EQUIPO NIZKOR |
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23abr07
Un voto por la defensa de los derechos humanos y los nuevos pactos.
El domingo pasado Diario Los Andes informaba en los hechos policiales de dos brutales atentados a la vida. Una la ocurrida en la persona de la Sra Laura Abonassar en presencia de su hijo, la otra, la muerte de un joven del Barrio Lihué cuyo cuerpo fue arrojado en la puerta de un Hospital Público. La primera de ellas detonó dos consecuencias y debates; la crisis institucional con la expulsión del Ministro Miguel Bondino y el tema si la defensa de los derechos humanos es sólo para los sectores que delinquen en esta sociedad. Nadie habló hasta la fecha del crimen del Barrio Lihué que se perdió en las noticias como un ajuste de cuentas. Eso sí, ese Barrio como muchos otros de escasos recursos percibirán las "nuevas políticas de seguridad" con allanamientos masivos y detenciones al doquier.
Ha llegado Alfredo Cornejo con un discurso duro, "al filo de la ley", con su músculo más intacto, su lengua, para intentar convencer a la sociedad que ahora sí, después de varios años y muertes y millones perdidos, la cosa va en serio.
Carlos La Rosa, había escrito hace varios meses atrás o mejor dicho varias muertes atrás, un artículo que se llamaba "Una sombra pronto serás" donde anticipaba el seguro futuro hoy cumplido de la expulsión de Bondino ante el fracaso de esta materia de seguridad.
Hoy asistimos y vemos como algunos sectores quieren instalar el tema que la culpa de la inseguridad es de quienes defienden los derechos humanos, frente a una sociedad que se calla y prefiere no meterse. No se ha oído hasta aquí las voces de la Iglesia, de popes sindicales, políticos progresistas o referentes sociales de peso, ni siquiera de los siempre activos movimientos de derechos humanos. Soportan como pueden el viejo discurso de "soltar las manos de la policía" y de la "mala justicia que tenemos".
Asistimos a la nueva alianza de COBOS con VILA quien con su multimedio hace de soporte comunicacional con especial esmero y dedicación para ablandar las cabezas de sus ciudadanos. Nos están convenciendo que renunciemos a nuestros derechos, que las nuevas leyes son la panacea para una sociedad sin delito.
La defensa de los derechos humanos no cabe duda que debe ser sin exclusiones de ningun sector social, ya hemos vivido las intolerancias y las miserias de quienes con este discurso sólo trajeron más carcel y más represión. ¿Cómo es que las leyes y la tecnología que ahoran buscan no las aprobaron y compraron durante el primer Ministerio de Cornejo?.
Es posible que deba debatirse qué tipo de sociedad queremos, con qué reglas, con qué instituciones, y cómo entre todos buscar ese modelo de seguridad que traiga paz y no guerra, pero lo que es también es seguro que Cobos es más parecido hoy al Flautista de Hammelin no porque lleva las ratas al río sino porque su canto adormece las conciencias y traiciona amaneceres para el beneficio unos pocos empresarios que sólo saben de beneficios y muy poco de igualdad y tolerancia.
Los crímenes de la maestra Oroná, la Sra Rubino y la Laura Abonassar fueron aprovechados por los mismos sectores que buscan la vuelta al pasado y nada cambió para la gente en su sensación de inseguridad. Lo peor que podemos hacer es olvidar que cada derecho humano que hoy tenemos tiene a su haber muchas víctimas o personas que cayeron en su defensa. No son los abogados o los derechos humanos los responsables de tanto crimen, tampoco los es la democracia. El responsable es el sector político, con nombre y apellido, Julio Cobos, quien en forma irresponsable y mediocre rifa la vida de cada uno de nosotros cada mañana y cada noche, y que con la sonrisa de Gardiner nos invita a una Mendoza que sólo existe en su imaginación o en las páginas de su diario único.
Mendoza, 23 de abril de 2007
Carlos Varela Alvarez, abogado.
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