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19mar15
Embajada de Israel: los puntos oscuros que la Corte nunca aclaró
El 17 de marzo de 1992, Lourdes Di Natale, la ex secretaria de Emir Yoma (por entonces asesor del ex presidente Carlos Menem) estaba trabajando en las oficinas de la peatonal Florida 981, muy cercana a la Plaza San Martín. Ese lugar era una suerte de sucursal de la Casa Rosada. "Lourdes, vení", le imprecó una voz, como si la invitara a ver en primera fila un espectáculo macabro.
La mujer que por entonces se codeaba con la cima del poder y en 2003 murió en confusas circunstancias, se acercó a una ventana: un ruido primero, un temblor luego y una densa columna de humo que se elevaba hacia el cielo. A unos 400 metros, había explotado la Embajada de Israel.
El 10 de julio de 2008, una vecina de Di Natale relató esa situación, que la propia protagonista le había contado, al fiscal Alberto Nisman. También la diputada opositora Elisa Carrió describió esa escena, en una entrevista que le realizó el periodista Felipe Yapur: "Fue muy raro lo que ocurrió el día del atentado. Siete minutos antes de que explotara la bomba llegó Yabrán. Cuando estalla, todos se acercaron a las ventanas. Ellos, muy tranquilos, dijeron: 'Mirá, un hongo en el rulero', y luego siguieron hablando".
Ese supuesto conocimiento previo de lo que iba a pasar nunca fue explorado en la investigación por el ataque contra la Embajada de Israel en Buenos Aires.
A 23 años del primer gran atentado antijudío en la Argentina, la investigación que llevó adelante la Corte Suprema concluyó que fue la Jihad Islámica la que lo cometió. En el camino quedaron teorías que pendularon desde grupos de tareas de la Policía Federal, el traficante de armas Monser Al Kassar y la primera versión oficial, a cargo de Menem: "Los responsables son sectores del nazismo y sectores que fueron derrotados en el país", en alusión a los "carapintadas" del Ejército liderados por el fallecido Mohamed Alí Seineldín.
Incluso el difunto juez de la Corte Ricardo Levene, quien tenía a cargo la investigación, deslizó en 1996 la teoría de un artefacto explosivo colocado en el interior del edificio. Y Alfredo Bisordi, quien luego sería juez de la Cámara de Casación y hoy es defensor de represores, entre otros de Luis Patti, señaló que "la hipótesis de la Policía era que el explosivo habría entrado a la embajada entre los materiales de construcción, porque estaban haciendo reformas en el edificio".
Finalmente la Corte designó al secretario penal Esteban Canevari para completar la investigación. Fue él quien determinó que la explosión se produjo por una camioneta Ford F100 cargada de explosivos, que dejó un "cráter" en la puerta de la embajada. Robusteció esa hipótesis con las declaraciones de los comisarios Héctor Rago, Guillermo Scartascini, Roberto Martínez, Alberto Meni Battaglia, entre medio centenar de testigos.
Pero la sentencia reconoce que "varios testigos que estuvieron presentes en el lugar del hecho no vieron el cráter. Algunos de ellos aclararon que mientras estaban en el lugar la zona estaba todavía llena de escombros. Otros declararon haber visto gente confeccionándolo con medios mecánicos, con posterioridad al hecho".
El periodista Dante López Foresi publicó en el sitio de internet Agencia El Vigía su recuerdo de aquel día, cuando trabajaba para el canal de TV estatal, ATC. "Un voluntario se acercó a mí en uno de los cortes, cuando ya no estaba en el aire y mientras esperaba mi próxima salida. En su mano tenía un palo... un trozo de madera. Me llevó hasta el supuesto cráter que la supuesta camioneta-bomba Ford F-100 había dejado. 'żEso te parece un cráter?', me preguntó de manera airada. Aunque sea materia opinable y la justicia haya determinado que tenía un metro y medio de profundidad, debo decir que el sentido común me sigue indicando que lo que vi no era un cráter. Semejante explosión no pudo haber dejado una marca en el asfalto de tan escasa profundidad. Lo que vi no era un metro y medio ni mucho menos".
Cuando estalló la legación diplomática israelí, el custodio que debía estar en la puerta no estaba. "El personal policial, que como servicio adicional tenía a su cargo la custodia externa de la sede diplomática, estaba ausente", dice el fallo de la Corte del 23 de diciembre de 1999. Ese que llevó al presidente del tribunal, Ricardo Lorenzetti, a hablar de "cosa juzgada".
El suboficial Oscar Horacio Chiochio, del Cuerpo de Policía Montada, debía estar de custodia. Pero "en el momento exacto de la explosión se encontraba en el Cuerpo de la Policía Montada realizando tareas de carpintería. Se encontraba arreglando las puertas de los 'boxes' por lo que se retrasó hasta la terminación de dicha tarea ya que no podía dejar el trabajo incompleto.
Concluido el mismo, sufrió otro retraso para llegar al servicio, debido a que salía muy poca agua de la ducha y tuvo que esperar a que se solucionara el problema. Cuando salió para la embajada, alrededor de las 15 horas, le informaron que se había producido una explosión en la misma, tras lo cual quedó inmediatamente detenido, condición que se mantuvo por 20 días". El policía fue desvinculado de la causa: "La Secretaría de Inteligencia de Estado informó que no surgen indicios de algún tipo de participación de Chiochio en el hecho investigado".
Chiochio dependía de la División Policía Adicional de la Federal, cuyo titular era el comisario Miguel Ángel Espósito, condenado por la detención ilegal del joven Walter Bulacio cuando concurrió a un recital de Los Redonditos de Ricota en abril de 1991, un año antes del atentado contra la Embajada.
[Fuente: Por Néstor Espósito, Tiempo Argentino, Bs As, 19mar15]
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