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01dic12


Josef Foschepoth: "La historia de la República Federal aún está por escribir"


La publicación del libro Alemania Vigilada, del historiador alemán Josef Foschepoth es uno de los acontecimientos editoriales del año. Las trastiendas de la Alemania de posguerra hasta nuestros días, incluida la de la reunificación nacional de 1990, son los grandes agujeros negros de la historia de este país y en gran parte aún están por escribir. Foschepoth desvela una generalizada vigilancia y censura de comunicaciones postales y telefónicas que arranca desde la Alemania de posguerra hasta las últimas décadas. La continuidad de estas prácticas, multiplicada por las infinitas posibilidades técnicas que abre la telefonía móvil y el internet, es mucho más que una sospecha.

Profesor de historia contemporánea de la Universidad de Freiburg, Josef Foschepoth (Werl, 1947) tiene una larga trayectoria como investigador de la Alemania de posguerra. "Durante una investigación sobre la guerra fría descubrí una carpeta con el titulo Censura de correos. Me sorprendió encontrar un expediente con ese titulo en un archivo de Alemania occidental ya que pensaba que tal censura solo existía en la RDA. Esa era por lo menos la opinión general en Alemania.

Por curiosidad estudié el expediente y eso me llevó a una investigación mayor desde el inicio de la Republica Federal hasta el año 1990. Me detuve en ese año, pero el asunto continúa. Las preguntas fundamentales de mi libro son cómo, por qué y durante cuánto tiempo la Republica Federal Alemana y las fuerzas de ocupación presentes en Alemania han vigilado los servicios de correo y teléfonos.

Me di cuenta que existían muchos expedientes secretos que no eran accesibles al público. Entonces hice una demanda al gobierno federal de la que resultó un procedimiento complicado que al final me dio acceso a esos materiales secretos. Empecé por estudiar los ficheros del canciller federal, del ministerio del interior y del ministerio de asuntos exteriores. Eso me permitió escoger las carpetas que me interesaban que luego fueron desclasificadas por el gobierno.

¿Fue sencillo lograr ese acceso?

No, tuve que pedir permisos en repetidas ocasiones y me costó un año y medio. El gobierno tenía que desclasificar el material, ya que todo llevaba todavía el sello "secreto". Durante ese largo proceso me di cuenta que no se trata de unos pocos documentos sino que hay millones de actas secretas en los archivos.

En su libro menciona usted 7,5 millones de fichas.

Sí, pero con esos documentos ocurre como con el euro: sus previsiones hay que revisarlas continuamente al alza. Ya se ha duplicado esa cifra porque también he encontrado información de otras administraciones, del BND (servicios secretos exteriores) y del Verfassungsschutz (servicio secreto interior) y no puedo hacerme una idea de cuántos dossieres secretos puede haber allí. Supongo que serán muchos. Continuamente me llegan informaciones desde varios ministerios sobre nuevos hallazgos que indican que mis primeras estimaciones eran bajas. Por ejemplo solo en el Ministerio de Defensa hay cinco kilómetros de estanterías llenas de documentos secretos. Puede que haya más... Para la historia contemporánea es importante saber que la historia de la Republica Federal de Alemania todavía no se ha escrito.

Habla usted de la "privatización" de algunos archivos, por ejemplo el del canciller Adenauer en Röhndorf ¿Cómo es posible esto?

Sucede que grandes políticos creen que las actas que ellos han escrito o los documentos de su gobierno les pertenecen, y se los llevan. Normalmente, acaban en fundaciones privadas. La Fundación Konrad Adenauer es un organismo privado, no estatal, y si quiero ver documentos de ese archivo, en la Casa Adenauer de Röhndorf, tengo que pedirlos y ellos deciden qué hacer.

Es un escándalo porque los documentos del gobierno tienen que guardarse en archivos del estado. Todos los cancilleres lo hicieron igual, también Helmut Schmidt y, desde luego Helmut Kohl. Se llevaron millares de documentos a casa para dárselos a las fundaciones de sus partidos.

¿Desde cuándo está investigando esto? ¿Cuándo fue el hallazgo?

Desde 2009. Trabajé mucho durante tres años y medio. Tuve que ir a Londres y a Washington para consultar importantes documentos sobre la época de la ocupación. Descubrí material nuevo. En Washington busqué durante diez días seguidos. No es fácil porque estas cosas no son muy accesibles. Por fin descubrí que entre 1949 y 1990 los Estados Unidos copiaron todos los telex enviados en Alemania que pasaban por la central de Frankfurt y los enviaron a la NSA (National Security Agency) para su análisis. No solo vigilaban la parte comunista, sino todas nuestras empresas y administraciones y todas las delegaciones diplomáticas que estaban en Bonn y que disponían de telex. En los años 50 y 60 no existían muchos telex, únicamente los organismos importantes solían tenerlo. Así que el tema crece continuamente, siempre se descubren aspectos nuevos.

¿Son más abiertos los archivos en Estados Unidos que en Alemania?

En parte. En los años setenta los americanos tenían una política muy liberal y abrieron archivos diplomáticos tras 25 años. Era casi automático con excepción de algunos casos como la guerra de Corea o la crisis de Cuba. Esta política liberal se ha restringido mucho desde el 11 de Septiembre de 2001, lo que perjudica a los investigadores. En el Reino Unido tienen el archivo más moderno y eficiente en Londres. Allí las actas secretas son desclasificadas en un tiempo razonable.

¿La vigilancia de correos y teléfonos que usted revela era legal?

De ninguna manera. Tenemos una constitución de 1948, es decir anterior a la fundación del Estado, de la que estamos muy orgullosos porque en ella los derechos fundamentales tienen mucho peso. La inviolabilidad de las comunicaciones forma parte de esos derechos que solo pueden ser limitados con una ley en casos y aspectos específicos de guerra y terrorismo. Es decir, que no se puede limitar por completo ese derecho fundamental.

Sin embargo, nunca se hizo una ley limitativa en ese ámbito pues habría sido muy impopular en los años cincuenta o sesenta tan cerca del régimen nazi, así que las autoridades alemanas se ampararon tras el derecho de los aliados. Estos tenían un derecho de vencedores y no estaban sujetos a la constitución alemana por lo que podían vigilar todo lo que les daba la gana. La mayoría de las medidas fueron tomadas por americanos, ingleses y franceses, pero hay una excepción muy importante donde las autoridades alemanas fueron muy activas: el correo con la RDA, la "zona del Este" como se decía.

Todo el correo que venía del Este en trenes fue parado, controlado y también destruido, porque se pensaba que contenía propaganda que podía hacer daño a la Republica Federal. Esto no estaba permitido por la constitución. Se organizó con varias reglas y directrices. En este país los funcionarios están obligados a declarar su lealtad al Estado, y se les obligó a intervenir si veían un riesgo para el Estado incluso en casos de inconstitucionalidad. Más tarde se hizo una ley, pero como demuestro en mi libro, la constitución fue vulnerada en repetidas ocasiones.

¿Cual fue su reacción al descubrir tamaño pastel?

Me asusté. Al analizar estadísticas de los servicios de información y descubrí que solo entre 1955 y 1972 se destruyeron 109 millones de envíos de correos entre las dos Alemanias. Si a esto se añade lo que hicieron los aliados -los Americanos por sí solos retiraron entre 5 a 6 millones de envíos- se llega a un total de 250 o 300 millones de envíos entre 1949 y 1970.

¿Y antes de su investigación no se sabía nada de ello?

Se sabía que los aliados vigilaban, pero no se podía hacer nada. El Gobierno alemán hizo algunas declaraciones al respecto, pero a fin de cuentas le echó la culpa a los aliados. Lo demás no se mencionaba, se mantenía en secreto todo el proceso. Salió en alguna vaga información de prensa, pero se desconocía su alcance y generalización. Por eso mucha gente está indignada, sobre todo los mayores. Algunos me dijeron recientemente en una conferencia, "creíamos en el estado de derecho y que solo la RDA, los comunistas, hacían este tipo de cosas". Por eso mi libro causa tanto revuelo.

Hay muchos países con temas incómodos en su pasado reciente: Argelia en Francia, o el holocausto, impune y no reparado, de la guerra civil en España son ejemplos, ¿Es la época de posguerra un tema indeseable para el establishment alemán?

Desde la reunificación hemos tenido una manera triunfalista de ver la historia: éxito, nos hemos reunificado, todo es magnífico, lo malo solo ocurrió en el Este... Pasamos por alto que no todo fue tan democrático. Hubiera sido razonable pensar que no podía salir de golpe una democracia gloriosa después de una dictadura tan terrible como la nazi en un país con tradiciones autoritarias tan fuertes. Y eso es lo que nos dice la investigación histórica. Claro que hubo tendencias liberalizadoras, pero olvidamos que teníamos una burocracia ministerial fuerte, muy conservadora y tradicionalista, que siempre anteponía el Estado a los derechos fundamentales. Esto me hizo pensar que necesitamos un término nuevo: más allá de lo formal no era democracia, pero entonces ¿qué era? Hay colegas que hablan de la "Democracia del Canciller" hecha a medida de Adenauer, pero eso no nos dice gran cosa ¿Qué pasa si ya no esta el Canciller? ¿Se convierte en democracia de verdad? En realidad, es el aparato del estado quien dirige esta democracia y si miramos bien vemos que en los años 50 y 60 -y más tarde también- la democracia era pensada desde el Estado y no al revés. Es un defecto de construcción…

…y la genuina tradición alemana de estado de derecho como derecho del Estado...

...Exacto. Por eso es tan importante lo que publico ahora. Esa tradición no solo está en (la República de) Weimar, en el imperio, en el nazismo o en el comunismo, también está en la democracia. La tendencia de los alemanes de anteponer el estado al derecho sigue siendo grande.

¿Cómo afecta esta historia a nuestra imagen de la RDA?

Es una importante cuestión. La reacción desde la ex-RDA es cautelosa: "cuidado, aparece un libro mediante el que los del Oeste nos roban hasta nuestra posición de victimas. Nosotros somos los únicos que fuimos vigilados...". El caso es que lo de la vigilancia es un tema de toda Alemania, no solo de la RDA. No digo que la violación del derecho de las personas no haya sido peor en la RDA, sino que aquí también hubo graves violaciones de esos derechos. Fue un sistema de vigilancia ejecutado por todo el funcionariado. No era un trabajo exclusivo de los servicios secretos, sino de los funcionarios de correos, de ferrocarriles de aduanas... Todos ellos daban la información al fiscal o al juez para darle un toque formalmente legal. Luego todo fue retenido, quemado, destruido. Es monstruoso.

A la luz de esta historia y teniendo en cuenta las enormes posibilidades técnicas de vigilancia y control de las personas que ofrecen hoy la telefonía móvil y el Internet, ¿qué sabemos y qué podemos sospechar razonablemente sobre la vigilancia que se ejerce hoy?

No soy futurólogo, pero observo lo que pasa. Por ejemplo el caso de Dresde, donde el jefe de la policía pudo poner escuchas masivas a los teléfonos móviles de manifestantes antinazis sin ninguna base legal. Y no se vigilaba a la derecha sino a los que se manifestaban en contra. Aquí hay algo que no va bien. Nos demuestra que las posibilidades técnicas son enormes. Se hablaba de 500 000 llamadas captadas en Dresde. Es monstruoso. Demuestra que el derecho fundamental a la comunicación se pone a disposición de los servicios de información o policiales. Lo hacen cuando quieren, y a veces hasta se sabe. Es una tendencia clara hacia un estado de supervisión. En el libro explico la estadística de la cantidad de telecomunicaciones que el servicio secreto (BND) controla a diario en los años noventa: es increíble. Todo, incluso esta conversación nuestra puede ser escuchada. 5,28 millones de llamadas interceptadas. Es increíble.

[Fuente: Por Rafael Poch, La Vanguardia, Barcelona, 01dic12]

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