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19mar15


La periodista detenida en Melilla acusada de tráfico de extranjeros: 'Han ido a por mí sin piedad'


Le quitaron los cordones de sus zapatillas de deporte y de la capucha de su sudadera. Le requisaron el bolso, le tomaron las huellas y para dentro. Sin más. Sin nada. A solas con su indefensión. Aún no había amanecido el pasado 11 de marzo cuando la fotógrafa freelance, Ángela Ríos, entraba por primera vez en un calabozo, en la Comandancia de la Guardia Civil de Melilla.

La acusaban de un delito de favorecimiento de la inmigración irregular. Es decir, de ayudar a inmigrantes a entrar en el país. Según relató una pareja de guardias civiles, trasladaba en su coche a cuatro africanos que acababan de saltar la valla. Doce horas después y tras declarar en el juzgado fue puesta en libertad provisional -con un margen de 48 horas para presentar unas pruebas que justificaran los 2.000 euros que se le encontraron encima y que los guardias atribuían a un pago de los inmigrantes por sus servicios, pero que ella demostró luego, con facturas, que eran para hacer una transferencia a su hermano que vive en Argentina-.

Esta semana, el juez Emilio Lamo de Espinosa ha acordado el sobreseimiento libre y el archivo de su caso. "No se aprecia hecho alguno que pueda justificar la continuación de la instrucción de la causa", dice el auto judicial. También ha rechazado los mandamientos que había pedido la Guardia Civil para saber con quién habló la periodista por teléfono la semana anterior y las conversaciones de los inmigrantes.

Una vez solucionada la historia, Ángela Ríos habla con ELMUNDO.es: "Han ido a por mí claramente. Sin piedad. Con datos falsos", afirma. Está tranquila, pero se siente humillada, porque han puesto su dignidad y su profesionalidad en entredicho sin motivo. "Estamos perseguidos. Es todo de locos. Yo soy inocente. Si lo hubiese hecho apechugo con la consecuencias, pero no lo he hecho. Es todo mentira".

El miércoles 11 de marzo, Ángela salió de su casa a las 5.15 horas de la mañana porque escuchó las sirenas de la valla. Cogió su bolso y su cámara y corrió hacia su coche para fotografiar a quienes trataban de saltar a Melilla, como había hecho tantas otras veces. Camino del CETI (Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes) se cruzó en la carretera con cuatro inmigrantes corriendo. "Me pararon y solo gritaban '¡África, África, África!", recuerda la periodista. "Entiendo que buscaban el CETI, les señalo dónde está y se van rápidamente. Como no me dio tiempo ni de hacerles fotos, les sigo con el coche para ver si se dejan retratar", cuenta.

Pero al poco de arrancar aparece la Guardia Civil y los espanta. "Cuando llego al CETI me dicen que uno de los inmigrantes había alcanzado el centro pero que los otros tres se escondieron en el puente al ver a la patrulla. Al momento viene un GRS (Grupo de Reserva y Seguridad de la Guardia Civil) y me pide la documentación. No me extrañó porque en todos los saltos me la piden. Ni siquiera me preguntó para qué medio trabajo y pensé que como me identifican siempre ya lo sabía".

El guardia se lleva el DNI de Ángela a su coche y luego vuelve su compañero para devolvérselo, con una risa que ella no entendió. Eran las seis menos veinte de la mañana y tras este hecho la fotógrafa empieza a hacer su trabajo y a disparar con su cámara desde el CETI a los inmigrantes subidos a la valla.

La denuncia

A las 6.30 llega otra patrulla de la Guardia Civil. "Preguntan por mí y me dicen que les acompañe a la Comandancia. Les digo que no puedo porque tengo que hacer las fotos. Pero insisiten tanto, que para evitar una multa por desacato a la autoridad voy con ellos. Me dicen que me lleve mi coche, así que me monto, junto con un Guardia, y nos vamos. Sólo me permiten hacer una llamada y telefoneo a un amigo fotógrafo para contarle lo que estaba pasando, aunque sin saber aún lo que me esperaba".

Nada más entrar en la Comandancia le explican que está detenida por tráfico de inmigrantes. Que la pareja de GRS ha presentado una denuncia porque vieron que había metido a cuatro inmigrantes en su coche. "Es mentira. En ningún momento entraron. Sólo gritaban 'África, Africa' y corrían. Lo tengo documentado. Es una denuncia falsa", insite ella.

A partir de ahí, la deriva. "Me leen los derechos y me dicen que puedo contar con un abogado de oficio, pero no me dejan llamar al mío (le contactaría su amigo fotógrafo). Me quitan los cordones, me cachean, me registran el bolso, donde llevaba dinero para hacerle una transferencia a mi hermano, me lo requisan, me toman las huellas y me meten en el calabozo, junto a una mujer narcotraficante".

Más de cuatro horas dentro sin información, sin saber, sin entender. "A las 11.30 me sacan y aparece mi abogado diciendo que había presentado un habeas corpus -por detención ilegal-", explica. Es entonces cuando le preguntan si quiere declarar en la Comandancia o en el Juzgado y, por recomendación de su letrado, elige lo segundo. "Nunca me negué a declarar, como han dicho. Es mentira. Solo elegí dónde hacerlo", justifica. Vuelve al calabozo hasta las 17.00, momento en que declara y queda en libertad.

Las contradicciones

"Una vez que me ponen en libertad hay un Guardia que me quiere devolver al calabozo. Menos mal que otro, con sentido común, se niega y explica que eso no lo puede hacer. Luego me dice que he sido cabeza de turco", confiesa Ángela, que relaciona su detención con el hecho de que el próximo día 26 declaran ante el juez ocho Guardias civiles imputados por "trato degradante", durante un salto masivo ocurrido el pasado 15 de octubre.

"Quieren amedrentarnos, que no documentemos lo que pasa en la valla. Pero no lo van a conseguir. Voy a seguir haciendo fotos, no una sino 500 si hace falta. Si veo abusos, los denunciaré con mi cámara", dice convencida la periodista, que lamenta "haber tenido que pasar por esto, totalmente injusto". De hecho, los cuatro inmigrantes declararon y todos dijeron que no habían subido en mi coche. "Ni la Ley Mordaza ni esta detención humillante me van a callar", admite.

Según comunicó ese día la Delegación del Gobierno en Melilla, cuatro inmigrantes que lograron entrar en la ciudad autónoma fueron avistados por los agentes cuando circulaban a bordo de un vehículo conducido por la fotoperiodista melillense. Los subsaharianos lograron escapar y los agentes de la Guardia Civil interceptaron a la mujer que conducía el vehículo. "Cuando se la detiene ni se encontraba ejerciendo como periodista en la zona ni ella se identifica como tal, por lo que su detención no guarda relación ninguna con el ejercicio del derecho a la información", aclaraba la nota.

No obstante, tal y como explicaron en su momento tanto abogados consultados por este periódico como la ONG Prodein, "tráfico de inmigrantes -delito del que se acusaba a la periodista- supone pasar a personas de un país a otro", algo que no era así en la denuncia presentada por los agentes. E insisten en que llevar en coche a unos inmigrantes cuando han traspasado la frontera no es delito, "salvo que se demuestre que ha habido concertación previa entre las partes o ánimo de lucro".

Nada de eso pudo demostrarse y la pesadilla ya ha terminado para Ángela Ríos, aunque el "mal trago" duele todavía.

[Fuente: Por Isabel F. Lantigua, El Mundo, Madrid, 19mar15]

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