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23nov05


La fiscalía acusa a Padilla por terrorismo y no por los cargos por los que fue detenido.


El hispano José Padilla encarnó la peor de las pesadillas tras el 11-S: un ciudadano estadounidense captado por el extremismo islámico y dispuesto a cometer una atrocidad contra sus propios compatriotas. Así fue presentado tras su detención en mayo del 2002 en el aeropuerto O´Hare de Chicago cuando regresaba de Pakistán. Se dijo que preparaba un atentado con una bomba sucia (mezcla de explosivo convencional y elementos radiactivos) y ataques contra edificios de apartamentos usando gas natural. Durante tres años y medio permaneció casi en el limbo jurídico, catalogado como combatiente enemigo y en manos del Pentágono. Ayer, el fiscal general Alberto Gonzales anunció finalmente que se han presentado cargos criminales contra él y que será transferido a la justicia ordinaria.

La gran sorpresa ha sido que las acusaciones oficiales no dicen nada del supuesto complot de la bomba sucia,ni siquiera de la intención de cometer atentados en EE. UU. Los cargos a los que hará frente Padilla en Florida se refieren a una "conspiración para asesinar, secuestrar y mutilar a personas en un país extranjero con la finalidad de oponerse a gobiernos actuales y facciones civiles, establecer estados islámicos bajo la charia (ley islámica) y dar apoyo material al terrorismo". Según González, Padilla conspiró con otros acusados - todos serán juzgados en el 2006- y formó una red de apoyo al terrorismo - mediante envío de dinero y reclutamiento de futuros combatientes- en Estados Unidos y Canadá. Podría llegar a ser sentenciado a cadena perpetua.

José Padilla, de 35 años y origen puertorriqueño, nació en Nueva York y fue miembro de una banda de delincuentes en Chicago. Pasó por la cárcel para cumplir una condena por asesinato. Convertido al islam y tras adoptar el nombre de Abdullah Al Muhajir, se marchó a Egipto en 1998. Estuvo en Afganistán, Pakistán y otros países musulmanes, donde fue adoctrinado y recibió entrenamiento terrorista.

La detención de Padilla ha provocado varios recursos judiciales en los últimos años. Uno de ellos aún está pendiente. Sus abogados pretenden que el Tribunal Supremo clarifique cuánto tiempo puede permanecer un ciudadano estadounidense en manos del Departamento de Defensa y como combatiente enemigo. Se sospecha que Washington ha querido presentar cargos contra Padilla para eliminar presión sobre el Tribunal Supremo y también para convencer al Congreso para renovar la ley antiterrorista Patriot Act, que se encalló en el último momento cuando parecía que había un consenso bipartidista. Gonzales destacó ayer en rueda de prensa que el procesamiento de Padilla ha sido posible gracias a los instrumentos de la Patriot Act, que permite utilizar datos del espionaje para procedimientos penales. Es posible, sin embargo, que algunas de las declaraciones de Padilla obtenidas como prisionero del Pentágono no sean válidas para el proceso y de ahí que no figure el complot de la bomba radiológica.

[Fuente: La Vanguardia, Barcelona, Esp, 23nov05]

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