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03nov17


Por qué la extrema derecha europea apoya al separatismo catalán


Hace unos días el secretario de Estado de inmigración belga, Theo Francken, anunció que Bélgica podía dar asilo político a Puigdemont. Inmediatamente fue desautorizado por el primer ministro belga, Charles Michel. Francken es uno de los dirigentes del partido independentista flamenco N-VA (Alianza Neo-Flamenca) que forma en coalición parte del Gobierno belga. El N-VA apoya el movimiento secesionista catalán y Francken, hasta llegar al Gobierno, era un fijo de las Diadas.

Desde que llegaron al poder, los politólogos belgas discuten si el N-VA es un partido de extrema derecha o no. Casi todos se inclinan por definirlo, dado su programa, como un partido de derecha dura más que de extrema derecha aunque, Manuel Abramowicz, uno de los históricos estudiosos del neonazismo y la extrema derecha belga, mantiene que "en el seno del partido hay una corriente de extrema derecha que avanza de manera encubierta" (La Libre Bélgique, 23-9-2015).

La razón, nada más llegar al Gobierno, Francken participó con otros dirigentes del N-VA en un homenaje a Bob Maes, fundador del partido pero también un histórico del movimiento fascista belga VNV (Liga Nacional Flamenca) en la Segunda Guerra Mundial, del neofascista VMO (Orden Militante Flamenco) después de la guerra y luego senador de la, digamos moderada, plataforma independentista Volksunie. De una escisión de esta plataforma, junto con otros grupos afines, nació la xenófoba y racista, a veces considerada neonazi, Vlaams Blok (hoy Vlaams Belang). De Volksunie también nacería el N-VA.

Francken, conocido por su dureza en políticas migratorias, también ha sido acusado por la Red Europea contra el Racismo de ser una de las figuras que más contribuyen a que cale el discurso racista en Europa. Otro de los dirigentes del N-VA, el ministro de Interior Jan Jambon, generó otra polémica al manifestar en la prensa su "comprensión" con los belgas, de signo fascista caso todos, que colaboraron con el ocupante nazi alemán de Bélgica durante la Segunda Guerra Mundial.

La razón, nada más llegar al Gobierno, Francken participó con otros dirigentes del N-VA en un homenaje a Bob Maes, fundador del partido pero también un histórico del movimiento fascista belga VNV (Liga Nacional Flamenca) en la Segunda Guerra Mundial, del neofascista VMO (Orden Militante Flamenco) después de la guerra y luego senador de la, digamos moderada, plataforma independentista Volksunie. De una escisión de esta plataforma, junto con otros grupos afines, nació la xenófoba y racista, a veces considerada neonazi, Vlaams Blok (hoy Vlaams Belang). De Volksunie también nacería el N-VA.

Francken, conocido por su dureza en políticas migratorias, también ha sido acusado por la Red Europea contra el Racismo de ser una de las figuras que más contribuyen a que cale el discurso racista en Europa. Otro de los dirigentes del N-VA, el ministro de Interior Jan Jambon, generó otra polémica al manifestar en la prensa su "comprensión" con los belgas, de signo fascista caso todos, que colaboraron con el ocupante nazi alemán de Bélgica durante la Segunda Guerra Mundial.

En una línea similar se expresó el Partido por la Libertad de Holanda, a través de su líder, el controvertido Geert Wilders. También Heinz-Christian Strache, líder del FPO o Partido de la Libertad de Austria, que lo comparó con el caso de Ucrania y Crimea. Y desde Italia, la no menos xenófoba Liga Norte, que formó gobierno en dos ocasiones con el polémico magnate Berlusconi. Ya en 2013 sus diputados llevaron al Parlamento italiano camisetas con la estelada, aunque actualmente su líder, Matteo Salvini, se mueve más en la defensa de la autonomía para la Lombardía y el Veneto que a favor de la independencia.

¿Cuál es la razón de este alineamiento de la extrema derecha europea con el secesionismo catalán? En primer lugar, dado su carácter eurófobo y su intención de que sus países abandonen la Unión Europea, desacreditar a las instituciones europeas, sobre todo en el caso del UKIP británico y del Partido de la Libertad holandés.

En los casos del Vlaams Belang y del N-VA -aunque no sea oficialmente de extrema derecha- porque defienden la independencia de Flandes con respecto a Bélgica, y de la Liga Norte, de las regiones de la Padania con respecto de Italia hasta hace poco. En ambos casos mantienen un discurso que nos resulta familiar: Bruselas y Roma "nos roba", los valones belgas y los "terroni" del sur de Italia son "vagos" que "viven de las riquezas que producimos", imposición lingüística en el caso de los flamencos a la inmigración magrebí y subsahariana francófona a la que se desprecia...

Al mismo tiempo, casi todos estos partidos, y a ellos se une el FPO austriaco, tienen una concepción de Europa contraria a la de los históricos Estados nación actuales. Defienden una Europa de las etnias, cada una con su Estado propio, la misma concepción que tenían los nacional socialistas alemanes en los años treinta: de hecho los SS ya hicieron un mapa de la Europa de las etnias no muy alejado al que promueven estos partidos. El Frente Nacional francés de los Le Pen se distancian de esta tendencia ya que éste defiende el modelo de Estado nación: defiende la Europa de la naciones de De Gaulle y se opone a la Europa de las etnias.

Otros elementos en común de estos partidos son el carácter conservador y confesional, en la misma línea que aquellos movimientos "Ancien Régime", reaccionarios y tradicionalistas católicos, que en el siglo XIX empezaron a luchar contra el modelo de Estado moderno laico de ciudadanos en igualdad de derechos y condiciones, emanado de la Revolución Francesa.

Es curioso constatar que si hacemos un repaso histórico a los movimientos secesionistas europeos del siglo XX veremos la presencia del clero católico en sus proximidades: desde la Irlanda de la sublevación de 1916, a la Croacia de Pavelic y del arzobispo Stepinac en la Segunda Guerra Mundial, la Eslovaquia de la misma época cuyo presidente fue el obispo Jozef Tiso, el movimiento norirlandés y escocés actual, el bretón y corso en Francia, el bávaro en Alemania, el padano -con el intelectual católico Gianfranco Miglio como referente de la Liga Norte- y sardo en Italia, las independencias de Eslovenia y Croacia inmediatamente reconocidas por el Vaticano..., por no hablar de las influencias, tradicionales y actuales, del clero católico en los movimientos vasco y catalán. Oriol Junqueras ha sido calificado de "líder jesuítico" por el diario El País.

En resumen, el apoyo de la extrema derecha o derecha radical europea al secesionismo catalán tiene como finalidad apoyar un movimiento que, si tiene éxito, serviría de ejemplo a sus propias reclamaciones independentistas locales, por defender su concepción de una Europa de microestados étnicos. Además, para clavar un rejón de muerte a la Unión Europea que sería inviable de regir si la integraran varios centenares de países y, si desapareciera, volveríamos al periodo que condujo a las dos guerras mundiales. Razón por la que han salido en contra del secesionismo catalán las principales voces europeístas: desde Juncker a Valls, pasando por Merkel, Tajani... Incluso la no muy europeísta Theresa May, en su caso más bien por el peligro norirlandés y escocés que tiene en su propia casa.

[Fuente: Por Manuel Florentín, Huffpost, 03nov17]

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