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07may13


Afganistán tendrá 'tormenta perfecta' en 2014


Un presidente que recibe fondos de dos Estados extranjeros enfrentados… ¿Podría seguir sintiéndose un líder honesto y autosuficiente? El presidente de Afganistán, Hamid Karzai, no sólo opina que es perfectamente posible, sino que defiende que así tiene que ser.

Hace tres años, Karzai reconoció de forma oficial haber recibido fondos de Irán. Y recientemente se ha visto obligado a hacer una declaración muy parecida, pero esta vez se refirió a Estados Unidos. Se supo que durante muchos años había recibido dinero en efectivo de la Oficina Federal de Investigación.

Para el público ruso estas rencillas de la política interna afgana podrían tener cierta gracia, si no fuera por un factor: es posible que el año que viene la situación deje de resultar graciosa: muchos expertos coinciden en que en 2014 en Afganistán pueda desencadenarse una "tormenta perfecta". Una tormenta que acabará afectando a todo el entorno de Afganistán.

He aquí uno de los avisos más convincentes: el embajador francés en Kabul, Bernard Bajolet fue llamado a París debido a su nombramiento como jefe del servicio de inteligencia. Al abandonar Afganistán, expuso de forma sincera sus ideas acerca del desarrollo de la situación en el país: "Sigo sin entender cómo nosotros, la comunidad internacional, hemos llegado al punto en el que todo ha de ocurrir en 2014", señaló en la recepción de despedida celebrada la semana pasada. Acto seguido pasó a enumerar los acontecimientos que han de producirse a lo largo del año que viene. No serán pocos: las tropas estadounidenses abandonarán el país, se celebrarán elecciones presidenciales, se introducirá un nuevo modelo económico que ayude a Afganistán a contar con sus propios recursos en vez de valerse sólo ayuda extranjera. "Todo ello ha de ocurrir pese a que el proceso de paz todavía ni ha empezado", añadió el diplomático de alto rango.

The New York Times ofreció el siguiente comentario de la declaración de Bajolet: "Sus palabras reflejan las opiniones personales de muchos diplomáticos de que en 2014 en Afganistán con toda probabilidad se produzca la 'tormenta perfecta', de modo que revueltas políticas y militares coincidirán con el final de la misión de la OTAN en el país".

Afortunadamente, este fenómeno que se toma prestado de la meteorología ocurre con bastante menos frecuencia de la pronosticada. Así, por ejemplo, al inicio de la presidencia de Vladimir Putin yo escribía sobre el llamado 'Fenómeno 2003'. En 2000 el entonces líder del grupo parlamentario por el partido Unidad, Boris Gryzlov, señaló que en 2003 coincidiría el momento de auge de tres crisis: la demográfica, la del desgaste del equipo de los centros productivos y la de los pagos de la deuda externa. En opinión del político, el año 2003 se convertiría en una época extremadamente difícil.

Sin embargo, el 2003 empezó y se acabó, sin que llegara a hacerse realidad ninguno de los pronósticos del futuro ministro del Interior y presidente de la Duma de Estado (Cámara Baja del Parlamento ruso). ¿Y qué suerte correrá el vaticinio hecho por Bernard Bajolet) Posiblemente ocurrirá lo mismo, pero 2014 sin lugar a dudas será muy difícil para Afganistán y los países que mantengan relaciones con Kabul, en concreto los Estados de Asia Central y Rusia.

Sin embargo, todo parece indicar que lo único que ayudaría a Afganistán a tener otra oportunidad es una buena sacudida de la vida política. Pocos recordarán que en 1977, por poner un ejemplo, Afganistán era uno de los destinos turísticos más populares del mundo. La impresionante belleza de sus paisajes, unos precios bajos y la seguridad atraían al país a un gran número de visitantes. No obstante, más tarde el espíritu aventurero de los políticos afganos y su escasa competencia se agravarían por una postura no del todo definida de las potencias extranjeras, con cuya asistencia se contaba.

Merece la pena señalar que antes de la Revolución de 1978 los representantes de la URSS se aplicaban a fondo para evitar que los marxistas locales promovieran una revolución socialista. La razón era evidente: la sociedad afgana, que se seguía guiando por los principios de la época feudal, no estaba preparada para asumir el cambio. Los líderes del Partido Democrático Popular de Afganistán escucharon los consejos, pero no le hicieron caso alguno. No dudaban de que la URSS no dejaría a sus hermanos afganos en un apuro. Y así fue.

Después de la Revolución de 1978, los emisarios de Moscú volvieron a aplicarse a fondo, esta vez para convencer a los nuevos dirigentes afganos de que no fomentaran el terror respecto a los representantes de las "clases feudales", porque inevitablemente estallaría una guerra civil. Pero volvieron a tomar una decisión por su cuenta: no dudaban de que la URSS les ayudaría introduciendo las tropas.

Las relaciones del actual presidente de Afganistán Hamid Karzai y sus aliados occidentales parecen haber seguido el mismo guión. Desde 2001 le iban diciendo lo mismo, era necesario contar con sus propios recursos, luchar contra la corrupción y optimizar los gastos.

Karzai siempre asentía, pero no dejaba de actuar por su cuenta. Los aliados se mostraban tolerantes e incluso le seguían enviando dinero, pese a que también aceptaba fondos del peor enemigo de EEUU. Las tradiciones políticas de Afganistán permiten a sus líderes aceptar fondos de dos Estados extranjeros enfrentados, sin sentirse obligados a nada. Lo que más le compromete a Karzai es su incapacidad de siquiera controlar la situación en el país.

¿Y, dadas las circunstancias, no sería una tormenta perfecta en Afganistán preferible al actual pantano político? Cualquier dirigente, incluso los talibanes, necesitaría ayuda extranjera. De modo que no hay que tener miedo, sino prepararse bien para el 2014 afgano.

[Fuente: Por Mijail Rostovski, Ria Novosti, Moscú, 07may13]

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