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DERECHOS

22nov11


Sinopsis de la audiencia de 22nov11 en el juicio por crímenes contra la humanidad cometidos bajo control operacional del Comando V Cuerpo de Ejército con sede en Bahía Blanca


Comando V Cpo de Ejército
Audiencia del martes 22 de noviembre de 2011
La audiencia contó con la presencia de los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Bahía Blanca Jorge Ferro (de la Cámara Federal de Apelaciones de Mar del Plata); José Mario Triputti (del Tribunal Oral Federal de La Pampa), Martín Bava (juez federal de Azul) y el juez sustituto Oscar Hergott (del Tribunal Oral Federal Nº5 de Capital Federal).

Además, participaron los fiscales Abel Córdoba y Horacio Azzolín. Víctor Benamo y Mónica Fernández Avello por la querella de la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Nación; y por familiares y la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, Walter Larrea y Diego Czerniecky. Por la defensa pública los doctores Gustavo Rodríguez, Alejandro Castelli y Leonardo Brond y los particulares Luís De Mira, Hernán Vidal, Walter Tejada y Mauricio Gutiérrez.

Lidia Teresa Lofvall

Vive en Punta Alta. Tiene 47 años, es docente en actividad.

Fiscal Abel Córdoba: Sobre el caso de Andrés Lofvall. ¿En el año 77 cómo era su familia?

Mi mamá, papá, mi hermano Andrés y yo.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Dónde vivían?

Andrés vivía en el 77, se fue a Bahía Blanca para estudiar técnico mecánico, vivía en calle Ceballos.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Qué sabe del hecho?

El día que desapareció mi hermano, el 3 de febrero, fuimos al departamento con mis padres. Paramos en la vereda, mi papá bajo primero y tardo mucho, así que esperamos con mi mamá, y después de esperar salió mi papá. Vimos que entraban personas de civil, pero como vivía delante la dueña pensamos que eran amigos del hijo. Sale mi papá y personas con ametralladoras subieron en un falcon que estaba estacionado y otros dos en el auto de mi papá, iban al lado mío con ametralladoras.

De ahí nos llevaron al V Cuerpo de Ejército, estuvimos en una sala, nos tuvieron como dos horas. Ahí angustiados esperando una respuesta, no sabíamos qué sucedía con mi hermano, no sabíamos dónde estaba, qué había pasado. Después me enteré que mi papá encontró al departamento todo baleado. Ahí en V Cuerpo nos tuvieron dos horas y nos dijeron que estaba prófugo y que lo estaban buscando. Ahí empezó toda la búsqueda.

Mi papá era militar, se había retirado dos años antes. Empezó a hablar con gente conocida en Marina para ver si podían ayudarlo. Y lo mismo hicieron los padres de los otros chicos. La búsqueda fue inútil. No lo podían encontrar por ningún lado, en Marina le dieron vuelta la espalda, mi papá estaba muy triste.

Hasta que un día vinieron a avisarnos que estaba muerto en Avellaneda.

Fiscal Abel Córdoba: ¿En el departamento qué pasó con el compañero de su hermano?

En el departamento estaba mi hermano solo. Carlos estaba trabajando y se lo llevaron del trabajo lo mismo que a mi cuñada Nancy.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Quién era su cuñada?

Nancy Cereijo. Estaba trabajando y se la llevaron.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Hubo más secuestros?

Carlos, era amigo de mi hermano y de su novia

Fiscal Abel Córdoba: ¿Cuándo fue esto?

Creo que fue en el mismo día.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Qué les dice su padre cuando vuelve al auto?

Que Andrés no estaba y que el departamento estaba baleado y esta gente le decía que se había escapado y que estaba prófugo.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Cuál es la noticia posterior?

Después de la búsqueda, cuando llega el 23 de abril, nos avisan que había novedades de mi hermano. Nos dicen que lo habían encontrado, que estaba en Avellaneda.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Quién les dio la noticia?

Mi tío. Después de eso quedo en lo de un tío en Punta alta, tenía 13 años. Mis padres con otros familiares van a Avellaneda a buscarlo. Tuvieron que reconocer los cuerpos, estaban masacrados. A mi hermano lo reconocieron por una cicatriz en la frente. Tenía 20 años. Cuando los secuestraron faltaban nueve días para que se casara con Nancy.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Por qué le entregaron el cuerpo?

Por lo que sé de mis padres, tenemos los cuerpos gracias a un tío de Nancy que fue el que ofreció su vehículo para traer los cuerpos. Mi mamá dice que vio las fosas donde tiraban los cadáveres. Yo siempre digo que las enfermedades de mis padres son por haberse tragado tanta impotencia y bronca. Andrés era estudioso, quería tener una familia y le truncaron la vida. Ese año fue horrible, no lo superé nunca, mis padres menos. Mi mamá sufrió durante muchísimos años.

Abogado querellante Víctor Benamo: ¿Las personas que vieron en lo de su hermano estaban de civil?

Sí de civil.

Juez: ¿Tienen los certificados de defunción?

Sí, mis padres los tenían.

Juez: ¿Qué sucedió sobre el domicilio de su hermano?

Del departamento de mi hermano no tenemos nada, se llevaron hasta las fotos, los muebles.

Juez: ¿Quién no les dejó sacar las cosas?

Fue el V Cuerpo de Ejército.

Juez: ¿Hubo funeral?

Fue a cajón cerrado.

Juez: ¿Hubo alguna limitación?

No.

Juez: ¿Quiere agregar algo más?

Que paguen las penas que les corresponden y en cárceles comunes, no merecen ningún privilegio. Por haber matado a tantas personas. En la memoria de mi hermano pido que se haga justicia

Carlos Walde

71 años, jubilado. Tiene dos hijos, vive en Punta Alta.

Fiscal Abel Córdoba: Caso de Andrés Lofvall. Relate lo que conoció del caso.

Andrés es primo de mi señora. Lo que hice fue una vez conocida la desaparición de Andrés, se toma conocimiento de lo que había sucedido, que había que pasar a reconocer el cuerpo y retirarlo junto con los otros familiares, que había que acompañar a los padres de Andrés yo me ofrecí para acompañarlos.

Se aportó el vehículo y fuimos con los padres de Andrés y el señor Cereijo. Fuimos hasta La Plata, llegamos y nos alojamos en la casa de un hermano de Cereijo y al día siguiente estuvimos recorriendo organismos y después fuimos hacia el lugar donde nos citaron.

Era una comisaría, ahí se le dieron a conocer las circunstancias y después de eso fuimos a un lugar que era donde había una morgue. Fui yo el que entró y me mostraron el cuerpo de un masculino y el de una mujer. Yo al cuerpo no lo reconocí como el de Andrés, me mostraron otros, cuando vi el cuerpo de la mujer me di cuenta de quién era. Salí de ese lugar, hablé con los tíos y no había una certeza que sea el cuerpo de Andrés. Después de conversar, la madre me comenta que había una seña característica, ingresé nuevamente y al ver eso ahí si quedó fehacientemente que era el cuerpo de Andrés. Tenía la plena seguridad que era Andrés.

Después se hizo el trámite de retirar el cuerpo. Fuimos a una casa de servicios fúnebres, se hizo todo el acondicionamiento y se volvió a Punta Alta con los cuerpos. Un viaje que se hizo en dos días.

No fue inmediato de su desaparición, hasta que encontramos el cuerpo hubo un proceso.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Desapareció solo?

Con otras personas, eso manifestaban los padres. Los padres iban en forma semanal a verlo a Bahía, un día fueron y no estaba.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Qué contaban?

Fue un grupo que lo retiraron, eso contaban los padres.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Era militar su tío?

Sí.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Pudo averiguar algo?

Iban todos los días al V Cuerpo, después se fueron espaciando las visitas, siempre estuvieron preguntando.

Fiscal Abel Córdoba: ¿En la comisaría le dijeron las causas de la muerte?

Se mencionó que la muerte se había producido en un enfrentamiento armado.

Cuando se termina la tarea de reconocimiento de ahí nos fuimos a una funeraria y esa tarea se hizo larga. Yo salí del lugar y me puse a caminar. Lo que encontré fue una calle en una zona de fábricas y talleres y encontré una cuadra donde había casi todo un paredón, una pared medianera, estaba sobre la vereda y cuando observé esa pared encontré marcas.

Juez Jorge Ferro: ¿Nancy y Andrés tenían militancia?

Con certeza no.

Irma Wagner de Iandarelli

72 años, casada, un hijo, jubilada. Vive en calle Rivadavia 436 de Punta Alta.

Fiscal Horacio Azzolin: Usted ha sido citada por el caso de su hija Estela Maris que tenía 19 años y estudiaba Economía. ¿Qué gestiones realizó por su hija?

Ella desapareció en la calle, la llevaron al V Cuerpo de Ejército. Hicimos habeas corpus y en ninguna oportunidad nos atendían, no recuerdo los apellidos.

Me entero por el padre de otra de las chicas desaparecidas y por los vecinos, ella vivía en Bahía Blanca estudiaba en la UNS y vivía en el departamento con otra chica, ésta desapareció unos días antes, ella nos avisó.

Las gestiones las hizo mi marido, después cuando volvió al trabajo seguí yo. Iba al V Cuerpo los jueves. En una oficinita había dos personas jóvenes que nos retiraban los documentos y nos decían que no nos podían atender porque no se encontraba la persona y así íbamos e íbamos. Hasta que nos enteramos que a mi hija la llevaron a La Plata. Ella desapareció el 5 de febrero del 79.

Hasta abril aparentemente estuvieron acá, después los llevaron, murieron en un enfrentamiento según ellos y después los enterraron. En junio nos avisaron que habían fallecido. Fuimos hacer la gestión y los trajimos.

Fiscal Horacio Azzolin: ¿Reconoció el cuerpo?

No, estaban enterrados.

Fiscal Horacio Azzolin: ¿Quién les dio información?

Aparentemente en el V Cuerpo decían eso. Eso lo sabían los medios, en la radio y la TV que había un enfrentamiento en La Plata y dieron los nombres.

Fiscal Horacio Azzolin: ¿Había mucha gente en el V Cuerpo preguntando por gente?

Sí muchísimo. Más de 10, seguro.

Fiscal Horacio Azzolin: ¿Hizo habeas corpus?

Nunca contestaron, nunca había noticias sobre eso.

Alfredo Ianarelli

Tiene 81 años. Casado, un hijo que trabaja en la Base Naval de Puerto Belgrano. Es jubilado de la Base, vive en Punta Alta.

Fiscal Horacio Azzolin: Usted fue citado por el caso de su hija Stella Maris. Cuente lo que recuerda sobre la desaparición de su hija.

La buscamos, nada más y otra cosa no hay.

Fiscal Horacio Azzolin: ¿Cómo se entera?

Por medio de un suboficial Cereijo, porque mi hija trabajaba y estudiaba en Bahía Blanca. Él me dijo que estaba secuestrada, no sé de dónde lo sacó. Ella estudiaba pero no recuerdo qué. Yo nunca vine a visitarla acá, ella iba para Punta Alta.

Fiscal Horacio Azzolin: ¿Le dijeron cómo falleció ella?

De un tiro en la nuca.

Fiscal Horacio Azzolin: ¿Ella militaba?

No recuerdo.

Fiscal Horacio Azzolin: ¿Cómo fue la vida después de lo que le pasó a su hija?

Todos los días mirando cualquier chica pensando que era la mía. Salía a las seis de la mañana a trabajar y pensaba que iba aparecer muerta en la puerta de mi casa, yo pensaba eso.

Fiscal Horacio Azzolin: Usted trabajaba en la base, ¿hizo alguna averiguación?

No. Es un secreto mío.

Adriana Archenti

61 años, divorciada, es antropóloga de la UNLP

Fiscal Horacio Azzolin: Fue ofrecida como testigo a raíz de una declaración del año 2000 en La Plata donde hizo algunas referencias sobre su cautiverio que le pido le comente al tribunal.

Yo fui secuestrada entre la noche del 2 de febrero y la madrugada del 3 de 1977 en el pueblo de mis padres, El Perdido, por cuatro hombres con armas largas que dijeron ser de Coordinación Federal en un auto sin identificación. Me encapucharon y me dijeron que íbamos a Azul, por las vueltas del camino y el tiempo que tardamos, me di cuenta que veníamos a Bahía. Estuve en algún lugar de Bahía durante algunos días. Estuve sola, no vi a ninguna persona y por los silencios y las conversaciones de la guardia, entiendo que no había otras personas en ese lugar. Pensé que era un descampado pero una vez escuché la voz de un heladero, fue mi único registro de que era un lugar urbanizado.

Al quinto o sexto día fui trasladada a La Plata, estuve en la Dirección de Robos y Hurtos de la calle 13, entre 54 y 55. Estuve el resto de mi cautiverio ahí, por ese lugar pasaba mucha gente, evidentemente era una especie de lugar de redistribución.

Puedo reconstruir quiénes se encontraban en determinadas celdas y después pensar en alguna gente que haya venido después.

Mi reconstrucción de las celdas que iba desde el fondo del pasillo hacia donde yo estaba, en la primera hubo un chico de La Plata y un médico del sur que tenía cuatro o cinco hijos. Esas dos personas fueron liberadas la misma noche que yo. Hubo alguien que era grande de cuerpo que lo llamaban el "Yeti" creo, hubo alguien a quién escuchaba en los interrogatorios llamar Gerónimo que supuestamente era de Tres Arroyos y por lo que se decía habían matado a su mujer cuando lo llevaron. Estuvo Mario Mercader que fue llevado con su mujer entre febrero y marzo.

Luego había otra celda en la cual estaban -algunos apellidos los sé de después- Cecilia Iriart, Pecos Mainer, el Mono Moncalvillo y Liliana Galarza que estaba embarazada y tuvo a su hija en cautiverio. Se la llevaron para tenerlo y la volvieron a traer.

En la celda que estaba yo pasó distinta gente y yo estuve sola también bastante tiempo, estaba la Gorda que fue liberada, conozco sus datos pero no estoy autorizada por ella a darlos porque no ha declarado, estaba alguien a quien llamaban Marta que podría ser Veira, ella estaba vestida con una túnica que podía ser de embarazada y cuando la fueron a buscar le manifestaron que porque estuviera embarazada no se iba a salvar del interrogatorio. Estaba Mabel Ponte (?) de Pedreira que la habían traído de Mar del Plata. Estaba Anahí Mercader. Estuvo una chica morocha de rulos y su compañero en una celda contigua, ellos se comunicaban con golpes, una guardia los dejó conversar en un patio, nos dimos cuenta que fue quizás la noche antes de trasladarlos.

Enfrente estaba la sala de interrogatorios, había otra celda, estaban Malena Mainer, la hermana de Pecos, alguien a quien llamaban Susana y venía posiblemente de Córdoba y... alguien que estudiaba medicina, Mariel.

Fiscal Horacio Azzolin: ¿Recuerda un grupo de chicos trasladado de Bahía Blanca?

En algún momento de abril, puede ser de mediados hacia fines, yo estaba sola y estaba en el baño, cuando vuelvo había cuatro o cinco personas, creo que eran cinco, con las cuales estuve muy pocos minutos porque en cuanto vieron que estábamos hablando me sacaron.

Ellos dijeron que venían de Bahía, que los llevaron en avión, que no sabían a dónde iban que los sacaron para blanquearlos, mi registro es que había dos parejas, al menos dos hombres y dos mujeres, que eran muy jóvenes, alcanzaron a decirme que en Bahía estaban en una situación muy terrible, como en cuchetas apiladas y encadenados, ahí estábamos esposados pero no encadenados. Tenían ropa ensangrentada y lo sé porque luego me hicieron lavar una ropa -que fue lo único que hice mientras estuve ahí-. Los varones dijeron que tenían sarna.

Fiscal Horacio Azzolin: ¿En qué condiciones los vio?

Malas, los vi por abajo del tabique, fue muy rápido, había una guardia arriba del techo. No nos dijimos los nombres. A mí me sacaron de esa celda y no volví a tener contacto con ellos.

Fiscal Horacio Azzolin: ¿El pueblo de sus padres es cerca de Bahía Blanca?

Y a ciento y algo de kilómetros.

Fiscal Horacio Azzolin: ¿Y de Dorrego?

Mi pueblo... 17, 18 kilómetros. A mí me dijeron que iban a Azul pero doblaron a la derecha. La cuestión es que nunca he sabido dónde estuve yo porque es algo extraño que haya estado sola casi una semana.

Fiscal Horacio Azzolin: ¿La noche de su secuestro fue capturado alguien más?

Afuera, fueron secuestradas dos personas en Tres Arroyos. Creo que era Rivada, que era futbolista. Lo supe cuando volví. Cuando me llevaban registro que había más autos pero no tuve contacto con nadie. Mi pueblo está a 90 o 100 kilómetros de Tres Arroyos.

Defensor oficial Alejandro Castelli: No me quedó claro el nombre del pueblo.

El Perdido, Estación José Guisasola, Partido de Cnel. Dorrego.

Juez sustituto Oscar Hergott: ¿Pudo precisar la fecha en el momento en que estuvo retenida hasta que vio a las personas de Bahía más o menos?

Serían dos meses y diez días suponiendo que esto haya sido a mediados de abril.

Juez Jorge Ferro: ¿Podría describir el lugar donde estuvo?

Podía haber sido una casa pequeña acondicionada para tal fin. Cuando me llevaron me pusieron contra una pared, se cerró una puerta que tenía una mirilla. En algo que podía ser una cocina escuchaba a los guardias jugar a las cartas. Los hombres me llebavan al baño. Por debajo del tabique veía cajas como si fueran de mercadería. Había manchas de sangre en la celda y el último día un oficial seguramente vino a verme. Hizo poner un colchón y una manta que también estaban manchados con sangre. Alguien me habló desde una ventanilla y me decía que ahí habían muerto varias gentes.

Juez Jorge Ferro: ¿Hasta que le dieron el colchón dónde estaba?

En el suelo.

Juez Jorge Ferro: ¿Escuchaba ruidos?

Las voces de los hombres en general y a la noche silencio absoluto. Pareciera que a la alta noche estaba sola. Luego el heladero.

Juez Jorge Ferro: ¿Cuando la detiene el personal de Coordinación Federal le explica las razones?

No, dicen que me van a llevar a Azul. Además le sacan una pieza del auto a mi padre para que no pudiera seguirlos.

Juez Jorge Ferro: ¿Tenía militancia?

No estaba militando en ese momento pero mis ideas seguían siendo peronistas.

Juez José Mario Triputti: ¿Quiere agregar algo?

Desafortunadamente no puedo agregar más datos a esta determinación de nombres respecto a lo que me preguntaron, sí la fecha que mencioné.

Gustavo Fabián Aragón

51 años, casado, dos hijos, desocupado.

Fiscal Horacio Azzolin: Señor Aragón usted fue citado para declarar en torno a la privación de la libertad que usted sufrió en el año 76, le pido que le cuente al tribunal todo lo que recuerde de esas circunstancias.

En el año 76 tenía 16 años, me encontraba con un grupo de amigos en el club Villa Mitre y veo llegar a mi padre, cosa realmente inusual, que me explica que mi madre había sufrido una indisposición. Cuando estoy saliendo veo que a mi padre lo acompañaban dos personas, me dice que no haga nada, que vaya con él. Nos llevan a un Falcon estacionado a unos treinta metros, veo dos personas más con armas largas. Nos introducen en el Falcon y nos llevan a mi domicilio en Tiro Federal. Cuando llegamos había gente apostada en casa de los vecinos, mi madre y mi hermana estaban desconsoladas, gente con medias en la cabeza, le dicen a mi madre que no se haga problema que al otro día yo iba a estar ahí de nuevo.

Me meten en el auto en la parte trasera sobre el piso y comienza un recorrido que habrá durado unos quince o veinte minutos hasta llegar a un determinado lugar donde entre ellos se decían que esperaran la contraseña antes de abrir la tranquera.

Una vez que le dan el paso, el vehículo avanza. Para esto estaba con algo en la cabeza, no recuerdo si era una prenda o qué, me bajan del vehículo y me hacen caminar unos metros y entro en lo que supongo sería una especia de habitación de una casa. Subí un escalón en la entrada. Me hacen sacar los efectos de valor, me ponen una venda, contra la pared, me maniataron a la espalda y me introducen a otra dependencia donde se percibía que había como una puerta corrediza o algo de fierro. Paso a una dependencia donde había piso de madera y me hacen subir a una cucheta. Me dicen que me quede quieto.

Hasta ese momento no tenía ni idea qué era lo que estaba ocurriendo. Transcurrieron las horas, uno se daba cuenta que había otra gente, susurros, quién sos, así transcurrieron los días. Pasó esa noche, a la mañana creo que nos dieron un pedazo de pan, al mediodía comíamos algo siempre vendados, no sabíamos ni qué comíamos o tomábamos. Así pasaron los días hasta que en determinado momento me vinieron a buscar, me bajaron de la cucheta, me llevaron a la sala de interrogatorio donde me desnudaron, me pusieron arriba de una cama elástica de sunchos, me aplicaron repetidamente picana. Siempre haciéndome preguntas que no tenía ni idea.

Que yo había estado en el atentado a la Ford, cosas que eran totalmente irreales para mí que a esa edad lo único que hacía eran deportes. Creo que terminé diciendo lo que querían porque uno se esperaba cualquier cosa. Me volví a la cucheta y de vez en cuando aparecía alguien que hacía preguntas, preguntas como que... que incluso ahí adentro la pasábamos bien porque ellos en el monte la pasaban mal, como que querían hacerse pasar por lo que no eran.

Y así fueron sucediéndose los días, se escuchaban donde estábamos llantos, gritos y en un determinado momento alguien entraba en esa habitación y uno ni sabía si estaban porque estuvimos permanentemente vendados y maniatados. Por ahí uno susurraba y recibía un palazo o golpe. Personalmente una vez me hicieron abrir y cerrar la boca y estaba mordiendo el caño de una pistola o algo por el estilo.

Tuve una segunda sesión de torturas y después creo que pasaron tres o cuatro días y en una noche hubo un movimiento extraño. Se suponía que nos sacaban a varios. Nos llevan a lo que sería un patio al aire libre, nos ponen mirando a la pared y supongo que habrá sido un simulacro de fusilamiento porque nos tuvieron quince minutos contra la pared sin saber qué pasaba.

Me metieron en un vehículo otra vez en la parte de atrás y empezó a andar, salió de donde estaba, hizo un recorrido y pasó por determinada zona de la ciudad que yo había nacido en Bella Vista y asocié los badenes de calle Rincón con el empedrado. Una vez que terminó el empedrado el auto se detuvo unos minutos, se acerca alguien a ese vehículo y grita que viene una patrulla. Me tiran a un yuyal, escucho que el auto arranca, se detienen más adelante, vuelve a arrancar, no escucho más los vehículos, logro desatarme, me saco la venda y veía la ciudad. No sabía dónde estaba, veía una luz hacía la cual empecé a caminar y estábamos detrás del cementerio.

Cuando llegué a la esquina veía una caravana que subía por avenida Pringles. Era vehículos del Ejército con algún patrullero. Apenas me vieron la primera persona que se me acercó, desesperado le grité que me habían secuestrado, me clavaron en el piso otra vez, me pusieron un fal en la cabeza, gritaban entre ellos que había más personas y nos suben a un camioncito con cinco personas más.

Nos llevan al comando, nos ponen en un calabozo que para nosotros era una suite, pudimos ver quiénes éramos, ya nos habíamos visto en el vehículo. Otra vez nos dijeron que al otro día nos íbamos a ir de ahí.

Al otro día apareció un oficial, no recuerdo el nombre, nos ofreció una lista con lo que necesitábamos, nos trajeron lo que pedimos. Al siguiente día nos pudimos bañar después de treinta días.

Al segundo día de estar en el Batallón, nos hicieron subir una escalera y declarar. No sé ante quién declaré vendado. Prácticamente declaré lo que les estoy contando ahora y así pasaron los días. Al octavo apareció el padre de un compañero que estaba en la misma situación que por alguna razón se había enterado que estaba el hijo ahí y fue a exigir que se lo entregaran. Ese día nos fuimos todos con el padre de este muchacho que fue el que me llevó a mi casa.

Fiscal Horacio Azzolin: ¿En qué fecha fue detenido?

20 o 21 de diciembre de 1976.

Fiscal Horacio Azzolin: Mencionó que su padre estaba acompañado de personas en el club, ¿estaban de civil?

De civil.

Fiscal Horacio Azzolin: ¿Las que estaban en su casa?

No podría precisar.

Fiscal Horacio Azzolin: ¿Vio personas en las casa de los vecinos?

En ese momento el lugar donde vivía era una calle oscura, no se podía percibir pero sí que había personas armadas.

Usaron dos vehículos, eran dos Falcon.

Fiscal Horacio Azzolin: En este lugar donde estuvo cautivo decía que notaba la presencia de más personas, ¿recuerda quiénes eran?

Sabía que en la cucheta de abajo estaba Mengatto. Sabía que estaba el Gallego López. Eran alumnos, no eran compañeros míos sino de otras divisiones. Sabía que estaba el Negro Villalba que era un profesor. No recuero mucho más.

Fiscal Horacio Azzolin: ¿Más o menos puede calcular cuántos días pasaron antes de la primera sesión de torturas?

Cuatro o cinco días.

Fiscal Horacio Azzolin: ¿Le preguntaron por algo más que el atentado a la Ford?

No recuerdo. Hacían mucho hincapié en eso.

Fiscal Horacio Azzolin: ¿Tiene idea cuánta gente lo interrogaba?

Serían tres o cuatro personas. El que preguntaba era uno.

Fiscal Horacio Azzolin: ¿Recuerda qué les contó?

No, recuerdo que a lo último debo haber dicho que estuve. Recuerdo haber firmado una declaración pero no sé qué decía, seguramente tendría los dichos posteriores a la tortura.

Fiscal Horacio Azzolin: ¿Recuerda haber escuchado interrogatorios a otra personas?

No.

Fiscal Horacio Azzolin: ¿Recuerda la presencia de mujeres?

En alguna oportunidad se escuchaban sí. Pero no en el recinto donde estaba yo.

Fiscal Horacio Azzolin: ¿Recuerda nombres de guardias o interrogadores?

Solamente tengo presente un apodo, el Tío. Lo tengo presente porque para Navidad o año nuevo esta persona me dio un chocolate. Me dijo 'Yo soy el Tío'.

Fiscal Horacio Azzolin: ¿Con quién estaba en el cementerio?

Cuando nos liberan la primera vez, posteriormente aparece Gustavo López, Mengatto, Gustavo Roth, Petersen y Zoccali. Son los cinco y yo seis que nos llevaron al Batallón. Todos del Industrial. Todos mayores que yo.

Al segundo día nos llevaron a declarar vendados donde se hacía muy significativo que era todo lo mismo.

Fiscal Horacio Azzolin: ¿Le preguntan algo más que su cautiverio?

Sinceramente no recuerdo.

Fiscal Horacio Azzolin: ¿Recuerda qué día fue liberado?

Precisamente el día no, pero sé que estuve 32 días. Nos fue a buscar el padre de Gustavo López. Tengo entendido que a través de la reja del calabozo Gustavo vio a un vecino que estaba haciendo la colimba y que fue esta persona la que le comentó a López padre dónde estaba el hijo.

Fiscal Horacio Azzolin: ¿Físicamente como estaba?

Hecho una piltrafa, había perdido entre 16 y 18 kilos. En su momento no sé si llegaba a los 76 kilos. Totalmente mal.

Fiscal Horacio Azzolin: ¿Cómo fue su vida después?

Difícil, muchos temores. Traté de llevarlo lo mejor que pude, dejé de estudiar, creo que ese fue un cambio grande y una consecuencia de esto. Después como comencé a trabajar de jóven hice distintos trabajos, más adelante terminé un secundario nocturno.

Fiscal Horacio Azzolin: ¿Con estas personas con que estuvo secuestrado tenían partición gremial estudiantil?

Yo no, desconozco ellos. De vista lo conocía a Mengatto, a López y a Zoccali creo. Por allí nos cruzábamos dentro de las instalaciones del colegio, afuera no. Éramos todos de sectores diferentes de la ciudad.

Yo tenía 16 años.

Abogada querellante Mónica Fernández Avello: ¿Sabe qué actividades realizaron sus padres mientras estuvo desaparecido?

Tengo entendido que lo que se podía hacer en ese momento. No dejaron de averiguar dónde estaba pero no lo supieron.

Creería que mis padres no sabían quiénes estábamos, los míos no hicieron recurso de amparo, habrán hecho las consultas con los allegados que tenían en su momento. Mis padres fallecieron hace años y es un tema que no se habló nunca en mi casa. A la policía fueron pero no sabría decirle a qué comisaría o en qué momento.

Abogada querellante Mónica Fernández Avello: ¿Hubo algún médico o enfermero?

En un determinado momento, por las ligaduras que tenía en las manos se me generaron dos infecciones y alguien me atendió, siempre con los ojos vendados no podría decir quién era. Hasta no hace mucho tuve cicatrices en las manos.

Abogada querellante Mónica Fernández Avello: ¿Sabe si sus padres fueron a hablar con el director del colegio?

No sé. Mis padres eran de una formación muy rígida y de ese tema no se hablaba.

Abogado querellante Walter Larrea: ¿Recuerda alguna característica del centro clandestino?

Movimientos metálicos como si fuera una reja, por la mañana se sentía pasar el tren. La cucheta donde estaba, estaba al lado de una ventana, se percibía un árbol grande, podría ser un eucaliptus o un gualeguay, el mugido de un par de vacas.

Abogado querellante Walter Larrea: El día que los encuentra el Ejército, ¿se acuerda cuántos vehículos eran?

No menos de siete u ocho vehículos porque recuerdo la caravana por avenida Pringles.

Abogado querellante Walter Larrea: ¿La comida del Batallón era la misma que en el centro clandestino?

Era similar. De hecho mientras estábamos en el centro de detención en algunas oportunidades se escuchaba gritar 'Che qué pasa que no viene la comida'. La traían en un vehículo.

Abogado querellante Walter Larrea: ¿Sabía dónde quedaba Amado Cattaneo?

Sabía que era la Ford por la publicidad del momento pero no...

Abogado querellante Diego Czerniecky: ¿Luego del simulacro de liberación recuerda en qué horario fue que lo encontraron?

Serían cerca de las 22, 23 horas. Recuerdo que nos bajaron, nos hicieron entrar y nos instalaron ahí.

Abogado defensor oficial Alejandro Castelli: ¿Recibió presencia de personal eclesiástico?

Sí, en un par de oportunidades se presentó en el Batallón el padre Vara a traernos la palabra del señor y a hacernos rezar.

Abogado defensor particular Hernán Vidal: ¿Sabe por qué le dijeron que la pasaban mal en el monte?

Sí, porque decía que cuando los agarraban "nuestros compañeros", que nos trataban de guerrilleros, ellos los estaqueaban en el medio del monte y le ponían una carpita a diez centímetros para que se cocinaran al sol o algo así. Lo que me dejaba bien claro que quien me estaba diciendo esto era militar.

Abogado defensor particular Hernán Vidal: ¿Recuerda alguna característica especial de las voces de quiénes usted dijo que lo torturaron?

Algunos eran norteños, ellos se autocalificaban tucumanos, algunos de los que nos traían la comida y la lata para hacer nuestras necesidades. Podría decirse que hablaban con una tonalidad distinta a la nuestra.

Fiscal Horacio Azzolin: Mencionó que tuvo una cicatriz en la muñeca, ¿cuánto tiempo la tuvo?

La tengo todavía pero quedó visible.

Fiscal Horacio Azzolin: ¿Entre las personas que estaban donde estuvo detenido recuerda un tal Pocho?

¿Cómo detenido?

Fiscal Horacio Azzolin: No.

De la otra forma, sí. No, en un momento recuerdo vagamente la palabra Pocho como que era uno de los que podían llegar a dar vueltas por ahí pero no puedo dar precisiones.

Abogado querellante Walter Larrea: ¿Alguien se identificó cuando los "rescataron"?

Recuerdo que era un suboficial rubio, creo que era un subteniente, no lo recuerdo.

Juez sustituto Oscar Hergott: ¿El hombre bondadoso denominado el Tío cómo surge?

No, bondadoso no. Recuerdo que ese día me dijo 'Yo soy el Tío, tomá un chocolate'.

Juez Jorge Ferro: ¿Cuando lo retiran de su casa hay algún diálogo?

Ninguno. No recuerdo entre ellos. En ese momento no me hacían ninguna imputación no me dirigieron la palabra en ningún momento. Recuerdo que le dijeron a mi madre 'Señora quédese tranquila que mañana está acá'.

Juez Jorge Ferro: ¿Quién los lleva del cementerio al Comando?

Cuando nos dejan al costado del cementerio aparece una patrulla del Ejército. A mi me suben al camión y arrancan y al rato entran al Comando. Creería que fue todo automático, no recuerdo órdenes.

Juez Jorge Ferro: ¿En qué condiciones estaban sus compañeros?

En las mismas que yo, no recuerdo golpes físicamente pero si desmejorados como yo.

Juez Jorge Ferro: ¿Cuando estaba en el Batallón estaba tranquilo, tenía miedo?

No.

Juez Jorge Ferro: ¿Antes?

Antes sí. Por qué la diferencia, no sé.

Juez Jorge Ferro: ¿Nunca se entrevistó con el director del colegio?

Nunca. De hecho nunca volví al colegio.

Juez Martín Bava: ¿Mientras estuvo en cautiverio concurrió a su casa alguna autoridad?

No tengo conocimiento.

Juez Martín Bava: ¿A la salida alguien le dio una explicación?

No.

Juez Martín Bava: ¿Tuvo algún problema posterior a esto?

No, de hecho tuve la oportunidad de trabajar para el estado y lo hice sin ningun problema.

Juez José Mario Triputti: ¿Nunca se preguntó con sus compañeros si pudo haber salido alguna versión del colegio?

Con los compañeros con los que estuve en el Comando no volví a tener contacto alguno. En lo íntimo siempre me quedó que el señor Herrero seguramente había digitado algo de lo que me había ocurrido. Pero hay que ponerse en el lugar, tiempo espacio edad, traté de superarlo lo antes posible pero obvio que las preguntas siempre quedan.

Juez Martín Bava: ¿Por qué cree que Herrero tenía esta concepción suya? ¿Era mal alumno, revoltoso, activo políticamente?

Yo no me consideraba nada de eso, capaz que él sí. A mí se me puso siempre que había sido él, ahora, por qué, no sé. En realidad porque era un hijo de puta ese tipo, si él creía que yo era revoltoso porque qué sé yo... a mí siempre se me puso que el tipo tuvo algo que ver de una forma u otra. Me sentí vendido totalmente. Por eso nunca quise pisar más la institución. Dejé de estudiar porque a este tipo no lo quise ver más. A quien suponía que me había hecho pasar lo que había pasado. Yo era un pibe normal de 16 años que hacía lío como cualquiera, hacía todos los deportes del colegio, tenía amonestaciones como todos, faltazos como todos, me hacía la rata como todos, nada especial. A mí se me puso que había sido él.

Con los profesores la relación era buena. No era un excelente alumno, era regular. Con profesores que les tengo mucha estima, excelentes como personas y como profesionales.

Abogado querellante Walter Larrea: ¿Usted era delegado de curso?

No recuerdo si para esa fecha yo era delegado. En alguna oportunidad sí. No recuerdo si fue en segundo año y no en tercero.

Horacio Segundo Quiroga

66 años, divorciado, tres hijos, comerciante jubilado de Comodoro Rivadavia, Chubut.

Fiscal Horacio Azzolin: Usted fue ofrecido a raíz de la privación de la libertad que sufrió durante la dictadura, le pediría que cuente todo lo que recuerde.

Me voy a remontar al 22, 23 de marzo de 1977. Fui requerido por las fuerzas de seguridad del V Cuerpo de Ejército con asiento en Comodoro y por la policía para que efectuaran mi arresto. Yo había salido. Me encuentro con la guardia de las autoridades del V Cuerpo que habían hecho un cambio de guardia en mi domicilio. Llegó a casa y mi señora me dice que me están buscando las fuerzas militares para detenerme, yo no había cometido ningún delito aberrante así que me declaro en rebeldía en mi interior.

Mi señora estaba en mi casa y los militares me estaban esperando.

Fiscal Horacio Azzolin: ¿Sabía si lo buscaban de antes?

No, era como un operativo sorpresa. Me voy, me preparo porque como militante político me veía venir un problema, me preparo con ropa, plata, dejo el auto para que no me vean. Me borro. Después me enteré que vino la guardia y no me encontró. Le dije a mi señora que le dejaba mi auto en mi domicilio comercial con la llave, después anda a buscarlo.

Estuve deambulando por la ciudad unos días clandestinamente. Recurro a letrados amigos para que me asistan, para saber por qué me buscan. Me dicen que no saben por qué pero que las fuerzas militares estaban detrás mío. Ninguno me pudo asistir, todos se negaban, no querían problemas. Ya medio perdido por perdido me fui a ver a un juez federal que fue compañero de colegio primaria mío, Mariano González Palazzo, le dije que tenía este problema y me dice 'Estoy enterado, mejor que te entregues porque está en peligro tu vida. Tenés que entregarte. Lo único que puedo hacer por vos es si tenés el documento dejámelo'. Sí, tengo mi documento y mi cédula federal. Me dice 'Dejáme la cédula federal, anda al comando y si te aprietan decí que estuviste conmigo y que me entregaste ese documento de identidad. Es lo único con que puedo ayudarte y entonces puede ser que sean contemplativos con vos'.

Así fue, me fui a presentar, estaba el coronel Dizz, un comisario de la Primera que me dice que tengo que estar detenido y que me quede a disposición del Ejército. Así fue. A la noche me trasladan al Regimiento de Infantería. No sabía quiénes estaban detenidos aparte de mi persona. Me tuvieron un día incomunicado, separado de toda persona y a la noche me trasladan hacia un avión hércules. Todavía no me habían atado las manos y un pibe que había trabajado conmigo de chiquito estaba de guardia en la puerta. Me dice 'Te llevan a Bahía Blanca me parece pero no sé dónde'. Le dije despacito que le avise a mi mamá. Después me enteré que había cumplido con su palabra, es como un salvoconducto que pude dejar.

Ahí me enteré que había otros conocidos míos Carlos Alberto Pereira, Mario Penizán, Julio César Enríquez, Abel Salvador Mariano y algunos más que están en la causa transcriptos. Me vendan los ojos con telas adhesivas anchas, me atan las manos con cintas de levantar persianas. Me atan adelante aunque a los otros los habían atado atrás.

Ahí veo integrantes de la Brigada de Investigaciones de Bahía Blanca que trabajaban en comisión con autoridades del V Cuerpo de Ejército.

Fiscal Horacio Azzolin: ¿En qué momento los ve si lo vendan?

Antes porque ellos me vendaron.

Fiscal Horacio Azzolin: ¿Ese grupo de detenidos había sido secuestrado para la misma fecha que usted?

Sí, faltaba yo. Me habían estado esperando.

Bueno, yo subo al avión y me sientan en unos bancos largos de chapa. Cada uno atado de pies y manos, los ojos vendados. Se me acerca uno de los jefes después de mucho tiempo. Horas habían pasado ya, mucho calor, nos decían cosas intimidatorias preparándonos para que habláramos y yo no tenía mucho que hablar. De repente siento un aire caliente y pensé que estaba la puerta abierta. Se acerca un colorado y me dice 'Vos vas a hablar o te tiro'. Yo le dije que era un dirigente político, fui representante de la JP por Chubut ante la Nación, no cometí ningún acto terrorista. 'Vos vas a hablar así que levantaté y camina'. Yo no quería. Acá me espera la muerte, pensé. Me empezó a empujar y amenazar con que me iba a tirar, 'Te van a comer los tiburones'. Cada vez más cerca de la puerta. En el interín me había aflojado las manos, entonces digo 'Me va a matar pero me lo voy a llevar conmigo'. Lo único que pude hacer fue eso, vas a morir conmigo. Cuando me empuja, me suelto y le agarro el brazo y caemos los dos al vacío, yo caí arriba de él y me empezó a pegar patadas.

Fiscal Horacio Azzolin: ¿Estaba en vuelo?

No, el avión había parado, había aterrizado en forma silenciosa, en mi mente estaba en vuelo. Estaba parado pero con las hélices en marcha, para mí estábamos sobre el mar por eso me lo llevé.

De ahí nos trasladan en furgones, en un vagón ciego de esos cerealeros que no tienen ventanas. Seguíamos atados, nos sentaron adentro en unos tablones a lo largo, enfrentados unos con otros, lo veo a Julio Argentino Mussi.

Fiscal Horacio Azzolin: ¿Lo conocía de antes?

Sí, de pibe, de la escuela. Del fútbol, de la ciudad, del barrio.

Cuando me caí me volvieron a atar pero después me volví a desatar, nos hicieron la tortura de tres días sin tomar agua y seis sin comer. Orinábamos y defecábamos en unas latas. Unos de mis compañeros tomó orines por la sed. Muchos estaban haciendo alucinaciones, hablaban incoherencias del hambre y la sed.

Yo tenía unos pesos guardados en mi zapato. Saqué dinero y le dije a uno de los guardias que trajera algo de frutas como para él. Me trajo duraznos, ciruelas. Yo estaba más recuperado que los demás, más sobrio. Seguimos detenidos, empezaron a llamarnos por una lista. Llamaban e iban pasando, así estuvimos tres días. No se escuchaban ruidos. Digo bueno, a mí me van a llamar, le digo a Mussi 'N,O,P,Q, antes te van a llamar a vos'. Le digo 'No hagas macanas porque te van a matar'. Desvariaba, decía que iba a saltar un paredón de tres metros y se iba a escapar. Tenía un gamulán y transpiraba. Lo ayudé a sacárselo. Lo dejé al lado mío. 'Julio Mussi', lo llaman. Salió con la idea de resistirse. Ni bien salió empezó a resistirse, siento los golpes como de garrotazos. Se quejaba y después no se sintió más nada. Yo me quedé con el gamulán.

Después me llaman a mí pero grité cuando me ponen en la cama. Lo ataban de las piernas y las manos y te pasaban los cables sobre el cuerpo lleno de agua. Yo no tenía respuestas así que empecé a gritar que mi documento lo tenía el juez federal. Llamaron a un guardia que ordenó que me dejen.

Todos los días era algo nuevo. Después me mandaron al vagón. Como a los seis días de estar ahí, por piedad del guardia que me asistía de forma clandestina, nos cargan y nos trasladan a la Brigada de Investigaciones de Bahía Blanca. Nos pasean o la distancia era larga, después escuchamos ruidos de autos, movimientos de ciudad, de gente, de un lugar urbano.

Antes de eso dicen 'Bueno vamos a tener que procesarlos a ustedes ya que no hablan'. Como que nos querían ejecutar. Hacen un simulacro de fusilamiento. Dispararon con armas de fogueo. Lo hicieron en la Brigada. Nos meten en una dependencia donde había calabozos. Caigo adentro de uno lleno de agua y encuentro una persona parada. Cuando caigo a los pies de él me dice '¿Quién sos?'. 'Soy Quiroga, Chirola, como me dicen a mí'. No podíamos hablar mucho porque nos garroteaban.

Me saqué la venda y me desaté y me dice que es Mario Penizán, tuve un problema, me metieron un preso igual que vos pero todo golpeado, desvariaba, pedía por la Tita y por un nene, le digo que es Julio Mussi el que garroteaban el otro día. No volvió más al vagón. Tendría que ser él porque a la mujer le dicen Tita. Decía que le estruje el trapo de piso y le dé el agua, tenía mucha sed.

Nos tuvieron ahí uno o dos días y después nos trasladaron al penal de Villa Floresta. Nos dan ropa, nos requisan y veo fuerzas militares que están junto a los guardianes de la cárcel. Estábamos vivos y era lo importante. Nos notifican que íbamos a estar incomunicados en el penal en un pabellón de presos políticos, todos aislados. Yo estuve en una celda solo, uno de los pocos, los demás estaban de a dos.

No recibíamos asistencia de nada, ni cartas, ni diarios, una hoja de diario para ir al baño, una colchoneta para dormir que sacaban durante el día. Así estuvimos durante días y días. Un amasijo al mediodía de arroz con grasa. La carne se ve que se la quedaban ellos. Yo ya no comía casi nada.

Un día a la tarde uno de los jefes recorrió celda por celda para decir que venía una comisión de La Plata y nos dijo que no pidamos nada porque el que lo hiciera iba a ser el responsable.

Al otro día a media mañana empiezan a abrir las celdas, se siente el ruido de botas. Se abren celdas de a una, nadie pedía nada, se abre la mía, nos habían dado una chaqueta gris y un pantalón. Me pregunta un jefe si necesitaba algo, dije que más me va a pasar, 'Sí, necesito todo señor'. El encargado del pabellón me miraba, 'No tengo nada señor, estoy abandonado, no soy un perro señor -llora- necesito una colchoneta, mantas, un calentador, un mate, yerba, algo para leer'. 'Anote', le decía al secretario. Yo pedía, que me importa lo que me pase. Pedí pero a la noche me cayó la patota. Sentía el ruido de botas que venían, cada vez más cerca, abren el cerrojo y entra el jefe de guardia. 'Así que vos sos el macho del pabellón, el que pedís cosas, nos dejaste para la mierda'. 'Qué me importa que esté como un perro, si querés matarme, matáme'.

Los internos me habían dicho hablando con las manos por las rejas de arriba de la celda. Eso estaba penado. El tipo me encaró y me dijo que me saque la chaqueta, los presos me habían dicho que no peleé porque quedaba preso en unos sótanos.

'Vamos a pelear ahora', me dice. No me saqué la chaqueta porque sabía que no podía pelear. Si lo llegaba a agarrar por ahí lo comía vivo pero no podía. Tuve que resistir a los golpes como un maniquí. Me entró a pegar hasta que me caí, me entró a patear. Estuve como dos días tirado, hasta que un enfermero -Carlitos- me preguntó qué me pasaba. Le mostré los golpes por el pasaplatos. Me dijo que me iba a dar unos calmantes. Tomé eso y me curé. Pero seguía vivo dentro de la cárcel. Mi esperanza era seguir con vida, día tras día, noche tras noche. En ese momento aprendí lo que es la libertad. Podía ser un vagabundo pero libre. El hombre tiene que ser libre, es la historia de la humanidad, por eso estoy acá, para pedir por la libertad y la justicia. Así fue pasando el tiempo hasta que me sacan el PEN por un decreto.

Seguí viviendo porque después compartía los recreos. En uno peleo con un compañero y termino en los calabozos del subsuelo, ahí vi las ratas de treinta centímetros. Tuve contacto con otros presos de la región. Presos de Neuquén, de Mar del Plata...

Un preso me contó por debajo de la puerta la experiencia del submarino sufrido.

Estuve 206 días detenido. Recupero la libertad... estaba pidiendo una excarcelación para irme del país. Yo me escribía con mi familia, empezaron a hacer gestiones ante la embajada de España para que me den asilo político. Entonces viene una delegación de las Naciones Unidas a cargo de una embajadora itinerante, Patricia Derian, recorrió las cárceles y vio a los presos políticos, le pidió una medida política a través del gobierno de Estados Unidos al gobierno militar, que permita salir del país.

Me agarró un jefe militar y me hizo firmar un documento donde asumo mi libertad. Me dice Quiroga el Ejército no pide perdón. El Ejército nunca se equivoca y si se equivoca, no pide perdón. Téngalo presente. Como diciendo somos así no reclame nada. Se me grabó en mi memoria.

Los que fuimos trasladados de Comodoro estuvimos en el vagón. Seríamos doce o trece.

Fiscal Horacio Azzolin: ¿Dónde quedaba el lugar donde los torturaban?

En una dependencia cerquita del vagón. Me interrogaban sobre el contacto con Montoneros, cómo hacía para hacer que Montoneros y ERP se fuguen a Chile. Mi ciudad esta cerca de Chile. Según ellos nosotros le ofrecíamos dineros, vehículos, medios para que se fueran al vecino país.

Fiscal Horacio Azzolin: ¿Cuántas veces fue interrogado bajo tortura?

Tres veces. Las tres grité que tenía mi documento el juez federal. Una vez lo volví a ver y le agradecí. Pero después dio vuelta de hoja, pero un día después de treinta años veo reclamando a la familia del finado Mussi, para mí desaparecido, las hermanas, la mamá antes de morir, esperaban que volviera.

Entonces veo que mi amigo había nacido en mi misma ciudad, el mismo día, el mismo mes y el mismo año. Dije con mi pensamiento de cristiano este es un momento de mi vida que me manda dios, tengo que hablar por él. Tengo que luchar por la justicia, por la memoria, por la verdad de su desaparición para que sus restos por lo menos cristianamente descansen en paz en su pueblo, con su familia.

Yo sigo militando dentro del justicialismo, llevo más de 50 años de mi vida, es loable la actitud de ustedes como autoridades jurídicas de esta Nación y el trabajo que están desarrollando porque nuestros niños, jóvenes y adolescentes van a valorar este tiempo de justicia.

Osvaldo César Lescano

56 años, casado, lustrador de muebles.

Fiscal Abel Córdoba: Le voy a hacer algunas preguntas en relación al período en que usted hizo la conscripción. ¿Recuerda la fecha en que fue incorporado? ¿Qué destino le dieron?

El 24 de marzo de 1976 en el Comando V Cuerpo de Ejército comencé mi instrucción militar en el campo de preparaciones. Aproximadamente duró entre 40 y 60 días.

Fiscal Abel Córdoba: Y luego lo destinan al juzgado, ¿recuerda quien estaba a cargo?

El teniente coronel Osvaldo Tomás Di Pietro. Estaba el doctor y el ayudante. Conscripto era yo solo.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Veía movimientos de operativos antisubversivos?

Teóricamente estaba la Operacional que le llamaban, que estaba destinada a esos movimientos de hacer operativos, nosotros nos dedicábamos a hacer guardia interna en el comando.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Qué era la Operacional?

Estaba preparada para hacer allanamientos y esas cosas, eran soldados que estaban instruidos para eso. Tal es así que a ciertas horas salían a la noche, adónde no sé. Teóricamente hacían operativos en domicilios, rutas, no sé. Las guardias las hacía alrededor del comando.

De la operacional estaba a cargo el mayor Ibarra. Serían unos 50 o 60 soldados. No recuerdo. En ese tiempo estaba el subteniente Masson, el subteniente Méndez, el subteniente Corres, el subteniente Sosa y Arroyo. Seguro había alguno más.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Vivían o confluían en algún lado en particular?

Tengo entendido que vivían en el casino de oficiales.

Fiscal Abel Córdoba: Le voy a ir preguntando por cada uno de esos nombres a ver qué recuerda usted. ¿De Méndez que recuerda?

Estaba más con la tropa, con los soldados, como jefe de guardia. Siempre me llamó la atención sus modos de actuar. Le pusimos el mote de Loco de la Guerra. Decía que solo le tenía miedo a las balas rasantes. Él decía que estaba instruido para pelear en la guerra. Nos hacía hacer un movimiento bastante doloroso, un castigo físico, el famoso salto del paracaidísta.

Tengo entendido que hacía operativos, creo que había sufrido un accidente. Eso me lo comentaron. No sé si había arrojado una granada y una esquirla le dio en el ojo, no sé si lo perdió. No me extrañaba que haga un acto de esos, hablaba todo el tiempo sobre eso. Era una personalidad inquieta. No me extraña que haya sufrido ese accidente.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Esa actuación de Méndez se daba con la Operacional de Ibarra o con algún otro grupo?

No sé, él estaba con nosotros que no tenía nada que ver con la Operacional pero no me consta si para hacer operativos salían todos juntos.

Fiscal Abel Córdoba: ¿De Masson que recuerda?

Lo teníamos como oficial de servicio en las guardias pero no más. No tenía tanto contacto.

Fiscal Abel Córdoba: ¿De Corres?

Lo mismo, entraba como jefe de guardia, nos instruía como nos teníamos que preparar, siempre teniendo cuidado si había una ataque subversivo pero no tenía tanto contacto con nosotros.

Cuando estaban en la operacional de servicio estaban de uniforme, sino andaban de civil.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Podría describir a Sosa?

Era un subteniente más, del montón pero no sé si no tenía que ver con la Operacional porque no estaba tanto con nosotros.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Arroyo?

Andaba con nosotros en la guardia pero no puedo decir que andaba en la Operacional. Mantenía la tropa cuando estaba de guardia y daba vueltas por el comando pero no lo puedo ubicar en un lugar fijo.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Tiene presente al teniente Casela?

Casela creo que sí estaba en la Operacional. Nosotros más que nada íbamos a trabajar y después estábamos de guardia, pero me parece que Casela estaba con el mayor Ibarra.

-A pedido del fiscal se le lee al testigo parte de una declaración anterior donde manifiesta que Méndez había "acribillado a una subversiva en un operativo" y le muestran la documentación para que reconozca su firma.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Qué puede decir al respecto?

Es el comentario que hubo cuando entré de guardia, que había actuado, acribillado una subversiva y producto de eso había recibido una esquirla en el ojo, verlo no lo vi.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Entre qué fechas hizo la conscripción?

Entre el 24 de marzo del 76 hasta mayo del 77.

Fiscal Abel Córdoba: ¿En algún momento de las guardias vio llegar autos con gente secuestrada o volver de operativos?

Una vez vi al costado del comando que había un custodio que me comentó 'Trajimos sangre para los lobos'. Le pregunté de dónde eran y me dijo de Viedma. Fue ese diálogo cortito. Esta persona estaba como esperando a alguien que bajara, yo estaba en la puerta del comando. Con lobo se refería al general Vilas.

Por comentario sabía de la existencia de la famosa Escuelita, no la vi nunca. Se comentaba entre los grupos de guardia que ahí se llevaba a la gente subversiva. Estaba atrás del Batallón, por ahí, nosotros estábamos en la guardia en la oficina del comando y no salíamos de ahí.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Se veían funcionarios judiciales en ese lugar?

Juez no me acuerdo de haber visto, quizás iban pero no los conozco.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Al lugar donde estaba el centro clandestino se podía acceder libremente?

No sé si se podía acceder libremente al centro clandestino. Supongo que se iba por el Batallón.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Los conscriptos recibían arengas contra la subversión?

Sí. Una vez, una fecha que estaba de guardia, no sé qué se conmemoraba de la subversión y nos decían cuidado esta noche, tengan cuidado y esa noche estuvo de jefe de guardia un teniente que nunca estaba, el teniente primero Barberón.

Abogado querellante Walter Larrea: ¿Vio familiares en el comando o civiles detenidos?

No.

Abogado querellante Walter Larrea: ¿El subteniente Méndez era chofer de Vilas?

No. Tenía relación con los altos mandos.

Abogado defensor particular Mauricio Gutiérrez: ¿La declaración que leyeron hace un rato la ratificó ante el juzgado federal?

Estuve en dos lugares, sí, creo que estaba usted también.

Abogado defensor particular Mauricio Gutiérrez: Yo no me acuerdo...

Le veo cara conocida, a usted lo vi.

Abogado defensor particular Mauricio Gutiérrez: ¿De quién escuchó usted que Méndez había acribillado a una persona?

De los soldados. Nombre específico no me pida, la verdad es que no lo vi pero era el comentario.

Abogada querellante Mónica Fernández Avello: ¿Se comentaba sobre enfrentamientos?

No.

Abogada querellante Mónica Fernández Avello: ¿Y del destino de los interrogados en La Escuelita?

Para nada.

Abogada querellante Mónica Fernández Avello: ¿Llegó a su conocimiento que a La Escuelita vaya algún enfermero o médico?

Para nada.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Tiene presente algún otro operativo en el que haya algún otro militar herido?

Recuerdo por comentarios uno donde el sargento Suárez resultó herido en un brazo. Decían que había golpeado una puerta y se había disparado el arma. Lo tuve más que nada a este sargento en la instrucción en el campito. Después desapareció y decían que era producto de eso.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Tiene presente al sargento Bonini?

Sí, creo que era enfermero. Revistaba en el hospital. No sé si tenía tareas en la Operacional. Estábamos separados.

Fiscal Abel Córdoba: ¿Al ser sargento y enfermero era más profesional de la salud o más militarizado?

Yo lo veía más militarizado pero nunca tuve un comentario si estaba en algo más pesado.

Bahía Blanca, 22nov11
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