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02jul10


Dos testigos delatan en los Estados Unidos


Alias 'Gordo Pepe', antiguo aliado de Vicente Castaño, prende otro ventilador en Miami. Las confesiones de 'Rasguño' sorprenden tanto, como dejan dudas.

El ex jefe paramilitar Iván Roberto Duque, más conocido como Ernesto Báez, ha guardado silencio porque está siendo ayudado económicamente por Rodrigo Pérez Alzate, más conocido como Julián Bolívar, quien a su vez es la persona que tiene la capacidad de aportar la información sobre los políticos y los ganaderos que tenían nexos con el bloque Central Bolívar de las autodefensas, pues se reunía periódicamente con ellos y sabía de la conexión con el bloque Cacique Pipintá.

La revelación la hizo recientemente en Estados Unidos un personaje apodado Gordo Pepe, de la organización de Vicente Castaño y hoy colabora con las autoridades norteamericanas. Sus delaciones forman parte de las investigaciones de la parapolítica que adelanta la Corte Suprema de Justicia y que empiezan a esclarecer muchos cabos sueltos en el aparato criminal de las autodefensas y sus conexiones con sectores políticos y económicos.

Según Gordo Pepe, el bloque Central Bolívar era de tal importancia que tenía influencia en Risaralda, Quindío, Caquetá, Putumayo, Santander, Vichada y Antioquia. Su jefe militar era Julián Bolívar y su jefe político Ernesto Báez. A las reuniones grandes se hacían acompañar por Carlos Mario Jiménez, alias Macaco, y un hermano de éste, quien fungía como concejal de Pereira, era realmente quien ejercía el control político en los departamentos de Risaralda y Quindío.

El testigo expresó que de oídas se enteró de que el gobernador de Bolívar, Libardo Simancas, tuvo una relación muy estrecha con Julián Bolívar y que, asimismo, el gobernador de Santander, Hugo Aguilar, compartía muchos temas de guerra con el jefe del bloque Central Bolívar. Según él, lo supo porque a Vicente Castaño lo invitaron a una reunión en el sector de La Mojana. La otra persona que conoció las relaciones con los políticos fue Carlos Mario Aguilar, hoy extraditado.

Y dijo más supuestamente, Julián Bolívar tenía nexos con el ex congresista César Pérez y lo vio con otro amigo en San Jerónimo, Antioquia, al igual que en distintas reuniones vio a los congresistas conservadores Óscar Arboleda y Manuel Ramiro Velásquez. En realidad, el manejo del orden público en Bolívar estuvo a cargo de Salvatore Mancuso y Jorge 40, pero del año 2000 hacia delante el mando del sur del departamento quedó a nombre de Julián Bolívar. "Ernesto Báez debe contar esa historia", insistió.

De Cundinamarca, el testigo sostiene que Rodrigo Zapata sabe perfectamente de los políticos de Bogotá que colaboraron con las autodefensas, porque él era ni más ni menos el canciller de Vicente Castaño. Aunque no lo quiere aceptar, insistió el testigo, él hizo reuniones con políticos y era la persona que sabía cómo llegarles a los de Cundinamarca. El otro que sabe del asunto es Gustavo Tapias Ospina, alias Techo, hoy detenido en Estados Unidos.

En Antioquia, el poder oculto de la zona bananera lo tenía Raúl Jasbum, alias Pedrobonito. Los alcaldes los montaba él y tenía nexos con César Pérez. A su vez, a alias El Alemán lo buscaban mucho Rubén Darío Quintero y Óscar Suárez. Además, Hugo Albeiro Quintero era quien ponía el alcalde en Bello y luego se robo el tránsito del municipio. Apoyaba directamente a Óscar Suárez con dinero autorizado por Vicente Castaño. Alias Rogelio y Mauricio López saben de todas las vueltas en Antioquia.

Por otros lados de Colombia, Gordo Pepe dio cuenta en el departamento de Córdoba, toda la información la tiene Salvatore Mancuso, porque él era quien ejercía el mando en la región y que el propio Mancuso le había dicho a Vicente Castaño que sostenía relaciones políticas con Zulema Jattin, Alfonso de la Espriella, William Montes, Álvaro García, Vicente Blel, Julio Manzur, Musa Besaile y Piedad Zucardi. Doménico Mancuso, sobrino de Salvatore, tiene todos los datos de Norte de Santander.

Otro ventilador

El otro testimonio, que procesan las autoridades, también recogido es Estados Unidos, lo aportó Hernando Gómez Bustamente, alias Rasguño. Fueron cuatro sesiones, a través de las cuales se remontó a los años 80 para recordar que su organización recogió más de cuatro millones de firmas para promover un referendo que prohibiera la extradición, que al final fracasó y se cambió por un apoyo a la extradición no retroactiva, como quedó aprobada la reforma a la Carta en el año 1997.

Según Rasguño, el hombre que llevaba y traía razones era José Ignacio Londoño Zabala, abogado y político del Valle, y miembro de su organización. Rasguño dijo que a cada senador se le entregaron $300 millones y a varios representantes a la Cámara $200 millones. Además, resumió que toda la corrupción en el Norte del Valle del Cauca, tanto a organismos políticos como judiciales, estaba a cargo de los abogados Ignacio Londoño y Gerardo Candamil, del político Jairo Chavarriaga y del coronel de la Policía Danilo González.

Entre algunos beneficiarios, según Rasguño, estaba el congresista Luis Carlos Restrepo, a quien conocían como El Mudo, Hugo Castro Borja, José Renán Trujillo García, Habib Mereg, Francisco Lopreto y Carlos Alonso Lucio, en la época en que hacía política. Sobre Habib Mereg señaló que le consta cómo le dio las gracias de dos o tres favores realizados a Ariel Rodríguez, conocido como El Diablo o El Flaco.

En términos generales, los ex capos del narcotráfico y un buen número de paramilitares asociados con el negocio de los estupefacientes siguen aportando en los últimos meses valiosa información desde Estados Unidos. La dificultad es que cada uno de estos datos tiene que ser verificado en Colombia, y en las declaraciones añaden reportes tan descabellados que hacen dudar a las autoridades sobre la autenticidad o intereses ocultos de estos fortuitos declarantes.

De todos modos, como lo comentó una fuente, lo que se prueba con estas declaraciones es que el Proceso 8.000, como siempre se dijo, se quedó corto y el proceso de la parapolítica tiene las mismas dimensiones, es decir, es casi infinito. Se trata de dos fenómenos como el narcotráfico y el paramilitarismo, que desde hace tres décadas se cruza en el enrevesado panorama el conflicto colombiano y que sumados a los secretos de la financiación de los grupos guerrilleros, dejan ver cómo en Colombia las verdades de la violencia de los últimos tiempos están por contarse.

[Fuente: El Espectador, Bogotá, 02jul10]

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Inteligencia militar y paramilitarismo
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