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30jun12


La caída de un hombre clave


Durante 1976 y 1977, años de esplendor del terrorismo de Estado, el general Carlos Alberto Martínez fue jefe de Inteligencia del Ejército. Bajo su mando funcionó el Batallón 601 de Callao y Viamonte y los destacamentos y secciones de Inteligencia de todo el país, destinos de los interrogadores que arrancaban información en las mesas de tortura de los centros clandestinos en busca de nuevos "blancos". Mano derecha de Jorge Rafael Videla, en abril de 1977 disertó junto al dictador sobre "la agresión marxista internacional" en un salón colmado por 300 periodistas en el edificio Libertador. A partir de 1978, y durante cuatro años, fue jefe de la Secretaría de Inteligencia del Estado, la SIDE. Vivió un tercio de siglo impune, volvió a la SIDE en los comienzos del menemismo y llegó a ser citado como testigo en el juicio oral por crímenes en el circuito Atlético-Banco-Olimpo. Ayer, a sus 84 años, el juez Daniel Rafecas ordenó por primera vez su detención por más de un millar de secuestros, tormentos y homicidios. Martínez se negó a declarar y por su delicado estado de salud quedó detenido en su casa de San Miguel.

"Parece mentira que el cerebro mayor del plan estuviese sin una acusación. Era preocupante porque demuestra que a la Justicia le cuesta entender el rol que cumplieron los aparatos de Inteligencia en el terrorismo de Estado", reflexionó ayer el abogado Pablo Llonto, querellante en la causa por crímenes de lesa humanidad en jurisdicción del Primer Cuerpo de Ejército, que instruye Rafecas. "Ojalá que éste sea el inicio de la detención de todos los jefes de Inteligencia de Marina, Aeronáutica, Policía Federal, todas las policías provinciales, Gendarmería, Prefectura y los servicios penitenciarios", se esperanzó. "Son decenas de oficiales que deben estar presos y sin prisión domiciliaria, porque desde sus casas seguramente siguen espiando", advirtió. La detención de Martínez había sido solicitada por Llonto, por la fiscalía a cargo de los juicios orales del Primer Cuerpo, a cargo de Alejandro Alagia, y días atrás por la querella que representa a los familiares de Bernardo Alberte, el ex edecán y delegado de Juan Domingo Perón asesinado por sus camaradas la madrugada del golpe de Estado al ser arrojado desde el sexto piso de su departamento en Recoleta.

Ex alumno de la Escuela de las Américas, donde se formaron los torturadores del Cono Sur, Martínez fue en 1975 segundo jefe y a partir de 1976 titular de la Jefatura II de Inteligencia del Estado Mayor del Ejército, léase un asesor de primera línea de Videla. El 19 de abril de 1977, junto al dictador y su jefe de Estado Mayor, general Roberto Viola, Martínez se explayó con diapositivas, fotos y gráficos sobre "La agresión marxista internacional" y "La subversión marxista en la Argentina", según registraron los diarios de la época. "Sólo pueden comprenderse el sentido, las implicancias, la diversidad de factores que intervienen y los reales fines de la agresión que sufre la República si se analiza en su real esencia como parte de la agresión subversiva marxista a nivel mundial", teorizó. "Esta agresión es total en el sentido absoluto de la palabra, su finalidad es la conquista de la población mundial partiendo del dominio de la psiquis del hombre", agigantó al enemigo antes de explayarse sobre los orígenes de la guerrilla, el PRT, Montoneros, el foquismo, el materialismo histórico y el "socialismo marxista" como objetivo final del enemigo.

A comienzos de 1978, Martínez pasó a comandar la SIDE en reemplazo del general Otto Paladino, ex jefe de Automotores Orletti. "A la SIDE me llevó el general Carlos Alberto Martínez", confió a Página/12 en 2003 el coronel Alberto Tepedino, hoy condenado. El periodista Gerardo Young, en su libro SIDE. La Argentina secreta, cuenta que el alias de Martínez era "Pelusa", que en 1989 Juan Bautista Yofre lo nombró director de la Escuela de Inteligencia y que renunció al organismo en tiempos de Hugo Anzorreguy, molesto porque los indultos menemistas no fueron tan amplios como quería.

Martínez no tuvo noticias de la Justicia hasta el 18 de junio, cuando Rafecas allanó sus domicilios en Pardo 2112 y España 865, en San Miguel. Confiado en que moriría impune, el general de división retirado tenía en su poder documentos que comprometen a militares y a civiles de renombre. Ayer, luego de analizar el material, el juez ordenó su detención. El octogenario fue trasladado a los tribunales de Retiro, pero se negó a declarar. Rafecas le imputa delitos contra más de un millar de víctimas en una docena de centros clandestinos, incluidos Atlético, Banco, Vesubio, Orletti y la Superintendencia de Seguridad Federal. El consejero de Videla, que se dializa tres veces por semana, quedó arrestado en su casa.

[Fuente: Por Diego Martínez, Pag12, Bs As, 30jun12]

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