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19mar18


Puigdemont intentó comprar en Israel material de espionaje por 27 millones


El Gobierno de Carles Puigdemont tenía preparados 27 millones de euros para gastar en material sensible de espionaje, según confirmaron a El Confidencial diversas fuentes consultadas conocedoras del plan. Para ello, el Ejecutivo catalán intentó ponerse en contacto con el Gobierno de Israel y con los servicios de inteligencia de aquel país, pero todos los intentos oficiales resultaron inútiles. Recurrieron entonces a una estratagema: contactar con empresas vinculadas al Gobierno israelí para poder tener algún trato de favor. La reunión tuvo lugar el 16 de noviembre de 2016 en Tel Aviv.

El viaje de los representantes de la Generalitat se produjo a mediados de noviembre de 2016. Al viaje asistieron Carles Puigneró, secretario de Telecomunicaciones, Ciberseguridad y Sociedad Digital; su jefe de gabinete, Iván Monforte; y Xavier Gatius, director del Cesicat. Las semanas previas a ese viaje, los responsables gubernamentales intentaron sin éxito atar alguna reunión con estamentos oficiales del Gobierno israelí. Al fracasar todos los intentos, acudieron a un alto cargo de Convergència Democràtica para que hiciese gestiones. Este dirigente pidió, a su vez, el favor a un empresario amigo suyo, que contactó con una agencia de detectives de Barcelona. Y fue esta agencia -que también goza de excelentes contactos entre los distintos servicios de información de Madrid- la que, finalmente, puso en contacto a los miembros de la delegación con International Security & Defense Systems (ISDS), empresa israelí experta en ciberseguridad.

"Hubo una comida en el restaurante Can Lampazas de Barcelona a la que asistió Leo Gleser y donde se decidió recibir en Tel Aviv a los altos cargos del Govern", explican a El Confidencial fuentes cercanas a estas negociaciones. Gleser es un excoronel de Israel experto en ciberseguridad y con una red de empresas que trabajan en los cinco continentes. Tras valorar la petición, el hombre de negocios israelí accedió a recibir en su casa de Tel Aviv a la delegación catalana. En esa reunión, celebrada el 16 de noviembre, también estaba presente Mar Pérez, 'executive director' de Catalonia Trade & Investment de Acció en Tel Aviv. Es decir, directora en Israel de la agencia oficial de comercio del Gobierno catalán, en algunas de cuyas sedes se han ido gestando las famosas 'embajadas' catalanas. A la misma también asistieron dos personas de confianza de Glesser, O. L. y A. W.. Este último, experto en ciberseguridad, se trasladó recientemente a España y trabaja a caballo entre Madrid y Barcelona. "Estaban muy interesados en material de intervención y de ciberseguridad. Su justificación era que tenían necesidad de equipos de intervención a todos los niveles, es decir, para WhatsApp, chat, etcétera", explica una de las fuentes presentes en la reunión. También estaban interesados en material para proteger las telecomunicaciones.

El material, a través de París

Las fuentes resaltan que "en un principio, nos dijeron que tenían hasta 27 millones de euros para gastar". Ese material dejaron entrever, serviría para la creación del 'cerebro' de los servicios de espionaje catalanes, lo que se conocía como 'CNI catalán', aunque oficialmente la Generalitat siempre lo había negado y, por si fuera poco, su propia constitución sería un delito. Semanas más tarde, los representantes de la Generalitat se pusieron de nuevo en contacto con los hombres de Gleser para comunicarles que se había reducido la partida dedicada a material de espionaje y que 'sólo' dispondrían de 23,5 millones.

Puigneró (que, curiosamente, fue uno de los altos cargos que boicoteó activamente la recepción oficial del Rey Felipe VI en la inauguración del Mobile World Congress (MWC)) hace pocas semanas, se reunió también con otro experto en seguridad, Erez Kreiner. Este experto había sido director de la Autoridad Nacional de Seguridad Cibernética de Israel y trabajó para el Shin Bet, es decir, la seguridad interna de Israel (el Mossad se encarga de la seguridad externa). Según uno de los asistentes al acto, Kreiner le llegó a hacer al catalán una presentación de los servicios de ciberseguridad que sus empresas ofrecen.

Lo que no quedó claro es cómo se pagaría el material de espionaje, aunque algunas fuentes apuntan a que se vehicularían estos pagos a través de oficinas de Acció. La delegación catalana, en cambio, sí dejó constancia de su interés en recibir todo el material en París. En la capital francesa se acumularía en la 'embajada' de la Generalitat y luego se trasladaría en furgoneta hasta Cataluña. De este modo, pensaban burlar el control aduanero que pudiera ejercer el Estado español, ya que calibraban que los franceses no estarían alerta y, una vez en suelo galo, el material ya podría ser pasado a Cataluña sin necesidad de ser filtrado por una frontera. Finalmente, la operación no se llegó a realizar porque la Generalitat no concretó los equipos que quería. Lo cierto es que era demasiado arriesgado desembolsar cantidades importantes de dinero debido al control de las cuentas del Govern que el Estado había incrementado por aquellas fechas.

[Fuente: Por Antonio Fernández, El Confidencial, Madrid, 19mar18]

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