elemento es que desde 2016 la estrategia de acumulación de reservas ha estado vinculando a la llegada de dólares por endeudamiento externo. No obstante, ha cambiado el escenario durante 2022: hay menos recursos en el mercado externo y las tasas de interés han crecido fuertemente. En Bolivia, los equilibrios macroeconómicos se han venido deteriorando y la calificación de riesgo del país se ha degradado, lo que ha cerrado el portal de financiamiento externo. Además de eso, cerca del 20% del total de los hidrocarburos importados que se subsidian en el mercado nacional terminan siendo contrabandeados a los países vecinos.

Entonces, hay un escenario muy malo para las reservas internacionales, en el que los principales factores de agotamiento son las políticas del sector público; el subsidio a los hidrocarburos y el fuerte incremento de importaciones para empresas públicas.

¿La compra de dólares del sector exportador a precio competitivo y la nueva ley del oro serán suficientes para revertir esta situación?

Hay todo un paquetazo de medidas monetarias y cambiarias que han intentado establecer el Banco Central y el Gobierno para captar divisas del sector privado: el bono remesa, la reducción del encaje legal de los depósitos en moneda extranjera, la ley del oro y el tipo de cambio diferenciado. No son efectivas, con excepción de la ley del oro, si pensamos en la acumulación de reservas. El bono remesa, por ejemplo, tiene el objetivo de captar apenas $us 50 millones en este año, ofreciendo tasas (entre 0,4 y 1,35%) que están muy por debajo de la inflación (3,12%) y del interés que ofrece el sector financiero por un DPF.

Además de su mal diseño y poca efectividad, el anuncio continuo de estas medidas está generando un movimiento negativo en las expectativas de las familias.

En la medida que se van profundizando las preocupaciones empezamos a ver efectos como los de los últimos días en Santa Cruz: las colas en las gasolineras.

¿Qué es lo que tendría que ocurrir para que se apliquen políticas más eficientes?

Aquí hay que transparentar la problemática de la economía. El Gobierno ha vinculado la estabilidad de la economía a un tipo de cambio fijo y, al mismo tiempo, quiere sostener una serie de subsidios en un entorno internacional en el que esto se vuelve cada vez más costoso.

Entonces, si el Gobierno cree que no se puede mover la subvención a los hidrocarburos, va a tener que resignar inversión pública y gasto público que genera demanda por divisas, como las 30 plantas de procesamiento de alimentos que anunció hace unos días el presidente Luis Arce, las cuales requieren de maquinaria y equipos importados.

Por otro lado, el fomento a las exportaciones es fundamental, pero no es inmediato. El problema de las divisas es un problema que tenemos hoy día y desarrollar al sector exportador no es algo que se pueda hacer de una semana a otra. Sin embargo, en el mediano plazo, una de las soluciones es esa: fomentar al sector exportador, liberando algunas restricciones y solucionando problemas de productividad incorporando tecnología a la que el Gobierno se ha opuesto. Además de eso, hay problemas logísticos constantes, no solo por factores externos, sino por conflictos sociales que muchas veces son empujados por el propio Gobierno.

Tendría que haber un cambio de enfoque de la política pública, mucho más amigable con el sector privado, y al mismo tiempo una reducción de los gastos del gobierno, sobre todo aquellos que demandan importaciones para poder bajar la presión por las divisas. De otra manera, el único camino disponible es el sinceramiento de los precios de los hidrocarburos.

Bajo este contexto, ¿Cómo la población debería afrontar esta situación?

Está claro que hay desequilibrios que se están acumulando y presionando; sin embargo, la población debería mantenerse tranquila, no correr a las gasolineras o ir a cambiar sus bolivianos por dólares, lo que probablemente profundice el problema. Dicho eso, también hay que aclarar que mucha gente hoy día está imposibilitada de comprar dólares, porque la capacidad de ahorro ha caído fuertemente.

El Gobierno sostiene que el desempleo está bajo y que hay una recuperación de la macroeconomía, pero lo que muestran los datos es que gran parte de ese desempleo se ha reducido gracias al autoempleo y eso no necesariamente significa que se tienen los mismos niveles de ingresos. El endeudamiento ha crecido fuertemente y, por lo tanto, la disponibilidad de recursos también ha caído, así que gran parte de la población no tiene capacidad de respuesta a lo que pueda llegar a pasar en las próximas semanas o meses.

Poco o nada ayudaría a decirles que entren en pánico. Más bien, aquí la responsabilidad está en los hacedores de política pública, precisamente por ese escenario de vulnerabilidad en el que está todo el aparato productivo y las familias bolivianas, a pesar de todo lo que quieran decir de la fortaleza de las cifras macroeconómicas.

[Fuente: Por Walter Vásquez, El Deber, Santa Cruz de la Sierra, 12feb23]

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