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08nov17


El primer ministro belga: "Hay una crisis política en España, no en Bélgica"


A Charles Michel, primer ministro de Bélgica, los palos le caen por todas partes. La presencia de Carles Puigdemont en el país ha hecho perder la paciencia a buena parte de la oposición. Unos, se sublevan cuando escuchan a Michel recriminar la actuación policial durante el 1-O y guardar silencio sobre el hecho de que era un referendo ilegal. Otros, le acusan de plegarse a los intereses de los nacionalistas flamencos del N-VA. Y estos últimos, lamentan que no critique la puesta en prisión preventiva de miembros del Govern cesado.

Michel, un francófono liberal que lidera una coalición gubernamental donde el N-VA es el socio con verdadera fuerza, está entre la espada y la pared. La crisis catalana ha revelado su debilidad ante la N-VA, el partido más votado en Bélgica, que es extremadamente popular en Flandes pero muy rechazado en Valonia, la mitad francófona. Sus ruegos a sus socios de la N-VA para que no echen más "gasolina al fuego" en la crisis catalana han sido en vano. Y, aunque hoy ha tratado de quitarle importancia, la oposición no se muestra convencida.

La cuestión catalana ha llegado este miércoles al Parlamento Federal de Bélgica. Los miembros de la Comisión de Interior han sometido a Michel a un duro interrogatorio, que ha dejado en evidencia la fractura que la crisis catalana está creando en la política belga. El primer ministro belga ha negado la mayor: "Hay una crisis política en España, no en Bélgica".

"No me ha convencido: sigue siendo una crisis belga cuando no ha sido capaz de condenar un referendo ilegal. Es una crisis belga porque hay una crisis entre Bélgica y España por sus socios de la mayoría. Hay una crisis belga porque no es capaz de controlar a sus ministros", ha replicado Julie Fernandez, miembro del partido mayoritario de la oposición, los socialistas francófonos.

El diputado Olivier Maingain, del partido francófono DéFI, ha asegurado que la cuestión catalana ha mutado en un problema entre belgas, debido al comportamiento de los representantes de la N-VA en el Gobierno federal, a los que ha acusado de adoptar una postura "sin matices, sin un análisis previo sobre lo que pasa en España". Ha pedido también que se respeten las decisiones judiciales y que Bélgica se abstenga de comentar lo que sucede en otro socio.

Michel, por su parte, ha defendido que el Gobierno belga solo tiene un interlocutor, que es su homólogo español. También ha vuelto a reiterar su llamada al diálogo en España y ha pedido respeto a la "separación de poderes". "El proceso judicial en Bélgica no será una cuestión que corresponda al Gobierno (…) hay que dejar a la justicia trabajar sobre la orden europea (de extradición de los políticos catalanes) y no le corresponde al Gobierno pronunciarse sobre ello".

Los nacionalistas flamencos piden más

Las respuestas de Michel tampoco han contentado a la diputada del N-VA Barbara Pans, impulsora del debate en el Parlamento belga. "Estoy muy decepcionada al ver que la N-VA de nuevo no sabe marcar la diferencia" en la acción del Gobierno, ha dicho. En concreto, Pans ha instado a Michel a que condena el encarcelamiento preventivo de los miembros del Govern cesado, a los que ha considerado presos políticos.

Peter de Roover, colega de filas de Pans, ha mostrado su apoyo a Michel y su Ejecutivo, y ha negado que haya un problema político en Bélgica a cuenta de Cataluña. "Los que quieran hacer de la crisis española una belga van ta tener que comer más paella", ha dicho Roover.

[Fuente: Por María Tejero Martín, El Confidencial, Madrid, 08nov17]

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