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29may05
La increíble historia del secuestro de Marita Verón.
En las fotos se la ve plena, feliz, libre. Aparece embarazada, probándose ropa sobre la panza y luego, con su hijita, el centro de su vida. Junto a su marido y a su familia, o sola, siempre con una sonrisa dientes blancos. Despreocupada como en esas imágenes, el 3 de abril de 2002 salió de su casa del centro de Tucumán para hacerse un chequeo. En la esquina apareció un auto rojo, le pegaron un culatazo en la cabeza y se acabaron las fotos. Tenía 23 años.
María de los Angeles Verón, Marita Verón, estuvo desaparecida los dos días siguientes. Al tercero, la vieron a unos 30 kilómetros de su casa de Tucumán. Iba tambaleante, como drogada, y alguien le había cambiado las zapatillas por tacos altos. Un patrullero la levantó y lo que sigue —porque sigue— es confuso, aunque todo va en la misma dirección: Marita Verón cayó en manos de una red de prostitución, una de las varias que quedaron al descubierto tras su secuestro.
El expediente judicial abierto tras la desaparición de Marita es un auténtico manual de trata de mujeres que hoy tiene a diez personas esperando juicio oral. En el camino fueron rescatadas 21 mujeres comunes a las que, como a ella, un día una banda raptó para alquilar por turnos.
Los policías que levantaron a Marita en la localidad de La Ramada dicen que la subieron a un ómnibus que volvía a Tucumán, pero su relato hace agua. Todo indica que la chica había llegado hasta ahí escapando de una fiesta sexual, su primer destino de explotación. Y que la devolvieron a eso. Una prostituta contó que pasó por manos de un proxeneta, quien la tuvo en su casa y a los dos días la vendió en 2.500 pesos a una whiskería de La Rioja.
El testimonio fue obtenido por los padres de Marita, que hoy actúan asesorados por el Programa Nacional Antiimpunidad de la Secretaría de Derechos Humanos. Su lucha fue lo que hizo que se siguiera el rastro hasta tres cabarets riojanos, "Candy", "El Candilejas" y "El Desafío" (hoy rebautizado "La Isla"). La Cámara de Apelaciones de Tucumán los definió así: "Lugares destinados al ejercicio de la prostitución donde hay un sistema de reclutamiento de mujeres incluso mediante su privación de libertad".
Allí empezaron a aparecer las historias de terror: mujeres compradas a traficantes tras ser secuestradas en las calles, trasladadas de un punto a otro del país y obligadas a "trabajar" hasta "pagar" lo que habían costado.
De allí escapó "Yanina" —nombre falso—, secuestrada a los 15 años en Misiones cuando iba a comprar pan. "Me llevaron a la whiskería 'Candy', me bañaron, me cambiaron y me hicieron salir al salón a trabajar. Me pedían que hiciera 500 o 600 pesos por día y si no, me pegaban", dice su testimonio, al que accedió Clarín.
Ella fue una de las que vio a Marita trabajando en "Candy" en julio de 2002. "Le tiñeron el pelo y le pusieron lentes celestes", contó. Al tiempo la perdió de vista, pero escuchó a la supuesta regente de la whiskería comentando sobre ella: "Estos boludos la están buscando y está en España." La mujer que habría hecho el comentario, Lidia Medina, hoy está acusada en este expediente de "privación ilegítima de la libertad agravada y promoción de la prostitución". Su hijo, José "El Chenga" Medina, y la esposa de éste, también.
Otros testimonios incriminaron a la tucumana Daniela Milhein, quien —según testigos— quería llevar a Marita a Río Gallegos. La detuvieron junto a su marido y a un policía riojano que transportaba mujeres. Una misionera, una cordobesa y dos bonaerenses fueron liberadas de prostíbulos, se obtuvieron datos de una conexión europea y se ubicó a 17 mujeres prostituidas en España. A Marita, no.
Una segunda causa se abrió en La Rioja, pero hoy está trabada en una red de corrupción con olor político. De Marita sólo queda un testimonio en pasado: "Tributaba muy bien porque era completa."
[Fuente: Clarin, Bs As, Arg, 29may05]
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