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DERECHOS


15 de junio del 2000


ANTIGUO FISCAL DE NUREMBERG ARGUMENTA LO INFUNDADO DE LOS TEMORES DE LOS ESTADOS UNIDOS FRENTE A LA CORTE PENAL INTERNACIONAL.


Los miedos infundados frente a la Corte Penal Internacional.

Tras los horrores de la II Guerra Mundial, nuestro Gobierno dio ejemplo al mundo
al proclamar que nunca más la agresión, los crímenes contra la humanidad, tales
como el genocidio, o los mayores crímenes de guerra, quedarían impunes. Sin
embargo, en la actualidad, las voces de poderosos conservadores norteamericanos
amenazan con sabotear la nueva corte penal internacional creada para acoger los
principios de Nuremberg.

La legislación presentada por líderes republicanos el 14 de junio impediría la
cooperación de los Estados Unidos con este tribunal de crímenes de guerra que ha
sido respaldado por la inmensa mayoría de las naciones, incluídos muchos de
nuestros más firmes aliados. Quienes se oponen a la corte insisten en que los
militares estadounidenses deben quedar fuera de cualquier posible procesamiento,
que de alguna manera la eficacia de las intervenciones militares de los Estados
Unidos de carácter humanitario chocarían con un obstáculo si la nueva corte
entra en funcionamiento.  Tales temores son infundados y socavan la credibilidad
y seguridad de los Estados Unidos.

El juez de la Corte Suprema de los Estados Unidos, Robert M. Jackson, nuestro
máximo representante en Nuremberg, y su sucesor, el General Telford Taylor,
dejaron bien claro que la ley debe aplicarse a todos en condiciones de igualdad.
"Pasar a estos acusados un cáliz envenenado", advertía Jackson, "es como si nos
lo pusiéramos en nuestros propios labios también". Los inocentes jamás necesitan
temer al estado de derecho. Ciertamente, el Pentágono no se involucra
deliberadamente en actividades que sabe son delictivas. La intencionalidad
criminal ha de ser probada antes de establecer la culpabilidad. Si las leyes
internacionales son ambiguas, éstas deben ser clarificadas por la comunidad
internacional. Aparecer como un matón que quiere estar por encima de la ley
disminuye, más que refuerza, nuestra influencia. Sin una corte internacional que
funcione bajo las reglas establecidas por la comunidad de naciones, los
capturados permanecerán al arbitrio de sus captores. El derecho vinculante
ofrece un escudor protector a todos aquéllos que se encuentran al servicio del
ejército.

Resulta claro, más allá de cualquier duda, que la jurisdicción de la nueva corte
penal internacional -a diferencia de los tribunales especiales creados por el
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas- no será retroactiva. La nueva
corte, una vez ratificada por 60 naciones, irá conformando un régimen jurídico
que salvaguarde en el futuro a todas las naciones frente a los ultrajantes
abusos que continúan asolando a la humanidad en nuestros días.

Un reciente artículo de un juez militar altamente respetado, el Profesor
Robinson Everett, de la Universidad de Duke, sugiere una manera más comprensiva
de garantizar una prioridad absoluta a los tribunales americanos mediante la
promulgación de legislación interna que asegure que los tribunales
estadounidenses estarán investidos de jurisdicción para enjuiciar a cualquier
ciudadano de esta nacionalidad acusado de violar eñ derecho de gentes tal cual
se contempla en el Estatuto de la Corte Penal Internacional. Esto garantizaría a
los acusados estadounidenses todos sus derechos constitucionales en todos los
casos posibles, y, si el juicio fuera justo, excluiría por completo cualquier
procesamiento por la corte internacional. Es de esperar que los negociadores de
la delegación estadounidense no insistan en el derecho de los Estados Unidos a
conducir falsos juicios para evadir la justicia internacional. La decisión final
sobre la adecuación de los juicios internos reside en la corte internacional,
pero existen las salvaguardias apropiadas para prevenir cualquier tipo de abuso.

Muchas de las disposiciones del Estatuto de la Corte se redactaron para proteger
a los militares estadounidenses en servicio frente a acusaciones infundadas o
políticamente motivadas. El Fiscal está sujeto a la supervisión de varios jueces
cuidadosamente seleccionados y de la Asamblea de Estados Parte. Existen
numerosos controles presupuestarios y administrativos. La nueva Corte carece de
un mecanismo independiente que la afiance y debe descansar en la comunidad
internacional para ser eficaz. Una corte parcial o incompetente dejaría de
existir de inmediato.

Al promover un orden mundial mejor para el próximo milenio, debiéramos recordar
las palabras de Tom Paine, que inspiró la revolución americana"Tenemos en
nuestras manos remodelar de nuevo el mundo". Los militares estadounidenses deben
estar preparados para dar una oportunidad a la paz, en beneficio propio y en el
de todos nosotros. En esta era termonuclear de comunicación instantánea y
universal no debemos olvidar nunca que el derecho es siempre más seguro que la
guerra.

15 de junio de 2000
Benjamin B. Ferencz - Antiguo Fiscal en los procesos de Nuremberg.

[Nota DocumentalTraducción al español de la versión original en inglés por el Equipo Nizkor].


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