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17jul20


España e Italia chocan con Países Bajos por la condicionalidad de las ayudas europeas


Reformas, reformas, reformas. La negociación más dura de los últimos tiempos en el seno de la UE, la que debe servir para fijar el Presupuesto de los próximos siete años y el Fondo de Recuperación para la pandemia, empezó centrada en el tamaño, viró después hacia la composición de las ayudas (préstamos o transferencias) y lleva un tiempo enquistada en la condicionalidad y las reformas que serán imprescindibles para acceder a la ayuda comunitaria. Los frugales, los socios que con Países Bajos a la cabeza abogan por un paquete sobrio y contenido, asumen que no podrán imponer que sólo haya créditos o que el monto sea tan reducido como les gustaría, así que están concentrado todos sus esfuerzos allí donde tienen más posibilidades de apretar al sur.

El Consejo Europeo que reúne a los jefes de Estado y de Gobierno de los 27 empezó a las 10.00 de la mañana y durante horas lo único que se comentó en Bruselas eran las palabra del primer ministro Mark Rutte a su llegada y su posición en la reunión, en choque directo con "España, Italia y muchos otros países", según fuentes diplomáticas. Estaba claro desde hace días que la Cumbre de todas las Cumbres tendría al primer ministro hanseático como protagonista, y no defraudó. "Hacen falta reformas. Si el sur necesita ayuda de otros países para lidiar con la crisis, y lo entendemos porque hay límites en la capacidad que tienen para hacerlo solos, lo razonable es que pidamos claros compromisos de reformas. Si hay transferencias hasta cierto nivel, las reformas son aun más cruciales y tiene que haber garantías absolutas", aseguró el neerlandés. "Hay una razón para ello: reformas para hacer que las economías sean más resistentes porque hace falta una Europa más fuerte en un mundo inestable. Y los países que se han quedado atrás en pensiones o mercado laboral tienen que dar pasos adelante", aseguró Rutte, siempre el líder más directo.

La estrategia se vio muy clara este viernes desde primera hora. Había una decena de temas principales sobre la mesa que generan división: el tamaño del Presupuesto 2021-2027. La PAC y los fondos de cohesión. Los rebates o cheques compensatorios para los contribuyentes netos. El tamaño del Fondo de Recuperación. La estructura de la ayuda, con préstamos o transferencias. Las claves de reparto del dinero y la velocidad de distribución. La condicionalidad, la fecha de inicio de los pagos o la cuestión del Estado de Derecho en Hungría o Polonia y la posibilidad de vincular recursos a su cumplimiento.

Los frugales se repartieron los papeles. Dinamarca y Austria, con Sebastian Kurz en busca de protagonismo, fueron las encargadas de llevar la voz en la cuestión del Marco Financiero Plurianual, exigiendo que la cantidad máxima se reduzca desde el 1,074 billones propuestos por el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, hasta el entorno de 1,050 billones. Para España, Francia, Portugal y muchos otros, 1,074 billones ya era inaceptable, bajísimo, y abogan como mínimo por 1,1 billones, como propone la Comisión Europea desde 2018. Una cantidad más baja que la del pasado, pues sin Reino Unido hay menos dinero, pero más ambiciosa para los desafíos presentes.

Suecia insistía en la cuestión de las transferencias, repitiendo que los créditos son suficientes para la recuperación. Es un intento nada disimulado de bajar la cantidad que se está barajando, hasta medio billón de euros, todo lo posible. Y es posible que tenga éxito, pues el Plan de Recuperación tiene muchos platos, y alguno de ellos como el pilar de Solvencia o la parte del Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural son vulnerables, o al menos mucho más que el Fondo de Recuperación y Resiliencia o el programa React EU. Eso sí, meter la tijera por ahí implicaría tener que tocar la estructura del Presupuesto para ofrecer flexibilidad y pasarelas entre muchas partidas.

Por su parte, Rutte se concentró en el asunto de la gobernanza. Esto es: si las 27 capitales podrán tener voto, voto e incluso veto sobre los Planes Nacionales de Reformas que cada país tendrá que redactar para acceder a los fondos. Países Bajos quiere que los ministros voten y sea por unanimidad, pero está totalmente solo y los servicios jurídicos incluso dudan de que sea posible. España, Italia o Croacia, quieren que no voten (pues prefiere el sistema llamado de Comitología, en el que hay diálogo pero es siempre la Comisión la que lleva la iniciativa), o que de hacerse, haya una mayoría cualificada inversa como máximo. Pero la propuesta de Michel y Alemania, la que parece más realista, contempla una mayoría cualificada entre los ministros, seguramente en el Ecofin.

"El presidente Sánchez, con Italia y muchos otros, ha defendido que es inaceptable un sistema que sea así. Hace falta uno que incentive las reformas pero que funcione y sea eficiente. No puede ser tan complicado que sea dificilísimo recibirlos", explicaron fuentes españolas describiendo precisamente la técnica frugal: complicar, retrasar y condicionar para reducir en la práctica lo que quizás no sean capaces de limitar sobre el papel.

Para intentar romper la parálisis, el presidente del Consejo ha ofrecido una vía intermedia, en la que estipula que si algunos países tuvieran serios problemas con los planes de reformas de otros, un desembolso podría llegar a estar frenado hasta que todos los líderes en el Consejo Europeo se pronunciaran. Una alternativa todavía algo vaga, pero sobre la que van a trabajar en las próximas horas

La reunión arrancó temprano y no paró hasta casi las 18.00 de la tarde, cuando tras dos rondas de intervenciones de todos, Michel impuso un receso de tres horas para reuniones y consultas. Él se vio con Angela Merkel, Emmanuel Macron y la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen. Y después con el propio Rutte o con Viktor Orban. El resto de líderes aprovecharon para otras bilaterales y para informar a sus delegaciones, porque en la sala están solos e incomunicados una parte del tiempo.

La única forma de lograr un acuerdo es que todos cedan, pero va a llevar tiempo. Hay muchísimos elementos sobre la mesa y la logística es mucho más complicada que de costumbre. Y hay curiosidad por ver cómo Michel llevará la negociación, tras pifiarla el pasado febrero febrero con un sistema absurdo que implicó 27 reuniones durante toda una noche en vela. Ahora, todos esperan su nueva propuesta desbloqueadora.

Hoy, el tamaño de las delegaciones es limitado, las distancias impiden las rutinas habituales. Y hay que hacer muchísimas llamadas a los expertos nacionales de los ministerios para evaluar el impacto de los cambios en cada partida. Por eso lo que todos esperan es una sesión maratoniana, con los 'sherpas' y embajadores pasando la noche en vela si es necesario y un encierro de todo el fin de semana. Y más incluso.

Nadie descarta que se pueda interrumpir el Consejo (como ocurrió hace justo un año) para estudiar la situación y retomar unas horas o días después. Rutte calculó que había "menos de un 50% de posibilidades de acuerdo este fin de semana", dada la complejidad. Merkel admitió que sería "muy, muy difícil". No lograr ahora un entendimiento final en todas y cada una de las cosas en juego no sería en sí un fracaso, se puede prolongar un poco más. Pero dejarlo para después de verano sí que sería reconocer incapacidad, liderazgo y falta de recursos.

"Hace falta una gran voluntad para lograr compromisos por parte de todos si queremos tener éxito, para algo que sería bueno para Europa a la luz de esta pandemia, para los europeos", instó la canciller a su llegada. "Estamos obligados todos a llegar a un acuerdo. Incluso aunque sea difícil, estoy convencido de que con valentía política es posible", dijo Sánchez, que quizás tenía en mente las palabras de Robert Schuman cuando, advirtiendo a los ministros europeos hace medio siglo, afirmó: "ustedes no están es un proceso de negociación, están en un proceso para encontrar una solución".

[Fuente: Por Pablo R. Suansez, El Mundo, Madrid, 17jul20]

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