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10feb16


Los Ustashas croatas fueron la primera organización terrorista internacional que operó desde Argentina y desde España


Fue un 11 de septiembre. Ese día el grupo terrorista abordó un avión en el aeropuerto de La Guardia en Nueva York y, momentos después del despegue, tomó el control del vuelo tras reducir a la tripulación. Mientras tanto, un poderoso explosivo detonaba en un edificio neoyorquino provocando la muerte de un policía y heridas graves a otros dos. No estamos hablando del día en que cayeron las torres gemelas en 2001, sino de un hecho menos recordado. Sucedió el 11 de septiembre de 1976 y sus protagonistas fueron los miembros de la red ustasha, la primera organización terrorista global que operó varias décadas antes de Al Qaeda.

La red terrorista estaba formada por los «ustashas» («rebeldes» en croata), los seguidores del dictador Ante Pavelic que gobernaron Croacia y Bosnia Herzegovina desde abril de 1941 a mayo de 1945 bajo la protección de las huestes de Hitler y Mussolini. Fanáticos, sanguinarios y despiadados, asesinaron a cerca de un millón de serbios, judíos, gitanos y croatas disidentes, antes de verse obligados a huir al exilio tras ser desalojados del poder por las tropas de Tito y los tanques del Ejército Rojo.

A diferencia del resto de los dictadores fascistas, Ante Pavelic -el «Poglavnik, como le decían sus seguidores -escapó ileso e impune junto a la mayoría de sus ministros y su tropa compuesta por miles de especialistas en masacrar enemigos. Lo lograron gracias a la complicidad de los servicios de inteligencia occidentales que creyeron ver en ellos un útil instrumento para la lucha contra el comunismo. Pavelic se estableció en Argentina bajo la protección del peronismo, que además le ayudó a repatriar a miles de sus seguidores y la fortuna robada del estado croata y a las víctimas de sus campos de concentración. En Buenos Aires, «Poglavnik» creó el único gobierno nazi en el exilio que existió en la posguerra denominado «Nezavisna Država Hrvatska» o «Estado Independiente Croata».

«Enfermo», según los nazis

Pavelic reorganizó a los ustashas dispersos por el mundo. Además de la comunidad Argentina, existían importantes cantidades de exiliados en EE.UU., en varios países de Europa occidental y Australia. Esa fue la base para organizar la red terrorista. Con el dinero que enviaba Pavelic desde Buenos Aires, comenzó el reclutamiento de ustashas dispuestos a seguir el combate contra el gobierno yugoslavo de Tito, que para ese momento ejercía el control sobre el territorio croata.

El jefe militar de la ofensiva era Vjekoslav Luburic, ex jefe de la guardia personal de Poglavnik. Tal era su fama sanguinaria, que en tiempos de la guerra los propios nazis lo calificaron como «enfermo» y «monstruo» para luego pedir su alejamiento de la jefatura del complejo de exterminio de Jasenovac a causa de su fanatismo y crueldad. Aunque resultara increíble, los carceleros de Auschwitz Y Birkenau habían encontrado a un ser que los superado en sadismo. Luburic fue reahabilitado por Pavelic en los días de la fuga de Zagreb y en el exilio le ordenó radicarse en España para dirigir la contraofensiva contra el gobierno de Tito.

Llegada a Valencia

Luburic se instaló en una imprenta del barrio de Carcagente, en la ciudad de Valencia, que le servía como pantalla para las actividades de reclutamiento y propaganda a favor de la causa ustasha. Desde allí se lanzó una feroz campaña contra los yugoslavos en Croacia que se inició en 1947 y continuó sin pausa hasta la independencia croata en 1991. Bajo la protección de los altos funcionarios españoles que toleraban sus actividades, Luburic infiltró escuadras terroristas hacia el territorio croata que se dedicaron a volar comisarias, líneas férreas, un cine repleto de público en Belgrado y a realizar emboscadas contra tropas del gobierno de Tito. En Buenos Aires, Pavelic movía los hilos de la red para que sus filiales en el resto de mundo colaboraran con tropas y logística para la campaña. En Europa, los ustashas crearon decenas de escondites de armas y hombres allí donde hubiera residentes croatas que continuaran siendo leales a Pavelic. En Australia se encargaron de los campos de entrenamiento secretos para los nuevos reclutas. En EE.UU. y Argentina se construyó una retaguardia y centro de recaudación de divisas que funcionó con la complicidad de funcionarios locales que simpatizaban con las ideas anticomunistas de los fanáticos croatas.

Con el comienzo de la década de 1950, llegó a Yugoslavia el servicio secreto soviético para entrenar y apoyar a la policía política de Tito, la UDB (Unutrasnja Drzavna Bezebednost). Esta estrategia funcionó y logró frenar la ofensiva ordenada por Pavelic y Luburic en Croacia tras una década de lucha. Pero no pudo hacer lo mismo con una campaña de asesinatos de funcionarios yugoslavos en el exterior y el ataque contra embajadas, empresas y aviones de Belgrado.

Tampoco la muerte de Pavelic en diciembre de 1959 y de Luburic en abril de 1969 frenó las operaciones de la red croata. Los ustashas iban a engrosar su prontuario con decenas de ataques terroristas: el derribo o secuestro de al menos cuatro aviones, la colocación de bombas en embajadas o empresas yugoslavas en varias ciudades europeas, una brutal campaña de asesinatos de croatas exiliados que se negaban a aportar dinero para la causa y, por supuesto, la muerte de decenas de funcionarios yugoslavos dentro y fuera de Croacia. Hacia 1970, las células ustashas funcionaban de manera autónoma y suponían un grave problema para los servicios de seguridad de los países en donde operaban.

Los primeros en hacer estallar un avión

La letalidad de los croatas era tan alta que llegaron a lanzar sus ataques en el corazón mismo las potencias occidentales. Atacaron las embajadas y consulados yugoslavos en Bad Goldberg, Munich, Frankfurt, Berlín, Goteborg en Alemania y realizaron operaciones similares en Nueva York, Melbourne, en las ciudades suecas de Gotemburgo y Estocolmo. En esta última, cinco terroristas liderados por el ustasha Andelko Brajkovic fueron capturados tras asesinar al embajador Vladimir Rolovic el 7 de enero de 1971. Al año siguiente, otra célula secuestro un vuelo de la empresa sueca SAS y obtuvo su liberación del grupo de Brajkovic tras desviar el vuelo a España. Los secuestradores del vuelo sueco lograron escapar gracias a un salvoconducto negociado con el gobierno español.

Los ustashas fueron los primeros en hacer volar un avión de línea en vuelo. Fue el 26 de enero de 1972, cuando hicieron detonar una bomba en el vuelo 367 de la línea estatal yugoslava que partió desde Hermsdorf, Alemania. Solo sobrevivió una azafata, Vesna Vulovic, que tiene el récord de supervivencia por haber salido viva de una caída de 10.000 metros. Tal era la eficacia de los terroristas ustashas, que el 29 de diciembre de 1975 burlaron toda vigilancia de los servicios de inteligencia que los tenían en la mira e hicieron detonar una bomba en el aeropuerto de La Guardia, causando la muerte de once personas y heridas a otras sesenta. Su efectividad terrorista, hizo que la policía de Nueva York no dudara en atribuirles un atentado con explosivos, aparentemente anónimo, contra la Estatua de la Libertad el 3 de junio de 1980.

La captura del avión del vuelo 355 de TWA el 11 de septiembre de 1976 fue liderada por el ustasha Zvenko Busic y su esposa, la norteamericana Julienne Eden Schultz, que desde meses atrás se habían integrado a la célula terrorista del Otpor Croatian Party de la ciudad de Cleveland. Tomaron el control del avión exhibiendo un paquete en el que decían habían colocado una bomba, pero que luego se descubrió que era solamente una olla a presión. Antes de rendirse y entregar la olla junto a los cautivos, desviaron el avión a Europa y se contentaron con lanzar panfletos independentistas sobre Londres.

Aquel 11 de septiembre fue apenas otro rosario de la campaña terrorista ustasha, que tuvo un giro dramático cuando muchos de sus miembros acudieron a pelear en la guerra de independencia croata que concluyó en 1995. Las filiales de la red fuera de Croacia quedaron como agencias de propaganda a favor de la independencia y algunas de ellas tuvieron un rol protagónico en el contrabando de armas para sus partidarios, como fue el desvío de armas polacas operado desde España y el contrabando de varias toneladas de armas argentinas hacia el conflicto que hicieron antiguos seguidores de Pavelic en Buenos Aires, pese al embargo internacional decretado por la ONU y la presencia de cascos azules argentinos como fuerzas de paz dentro del conflicto.

Pocos saben entonces que para el momento en que la red terrorista ustasha comenzó a operar, Bin Laden ni siquiera había nacido y el terrorismo global era una novedad absoluta. Fueron los ustashas que manejaban el gobierno en el exilio en Buenos Aires y su cuartel general en Valencia, los que hicieron nacer este antecedente desconocido de Al Qaeda y otras organizaciones similares que hoy representan el mayor desafío para la seguridad de occidente.

[Fuente: Por Ignacio Montes de Oca, ABC, Madrid, 10feb16]

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Caso SS Totenkopf
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