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04feb15
Nacido en el 9 de Julio
"Hubo un nacimiento mientras yo estuve de guardia, una noche atendieron a la mujer que tuvo familia, los médicos se llevaron al bebé y la mujer quedó ahí. Lo supe por mis compañeros. Supuestamente el médico era de la Marina", denunció el ex conscripto Aníbal Américo Agotborde en la reanudación del juicio contra 25 represores que actuaron en jurisdicción de la Armada Argentina.
El empleado municipal jubilado realizó el servicio militar en la Base Naval de Puerto Belgrano y fue destinado a la "antiterrorista" Compañía Pitón. Describió los operativos de secuestro y sus guardias en el centro clandestino de detención y exterminio que funcionó en el buque ARA 9 de Julio. "Era castigar gente indefensa, sin posibilidad de ver quién le pegaba, estaban esposados, era infrahumano señor", dijo al juez Martín Bava. "Nosotros éramos partícipes involuntarios de eso, veíamos lo que pasaba pero no éramos quienes les pegábamos. Eran los suboficiales de nuestra compañía, infantes de marina y de marinería".
También declararon Horacio Montes de Oca, Ernesto Reynafé, María Raquel Loperena y Nélida Enriqueta Natali*. Hoy continúan las testimoniales desde las 9 en Colón 80.
Aníbal Américo Agotborde hizo el servicio militar en la Base Naval de Puerto Belgrano entre el 6 de octubre de 1975 y el 6 de diciembre de 1976. Recibió la instrucción en Campo Sarmiento y luego fue destinado al remolcador Quilmes. Un mes antes del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 fue incomunicado y designado en la Compañía Pitón "que, según los superiores de la Armada, era antiterrorista".
La integraron conscriptos que no se conocían entre sí, oriundos de diferentes puntos del país, entrenados en el campo de la Base de Infantería de Marina Baterías. "Era prepararnos, según ellos, para la guerra antisubversiva, práctica de tiro, conocimiento de cómo se procedía para armar y desarmar un fusil. Éramos entre treinta y cuarenta". La completaban "una cantidad importante de suboficiales" de "infantería y marinería" al mando de un capitán de fragata y del teniente de navío Mario Bilesio como jefe de tropa.
Según informó Diego Martínez en 2009, Bilesio fue condecorado por Eduardo Emilio Massera en 1978 por su actuación en "operaciones de combate" como miembro del Grupo de Tareas 3.3 de la ESMA. En 2003 desautorizó a Alfredo Astiz a fijar domicilio en su casa de 11 de abril 540 de Bahía Blanca y "pidió que no le envíen más notificaciones para el camarada en desgracia. El ingeniero Bilesio -decía entonces el periodista- es jefe de inspección en la construcción del buque a vela Escuela Goleta 'Santa María de los Buenos Ayres', destinado 'a incentivar la cultura marítima de la sociedad argentina'".
"En primera instancia (nos llevaron) al cuartel base de Puerto Belgrano, se nos acondicionó una cuadra especialmente para nosotros, estábamos aislados de los conscriptos de la Base. La compañía se forma entre diciembre del 75 y enero del 76. Nos fueron reclutando a todos los integrantes. El adiestramiento fue de unos 45 días. Cuando nos levantaban nos llevaban directamente a Baterías a hacer el adiestramiento que duraba todo el día", detalló el testigo.
Poco antes del golpe de Estado fueron designados al Centro de Adiestramiento y Operaciones de Infantería de Marina (CAOIN). Allí dormían con ropa de fajina y con el casco como almohada, acuartelados.
"El 24 de marzo empezamos a salir en distintos vehículos de la Base para hacer allanamientos en sindicatos y en casas que supuestamente eran de dirigentes gremiales. Se hacían en Bahía Blanca y Punta Alta principalmente. Eran frecuentes, los días y meses subsiguientes, hasta sesenta o setentas días después del golpe. Había otros grupos que se dedicaban a la zona", dijo Agotborde.
Una veintena de miembros de la compañía "antiterrorista" se desplazaban en camiones y camionetas de la Armada. Los conscriptos eran el apoyo de oficiales y suboficiales que entraban a los lugares allanados "en forma violenta, pateando puertas y golpeando gente, no había ninguna orden (judicial)".
"Sacaban gente de las viviendas o de los sindicatos y los llevaban a la Base Naval. Las personas eran sacadas esposadas y encapuchadas. No sabíamos a dónde íbamos, los suboficiales nos llevaban. Nos iban a buscar al lugar de la infantería de marina, nos decían 'hay que salir' y salíamos. Los operativos eran de día, de noche, a la madrugada. Para ellos parecía ser una cosa normal", describió el ex colimba.
Contó que las personas que se iba a secuestrar "no tenían oportunidad de defenderse", que en dos o tres ocasiones participó en operativos conjuntos con el Ejército en Punta Alta y que lxs detenidxs eran bajados en el Puesto 1 de la Base con esposas y capuchas y "se los castigaba" hasta llevarlos al próximo centro clandestino.
"Toda la gente que ellos detenían iban a parar al Crucero 9 de Julio que estaba raleado en el muelle de la base, estaba fuera de servicio y se usaba como cárcel. Yo hice guardia en ese buque más o menos seis meses. Cuando nos faltaba un mes para darnos de baja nos cambiaron por otros muchachos y nos relevaron de la función".
Agotborde estuvo dos o tres días en el interior del campo de concentración y luego pidió hacer guardia en la cubierta, le correspondía vigilar desde la proa hasta la mitad del barco.
"Me descomponía por los castigos que recibía la gente, era castigar gente indefensa, sin posibilidad de ver quién le pegaba, estaban esposados, era infrahumano señor", dijo al juez Martín Bava. "Si a usted le ponen una capucha y esposado en la espalda le pegan, ¿qué le parece? Nosotros éramos partícipes involuntarios de eso, veíamos lo que pasaba pero no éramos quienes les pegábamos. Eran los suboficiales de nuestra compañía, infantes de marina y de marinería".
Había "más de veinte" camarotes que oficiaban como calabozos. Cuando a los detenidos les permitían ir al baño, los conscriptos debían acompañar a los suboficiales que entraban con ellxs, les sacaban las esposas y les mantenían encapuchadxs.
"Muchas veces venían los vehículos de la base con gente tirada en el piso y quedaban ahí. Traían quince o veinte personas, los subían al buque y quedaban en los calabozos. Había hombres y mujeres, de Bahía Blanca, Punta Alta y de otros lugares que nos preguntaban dónde estaban. (…) No tenían noción, mis compañeros me comentaban que muchos preguntaban o se daban cuenta por el sonido de las gaviotas que estaban cerca del mar".
Pedir atención médica o que les permitieran higienizarse podía ser interpretado como una provocación de "disturbios" y motivar "castigos brutales" o que no les dieran de comer. "El buque estaba infestado de ratas, cazábamos un montón con los hilos de cobre de los cables de corriente y las tirábamos al mar".
"Hubo un nacimiento mientras yo estuve de guardia, una noche atendieron a la mujer que tuvo familia, los médicos se llevaron al bebé y la mujer quedó ahí. Lo supe por mis compañeros. Supuestamente el médico era de la Marina", denunció el ex conscripto y agregó que "era un abuso constante hacia las mujeres por parte de los oficiales y suboficiales".
Finalmente manifestó que entre los oficiales y suboficiales se hablaba de "hacer un viaje" en referencia a los traslados de detenidxs "en avión o helicóptero a distintos lados" y que Guajardo y Di Santo o Di Sántoro eran dos de los que torturaban.
Los represores "nos decían que no podíamos hablar de lo que habíamos vivido en la base porque estábamos vigilados y era un acto de traición a la patria divulgar lo que había pasado, según ellos, en la lucha contra el terrorismo. (…) Un mes antes de darnos de baja -noviembre de 1976- nos liberaron de la guardia porque habían incorporado nuevos conscriptos, todavía había muchos presos en el Crucero 9 de Julio", culminó.
[Fuente: FM la Calle, Bahía Blanca, 04feb15]
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