Información | ||
Derechos | Equipo Nizkor
|
04may13
Murió Arquímedes Puccio, jefe de un clan familiar de secuestradores e integrante de la Triple A
Pasó sus últimos días de la misma manera que algunas de sus víctimas: confinado en una habitación, casi sin posibilidad de moverse, obligado a comer lo que otros le daban en la boca y consciente de que el final se acercaba. Así murió ayer Arquímedes Rafael Puccio (84), jefe de un clan familiar que pasó a la historia a fuerza de traicionar amigos, secuestrarlos y asesinarlos. Un accidente cerebro- vascular lo había condenado a esperar la muerte postrado en un catre de General Pico, La Pampa.
Sus tiempos de sentirse todopoderoso ya habían quedado tan lejos como su famosa casa de la calle Martín y Omar, en San Isidro, aquella donde había hecho construir una mazmorra para encerrar a sus víctimas en un infierno clandestino. Sus aspiraciones, ahora, eran más terrenales: esperar a que el mes próximo le dieran por cumplida su condena a perpetua para que su libertad condicional fuera absoluta. Y rogar que algún familiar -su esposa, por ejemplo- se apiadara y le pagara un tratamiento.
Calvo, petiso y un tanto regordete, Arquímedes tuvo una vida cruzada por la política y el delito. Siempre vinculado al peronismo -y a la ultraderecha-, entró a trabajar a la Cancillería antes de cumplir 20 años y lo echaron todavía más rápido, cuando intentó contrabandear 250 pistolas desde Italia.
Enseguida se vinculó con el grupo nacionalista Tacuara, se recibió de contador y se dedicó a las inversiones inmobiliarias. Y a tener hijos: cinco, en total.
En el '73, gracias a sus contactos, lo designaron secretario de Deportes de la Municipalidad de Buenos Aires. Después pasó al Ministerio de Bienestar Social de José López Rega y la Triple A y al poco tiempo cayó preso por un secuestro: el de Enrique Pels, ejecutivo de Bonafide.
Terminó absuelto.
Arquímedes puso una rotisería y después un negocio de artículos de wind surf, que dejó a cargo de la gran estrella de la familia: su hijo Alejandro, rugbier del Club Atlético San Isidro (CASI) y de Los Pumas.
Alex , para ellas.
Pero los números no cerraban y Arquímedes volvió al delito. Ahora, con gran parte de su familia. El 22 de julio de 1982 dieron su primer golpe como clan. Alex marcó a un amigo que había hecho en el rugby, Ricardo Manoukian (24, hijo de los dueños de una cadena de supermercados), y fue a esperarlo con su auto a la salida del trabajo, en Martínez. Cuando lo vio, fingió que tenía un desperfecto y le hizo señas para que se detuviera.
Así, Manoukian terminó cautivo en la casa familiar de la calle Martín y Omar. Lo tuvieron nueve días atado en una bañadera, cobraron 500.000 dólares de rescate y al final lo asesinaron.
El siguiente fue Eduardo Aulet (25), hijo de un empresario y también conocido del rugby de Alex . El 5 de mayo de 1983 lo capturaron, lo llevaron a la casa de San Isidro y lo encerraron en un ropero. A las 24 horas, lo ejecutaron.
Igual cobraron 100.000 dólares de rescate.
Luego le tocó a un allegado a Arquímedes. Se llamaba Emilio Naum, era dueño de la marca de ropa Mac Taylor y tenía 38 años. El 22 de junio de 1984, el jefe del clan le hizo señas en una calle de Recoleta para que frenara su auto y sus cómplices se le fueron encima. Como se resistió, lo mataron de un tiro.
Nadie sospechaba lo que hacían. Los Puccio eran una familia más de San Isidro. Daniel, hermano menor de Alex , jugaba al rugby. El otro, Guillermo, andaba de viaje por Nueva Zelanda. Y Silvia, una de las hermanas, era profesora en un colegio de monjas.
La plata, sin embargo, no alcanzaba. En junio de 1985, el clan resolvió secuestrar a la empresaria Nélida Bollini de Prado, madre de los dueños de una concesionaria de autos. La entregó un conocido.
Para entonces ya estaba lista la mazmorra en el sótano de la casa, un cajón de hormigón armado con anillas de hierro en las paredes. Con un grillete en un tobillo, Bollini de Prado estuvo ahí, en un camastro, durante 32 días. Una lata de pintura servía a sus necesidades y dos radios sintonizadas en diferentes estaciones la aturdían.
Pero esta vez el clan falló. Cuando intentaban cobrar los 500.000 dólares de rescate, Arquímedes, Daniel y un cómplice fueron detenidos. La Policía fue a la casa de San Isidro, liberó a la empresaria y arrestó a Alex , que estaba ahí con su novia.
Fue un escándalo. El mundo del rugby se movilizó creyéndolos inocentes y pronto se decepcionó.
Alex intentó suicidarse tirándose de un balcón de Tribunales; quedó tullido y terminó muriendo, por otras complicaciones, en 2008. Daniel fue excarcelado provisoriamente en 1988, quisieron recapturarlo y huyó: aún hoy está prófugo.
Condenado a perpetua, Arquímedes logró la prisión domiciliaria en 2002, pero volvió a la cárcel por violarla. Lo mandaron a un penal semiabierto de General Pico y allí tuvo más problemas: lo agarraron robando dos sobrecitos de sopa.
En 2008, tras 23 años de encierro, salió libre. Fue a vivir a la casa de un pastor evangelista, a quien intentó convencer hasta el último día de que había matado y secuestrado para juntar plata para formar un partido político. A cambio recibió compañía, atención y comida en la boca hasta que murió. Y poco más: la Policía anticipó que es probable que su cuerpo termine en una fosa común del cementerio local.
[Fuente: Por Rolando Barbano, Clarín, Bs As, 04may13]
This document has been published on 06May13 by the Equipo Nizkor and Derechos Human Rights. In accordance with Title 17 U.S.C. Section 107, this material is distributed without profit to those who have expressed a prior interest in receiving the included information for research and educational purposes. |