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11sep17


El referendo independentista catalán agudiza la crisis política de España


La batalla en torno a Cataluña se ha atizado durante la última semana. Los legisladores catalanes votaron a favor de proseguir con el referendo independentista del 1 de octubre, mientras el Tribunal Constitucional de España declaró que esa votación se suspendía y los políticos catalanes dijeron que procederían de cualquier manera.

Este lunes 11 de septiembre, que se festeja la Diada o Día Nacional de Cataluña, se espera que cientos de miles de ciudadanos a favor de la independencia salgan a las calles de Barcelona para manifestarse, lo que probablemente aumente la tensión.

Pareciera ser la receta perfecta para generar una crisis política impredecible y caótica que empujaría a España hacia un territorio desconocido. Y así es.

“Esto se ha salido de control”, dijo Javier Solana, expresidente de España y antiguo secretario general de la OTAN. “Ya no estamos en una situación normal de conflicto político donde los dirigentes pelean pero, por lo menos, respetan las reglas del juego”.

Apenas hace semanas, Cataluña fue el escenario de un ataque terrorista en el que murieron 16 personas, la mayoría de ellas cuando una camioneta atropelló a los peatones en la Rambla de Barcelona. La unidad que se produjo luego del suceso fue muy breve.

Casi de inmediato, los políticos catalanes y españoles —además de intercambiar acusaciones en torno a potenciales fallos de seguridad— reanudaron su confrontación sobre las aspiraciones autonómicas de la región.

Ahora los líderes separatistas enfrentan multas e inhabilitaciones de sus cargos por seguir adelante con el referendo, que el gobierno central de Madrid ha declarado ilegal con el apoyo de las cortes españolas.

Unas 6000 urnas han sido almacenadas en una ubicación secreta por temor a que la policía pueda confiscarlas. El parlamento catalán ha estado acelerando los avales de medidas proindependentistas en medio de un paro de legisladores en contra del separatismo y objeciones de los abogados de la asamblea.

El presidente del gobierno español Mariano Rajoy se ha mantenido firme, aparentemente confiado, pues ha resistido exitosamente la presión catalana en otras ocasiones como cuando se celebró el referendo de noviembre de 2014. Pero esa consulta no fue vinculante. Menos del 40 por ciento de los votantes participaron y cerca del 80 por ciento votó a favor de la independencia.

Esta vez, el gobierno de Cataluña ha prometido que el referendo será vinculante, aunque el Tribunal Constitucional de España lo declare ilegal y los oponentes catalanes de la independencia lo boicoteen. Eso ha hecho que el actual enfrentamiento político sea mucho más riesgoso.

El separatismo tiene profundas raíces históricas y culturales en Cataluña. La Diada conmemora una derrota catalana a manos de Madrid: la captura de Barcelona en 1714 por parte de las tropas de Felipe V, el primer monarca borbón de España.

En algún momento, los legisladores de España buscaron aplacar el sentimiento nacionalista de Cataluña al permitir que la región tuviera una autonomía especial. Pero cuando el estatuto fue eliminado por la corte constitucional de España en 2010, las tensiones salieron a flote.

La disputa cobró impulso durante la crisis financiera después de que Rajoy rechazó una petición por parte de Cataluña para reducir su contribución al sistema fiscal español que transfiere dinero de las zonas más adineradas a las más pobres. En Cataluña —la región española más poderosa desde el punto de vista económico—, la decisión solo aumentó la sensación de que Madrid les está quitando su riqueza de manera injusta.

España ha salido de su crisis bancaria para encabezar la recuperación económica de Europa, con un producto interno bruto que se espera que crezca por encima del 3 por ciento este año. Pero eso no ha frenado el impulso independentista catalán, dirigido por legisladores separatistas que han sido mayoría en la asamblea regional desde fines de 2015.

“Tener mejores datos macroeconómicos no significa que la gente tenga más que gastar ni que se sentirá mejor”, dijo Josep Borrel, un economista catalán y antiguo líder del Partido Socialista Obrero Español.

Como resultado, agregó, el hilo conductor separatista de que “España nos roba” sigue siendo un mensaje poderoso.

Sin embargo, Borrell está entre quienes han rechazado las afirmaciones separatistas de que una Cataluña independiente tendría un brillante futuro económico.

No obstante, Madrid y Barcelona ahora están enfrascadas en una lucha de ojo por ojo en la que cada bando acusa al otro de comportarse antidemocráticamente.

Los separatistas sostienen que el gobierno central les está negando a los catalanes el derecho de votar en torno a su futuro. Madrid dice que los separatistas están socavando la democracia al ignorar las resoluciones del tribunal y violar la Constitución.

El jueves, Rajoy les dijo a los alcaldes de Cataluña, a los funcionarios electos y a los servidores públicos que su obligación era prevenir o frenar un referendo ilegal. Además agregó que, como líder de España, hará “todo lo necesario sin renunciar a nada” para detener el independentismo por completo.

En respuesta, Carles Puigdemont, el presidente de la Generalidad de Cataluña, le dijo a la televisión catalana que ningún político ni ninguna corte en Madrid podría detener el referendo.

Predijo que el 1 de octubre Cataluña se adentrará en un “tsunami de democracia”, conforme sus calles se llenen de ciudadanos que emitan su voto a favor de la independencia. La democracia, argumentó Puigdemont, es “escuchar a los ciudadanos”, mientras que Rajoy está haciendo “otra cosa” al amenazar con castigos, respaldado por jueces españoles.

Puigdemont y sus colegas parecen preparados para proseguir su lucha aunque eso implique enfrentar problemas legales. Eso fue lo que le pasó en marzo a Artur Mas, el antiguo líder regional, quien fue multado e inhabilitado de tener un cargo durante dos años después de que una corte lo halló culpable de organizar el último referendo de independencia.

Esta vez el conflicto se complica aún más por el frágil control que tanto Rajoy como Puigdemont tienen del poder. Puigdemont dirige una coalición separatista en la que su propio partido conservador Convergència i Unió ha perdido influencia, en parte debido a argumentos en torno al separatismo, pero también porque se ha visto involucrado en casos de fraude.

Rajoy dirige un gobierno minoritario en Madrid y un Partido Popular muy afectado por los escándalos de corrupción.

Hasta ahora, Rajoy ha resistido los llamados por parte de los elementos más acérrimos de su electorado conservador que lo instan a usar los poderes de emergencia otorgados bajo la Constitución española para retomar el control administrativo de Cataluña.

Pero no ha descartado una medida como esa, sobre todo si el gobierno de Puigdemont declara la independencia unilateralmente. Cualquiera de esas decisiones sería un crecimiento significativo en el enfrentamiento.

En esta etapa, tengan o no éxito en su referendo, Puigdemont y sus aliados políticos separatistas han despertado expectativas sobre un momento significativo.

Ganen o pierdan, los separatistas aún podrían salir a las calles, advirtió Francesc de Carreras, un abogado constitucional que ayudó a lanzar Ciudadanos, partido que se opone a la independencia.

“Por lo menos deberíamos estar listos para una versión catalana de Maidán”, dijo, refiriéndose a la plaza de Kiev que se convirtió en el centro de la revolución ucraniana en 2014.

“Podría crear una situación aun más impredecible y tensa”, dijo. “Pero el derecho de manifestarse también debe respetarse en una democracia”.

[Fuente: Por Raphael Minder, The New York Times, Barcelona, 11sep17]

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