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07dic03
Un médico torturador.
Humberto Luis Fortunato Adalberti, hace más de un año logró que se lo contratara como forense de la policía de la Provincia de Buenos Aires, pero ante una denuncia de la APDH local, que lo sindica como partícipe en violaciones a los derechos humanos, no le renovaron el contrato. La organización humanitaria descubrió que había concursado para ocupar un cargo en la Asesoría Pericial del Departamento Judicial Bahía Blanca, y volvió a denunciarlo
El capitán Streich concurría a la escuelita cada vez que su presencia era solicitada en ese lugar, cosa que ocurría con relativa frecuencia. Cuando no estaba disponible, era reemplazado por Adalberti. Como he dicho, la relación entre el Comando y la escuelita no era cosa oculta, ni siquiera para quienes no pertenecían al personal de cuadro (Declaración a la Cámara Federal de Apelaciones de Bahía Blanca del Dr. Alberto Taranto, actual Director del Hospital Dr. José Penna de Bahía.
...que diga el testigo si tenía conocimiento de la existencia de un centro de detención al que algunos se referían como a la escuelita, ubicado cerca del camino de la Carrindanga, en una vieja casona utilizada antes para alojamiento de personal y rodeada de tamariscos. ............. CONTESTO: Que durante el período durante el que prestó funciones en el Vto. Cuerpo no tuvo conocimiento alguno de la existencia de un lugar denominado la escuelita. DECIMOCTAVA: Para que diga el testigo si concurría periódicamente o concurrió a dicho lugar en alguna oportunidad. CONTESTO: Que la respuesta a la pregunta anterior se infiere que el declarante, al no conocer el lugar denominado la escuelita, no pudo haber concurrido. (Del Dr. Humberto Luis Fortunato Adalberti a la Cámara Federal de Apelaciones de Bahía Blanca, 6 de Febrero de 1987).
Me parecía muy mal, por eso pedí mi retiro voluntario en el año 1976. Yo jamás pude haber sido un torturador, por la sencilla razón de que me retiré en diciembre del ´76.... (Adalberti al programa Saber Ver, 15 de septiembre de 1998).
Con relación a la escuelita, nosotros, las cosas que sabíamos, las sabíamos igual que toda la población de Bahía Blanca, ya que no sabíamos absolutamente nada de lo que pasaba fuera de las instalaciones del Hospital Militar. Nuestra actividad era puramente sanitaria, de atención de los enfermos que estaban en el hospital (Adalberti al programa Saber Ver 1 de Octubre 1996).
Bastaría con transcribir cada una de las declaraciones del médico Humberto Luis Fortunato Adalberti, frente a la justicia o medios, para como en este mínimo ejemplo mostrar sus contradicciones.
Es hoy sabido por la mayoría de la sociedad que para el sostén del sistema represivo las FF.AA. contaron, además del silencio de una sociedad amenazada y sólo interrumpido por grupos de militantes, con la participación activa o la complicidad de civiles aún hoy impunes.
En nuestra ciudad no es ignorado que médicos como Raúl Eduardo Mariné (fallecido), Jorge Guillermo Streich, o el citado Adalberti, tuvieron un rol en el terrorismo de estado. Esa participación aparece hoy como algo lejano, fugaz y llevada a cabo por individuos aislados o pequeños grupos carentes de relación entre sí. Pero su accionar estuvo -y sigue siendo hoy- avalado o encubierto, por acción u omisión, en instituciones vinculadas a la salud.
Es justo decir que trabajadores agrupados en asociaciones de profesionales y círculos médicos denunciaron en su momento a aquellos que figuran en los legajos de la CONADEP, como la Asociación de Profesionales del Hospital Regional Neuquén y Hospital Bouquet Roldán en el caso de Fermín de Los Santos y Roberto Moyano.
El circulo médico de Quilmes y el Colegio Médico de Morón también denunciaron al médico policial Jorge Bergés y a Jorge Vidal respectivamente. Pero los colegios y asociaciones médicas en general, han tenido una actitud tolerante rayando con la complicidad, o justificando la permanencia en esas agremiaciones de estos galenos torturadores apelando a meros reglamentarismos, y olvidando la más mínima ética frente a tamañas responsabilidades denunciadas y probadas ante la justicia.
En nuestra ciudad, la Asociación Médica ha ignorado las denuncias que pesan sobre estos médicos y los reclamos presentados por nuestra institución para que se los expulsara de la misma durante la administración de Felipe Glasman, y también de la que encabeza Fernando Carignano. La justificación es que en los estatutos no eran señalados estos hechos aberrantes hasta 1986, y no se puede juzgar a nadie retroactivamente. Un argumento que deja como mínimo serias dudas sobre la conducta ética del conjunto de los médicos allí agrupados, que ni han considerado al menos que el propio Adalberti fuera interventor militar de esa agremiación médica durante la dictadura.
En diciembre de 2003, organizó una charla-debate sobre Violencia y Seguridad con Vicente Massot -uno de los dueños del diario La Nueva Provincia, declaradamente alineado en el Proceso de Reorganización Nacional- como único panelista. Actividad suspendida por la resistencia y denuncia de nuestro organismo junto a amplios sectores de la ciudad.
Como consecuencia de la impunidad lograda, los responsables del terrorismo de estado han intentado (e intentan) colarse silenciosamente en los pliegues del estado. Tal el caso del médico Adalberti: hace más de un año atrás logró que se lo contratara como forense de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Lo detectamos y denunciamos ante el Ministerio de Seguridad a cargo entonces de Juan José Alvarez, quien inmediatamente procedió a ordenar no renovarle su contrato y nombrar a un nuevo profesional. Hace poco tiempo atrás, descubrimos que el mismo médico había concursado para ocupar un cargo en la Asesoría Pericial del Departamento Judicial Bahía Blanca, y volvimos a denunciarlo ante el Ministerio de Seguridad, como ante la Secretaría de Derechos Humanos bonaerense, y además ante el Ministerio de Justicia y la Suprema Corte de Justicia provinciales.
Con el apoyo de otros organismos, en particular con el de nuestros compañeros de la Asociación Judicial Bonaerense Bahía Blanca y La Plata, con quienes compartimos desde hace años este camino de lucha contra la impunidad, logramos que la Corte Suprema de Justicia diera por tierra con el intento de este profesional médico de la dictadura.
Con la misma tenacidad con la cual nos empeñamos en este caso, continuaremos persiguiendo a cada violador de nuestros derechos, nos los exigen nuestros 30.000 compañeros desaparecidos, cada uno de los asesinados, cada torturado y cada niño apropiado que aún no ha recuperado su identidad. Y porque, al decir de Antígona: Para ustedes un muerto es un muerto, es el pasado que hay que olvidar, pero no permitiremos que sea olvidado.
[Fuente: Por Eduardo A. Hidalgo, Secretario General, Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de Bahía Blanca, Web Revista en Marcha, visitada el 12jun06]
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