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09ene06


Manta: la base es estratégica para Estados Unidos.


En teoría, la Base de Manta no es una instalación militar estadounidense... pero es lo que más se parece. Los dormitorios de los extranjeros tienen alambradas con rótulos de restricción, en inglés y español. La Policía del Comando Sur controla el ingreso a ese sitio blindado.

La comida que se sirve en el comedor es importada, igual que los portavajillas, el jabón líquido, los frigoríficos de la cocina, las ventanas antibalas de todas las construcciones, las señales viales de las calles, los vehículos 4x4 , las paradas de autobús, etc.

Tres áreas de la base de la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE), conocida como Ala de Combate 23, son ocupadas por EE.UU. en Manta. Al dormitorio se suman el departamento de bomberos y la zona administrativa; ahí está la oficina del personal de Inteligencia, infranqueable para los militares ecuatorianos, y la rampa, con capacidad para ocho naves espías estadounidenses. Toda la zona está rodeada de jardineras verdes y casetas exclusivas para fumadores, en contraste con los terrenos desérticos y abandonados que rodean el aeropuerto de Manta.

“Según el acuerdo firmado con EE.UU., el comandante de la Base es el jefe absoluto; yo tengo toda la autoridad”. Es la versión de Leonidas Enríquez, coronel de la FAE, jefe del Ala de Combate 23. “El FOL (Puesto de Avanzada) es parte de la estructura de mi reparto. ésta es una base ecuatoriana que permite el uso y acceso a EE.UU. para cumplir una misión: luchar contra el narcotráfico”.

Desde que se inauguró, en el 2002, tras una inversión de 80 millones de dólares, la instalación estadounidense es blanco de duras críticas de diferentes sectores nacionales. Se cuestiona la inmunidad jurídica de su personal, el posible uso de la información que recoge a través de sus naves para interceptar barcos de emigrantes y la vinculación del Ecuador al Plan Colombia.

Para EE.UU., Manta es la más importante de los tres bases operadas por el Comando Sur, desde Florida. El teniente coronel Gary Gagliardi, militar de la Aviación estadounidense y administrador del FOL en Ecuador, lo admite. “Este es el mejor FOL que hay, porque tenemos buena rampa, buena pista. Es un buen sitio para ver al este o al oeste, al norte y al sur, donde se cultivan drogas, y también podemos ver dónde las transportan y podemos llegar hasta donde llegan”.

Las otras dos locaciones de seguridad del Comando Sur en América Latina y el Caribe están en El Salvador y Curazao. Según el Convenio suscrito en 1999, en Ecuador los aviones de EE.UU. sólo pueden efectuar “detección, monitoreo y rastreo” de drogas.

Gagliardi, sobre un mapa de América, explica: “con los aviones de Manta detectamos la droga en Puerto Rico, al este del Caribe y hasta en Galápagos. Todos los FOL tienen la misma misión, pero sus probabilidades son diferentes: Curazao está ubicado para las líneas de transporte por el Caribe, pero no tanto para el Pacífico este, tampoco para ver dónde se cultivan drogas. Manta es un punto muy estratégico”. En el mapa aparece un círculo rojo que grafica el campo de operación de los aviones de Manta. El radio de acción de rastreo, según ese círculo, va hasta cerca de Florida (norte), al Pacífico (oeste) y Brasil (este).

El oficial precisa que el gráfico es sólo para fines de explicación en powerpoint y que no hay misiones de detección en toda la zona marcada. “No cruzamos por Venezuela, por los problemas políticos con el presidente Chávez. Ni por Brasil ni Perú, pero controlamos el Caribe este”.

Enríquez asegura que el Convenio se cumple a rajatabla. “Lo que EE.UU. hace, con los medios electrónicos y la capacidad de los aviones, es detección y monitoreo, para pasar la información necesaria a los entes que ejecutan la interdicción antidrogas”. Gagliardi es cauto. “No sé a dónde van los aviones en cada misión. El viaje típico de un avión dura unas 10 horas y retorna a la rampa”.

Las naves que operan

En Manta pueden aterrizar cuatro naves grandes, como el E3 Awacs, y cuatro medianas, como el Orion P3. Estos aviones tienen tecnología para capturar información a grandes distancias: interceptan comunicaciones, identifican a barcos o aviones por satélite, etc. Tienen cámaras de rayos infrarrojos en la nariz y consolas con pantallas de detección. Con esos aviones, el FOL efectúa un promedio de 500 misiones al año.

“No se necesita que las naves vayan al Caribe -revela Gagliardi-, con el radar basta; no hay que ir a Puerto Rico para ver qué pasa allí”. Toda la información que recogen no se queda en Manta. “Tenemos un centro de información en Cabo Oeste, en Florida, que recibe los datos, donde hay gente de todos los países que luchan contra las drogas en Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y los del Caribe. Ellos usan la información para compartir con el país que necesite para la interdicción de drogas”.

En la Base casi no circulan militares de EE.UU. Gagliardi recorre la Zona de Administración y se detiene en una habitación con las paredes llenas de pantallas. “éste es nuestro cerebro”, asegura. Algunos monitores son radares, otro transmite nítidamente y en vivo el movimiento de la base: calles aledañas, instalaciones, etc.

Como ocurre en el ingreso al área de dormitorios, a la zona administrativa sólo es posible llegar en auto, después de atravesar una garita controlada por soldados extranjeros, los cuales portan boinas negras y facilitan la credencial con el sello del FOL, indispensable para evitar una detención

[Fuente: Por Dimitri Barreto, Coordinador, El Comercio, Quito, 09ene06]

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