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18oct05
Un alto oficial naval que había sido relevado es nombrado Secretario General de la Armada.
El relevo fulminante de un contraalmirante que estaba a cargo de la ESMA, luego de una supuesta discusión con el secretario de la Presidencia Oscar Parrilli, fue uno de los hechos más impactantes de marzo del año pasado, mes del aniversario del golpe de Estado, del polémico acto encabezado por el presidente Néstor Kirchner en la ESMA y de la cesión obligada de sus instalaciones para convertirlas en un Museo de la Memoria.
Pero el contraalmirante Rafael Sgueglia, quien era director de Educación Naval y por lo tanto, la máxima autoridad naval en el predio de la ESMA, nunca fue despedido, al contrario de lo que se difundió en esos días.
La Armada fue la primera de la tres fuerzas que definió —e informó el viernes a la prensa— la composición de su conducción superior para los próximos dos años. Sin demasiados cambios a la vista, más allá de algunos movimientos propios de toda institución castrense, en la lista de autoridades se destacó el nombramiento de Sgueglia como secretario general de la Armada.
Ese puesto es de gran relevancia en las fuerzas. Especie de "asesores políticos" de los jefes, suelen ocuparse de las relaciones institucionales y con la prensa. Normalmente el secretario general es un hombre de mucha confianza del jefe de la fuerza, en este caso el almirante Jorge Godoy.
Para quienes siguen de cerca la evolución de la difícil relación del kirchnerismo con los militares, la "solución" del caso Sgueglia habla del grado de recomposición operado desde aquel complicadísimo mes de marzo de 2004, un mérito que atribuyen en gran parte a la muñeca política y la "visión" de Godoy.
Vale recordar lo sucedido diecinueve meses atrás. El 3 de marzo, Godoy hizo una histórica autocrítica de lo sucedido en la ESMA, aceptó en nombre de su fuerza la cesión de la ESMA y postuló "mirar al futuro". El viernes 19, Kirchner recorrió por primera vez la ESMA junto a un grupo de sobrevivientes. Faltaban cinco días para el acto por el aniversario del golpe, plazo para ceder sus instalaciones, una orden presidencial que provocaba una fortísima revulsión interna.
En algún momento del recorrido, un grupo de familiares de alumnos del Liceo Naval, que también iba a ser trasladado, quiso salir al cruce de Kirchner para reclamarle. El Gobierno nunca lo aclaró, y la Armada tampoco quiso hablar del asunto, pero al parecer, Parrilli discutió duro con Sgueglia. Para el Gobierno, los familiares nunca debieron haber estado allí, se dijo.
El 23, en la base de Puerto Belgrano, en un clima de mucha tensión y en el acto de inicio del año naval, Godoy admitía muy contrariado a la prensa: "Ha habido una acción desafortunada. El señor Presidente quería hacer una visita a la Escuela y dentro había una manifestación. No debió acontecer pero aconteció". "Los que conducimos la Armada, desde el momento que nos designan tenemos en nuestra carpeta una nota de retiro".
Los voceros oficiales hablaron del despido sin atenuantes de Sgueglia, presentado como un "gesto de autoridad" de Kirchner y de reafirmación de su política de derechos humanos. Así fue reflejado por la prensa nacional.
Consultadas por Clarín, fuentes de la Armada dijeron ayer: "Nunca fue intención del Gobierno que pasara a retiro. Sgueglia estuvo en disponibilidad. Luego se hizo cargo de la Secretaría de Intereses Marítimos. Las autoridades del Gobierno siempre estuvieron al tanto de todo".
Al parecer, pasado el nerviosismo de aquel marzo, el caso fue analizado en frío. "Se concluyó que Sgueglia no tuvo responsabilidad en la acción de los padres de los alumnos del Liceo Naval", dijeron las fuentes. Que por otra parte, fueron recibidos en los días siguientes por el Gobierno, que comprometió soluciones edilicias para las escuelas que debían ser trasladadas.
Un vocero del Ministerio de Defensa corroboró ayer: "Sgueglia nunca pasó a retiro. Se lo sacó de la ESMA y se lo pasó a otro puesto". El contraalmirante espera asumir como secretario naval en los próximos días.
[Fuente: Clarin, Bs As, Arg, 18oct05]
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