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27oct15


Texto leído en el homenaje al periodista Fernando Garavito celebrado el 27 de octubre de 2015 en la Universidad Javeriana de Bogotá


Hombre íntegro

Quiero agradecer de todo corazón a Melibea, Fernando y Manuela, los entrañables hijos de Fernando Garavito, haberme invitado, ciudadana del común, que de escritora no tengo ni una gota, a que hablara sobre mi amigo del alma, Fernando Garavito Pardo. Para mí es un honor.

Hoy le rendimos homenaje para conmemorar cinco años de su muerte, pero sobre todo para dar luz a su notable inacabado libro de poemas titulado De la luna y el sol, dedicado a su amada esposa, la bailarina, maestra de ballet y coreógrafa Priscilla Welton.

Garavito vivió 66 años. Nació el 10 de septiembre de 1944 y murió el 27 de octubre de 2010.

No perdió un minuto de su vida. La vivió de una manera absolutamente intensa. Siempre con la más suicida honestidad, con el más audaz y riguroso profesionalismo, con la más ardua meticulosidad y perfeccionamiento de la palabra, con el convencimiento de que la palabra es la humanidad, con la sindérisis exacta y con un detectable fino humor para atenuar la vida de tristezas, soledades y sacrificios.

Y también la vivió amorosamente. No conocí a Fernando cuando estuvo casado con María Mercedes Carranza, pero soy testigo del amor, del afecto, del cariño que desplegó, tuvo y mantuvo con Melibea, hija de María Mercedes, con Fernando y Manuela, hijos de Priscilla y por supuesto con Priscilla, su inseparable compañera, su segunda y última mujer. Y con sus padres y hermanos. Recuerdo la desolación de Garavito con la enfermedad por la que atravesó Édgar, su hermano filósofo, y del brillante texto que escribió in memoriam.

Sus principios éticos, inculcados desde que nació, fueron inquebrantables. Los fue analizando, madurando, solidificando durante toda su vida.

Fue un hombre de infinita cultura, inteligente, importante y de estruendosa calidad.

Honesto hasta la médula, cualidad que admiraron muchísimas personas, que le otorgó amistades sinceras, expresadas durante sus tenaces años de trabajo, como en el momento de su muerte, y característica que repudiaron otros, pues sus valientes escritos despertaron profundos y duraderos odios.

Bogotano a la antigua. Cachaco. De vestimenta tradicional. Espeso bigote, ojos negros, calvo, ni gordo ni flaco, dientes prominentes, feo. Pero hermoso de espíritu.

En el trasegar de la vida se graduó de abogado, fue periodista desde 1968 hasta su muerte, cumpliendo con creces como director, editor, jefe de redacción, cronista, entrevistador, columnista de opinión. Además fue excelente administrador cultural, crítico literario, diplomático, catedrático, ponente en diversos foros, expositor sobre variados temas, escritor, poeta, candidato a la Cámara de Representantes y obtuvo, premios y reconocimientos en Colombia y en el exterior.

Escribió muchos libros. Yo he contado dieciocho. Pero como el asunto no es la cantidad sino la calidad, el talento, el compromiso sin equívocos y la disciplina brillan en su obra. ¡Y lo que falta por publicar! pues no paraba de escribir.

Me he sentido halagada porque Garavito me dedica un poema en Son Neto, que es el título de una compilación de poemas publicados en la revista Golpe de Dados de marzo-abril 2000 y me cita en Banquete de Cronos, año 2007. Leí este libro con cuidado y decidí garabatearle una carta en la que expresaba mis impresiones. A mí me encantó y se lo dije. Mi sorpresa fue mayúscula: me envió una nota de una ternura infinita en la que expresa: "Gracias mi Ana. Ahora que vivo con la sensibilidad a flor de piel lo único que pude hacer fue llorar, esta vez de emoción y gratitud. De emoción porque leíste el libro con amor y profundidad. De gratitud porque ninguna persona ha hecho por mí lo que tú has hecho. Como siempre…siempre, Fernando". Garavito se manifestaba afectuoso con sus amigos y en este libro lo hace con varios, entre otros: con Gonzalo Guillén, su compañero de escalofriantes batallas, con María Elena Triana, amiga en las buenas y en las malas, con Enrique Uribe Botero, de larga amistad. En sus escritos existen incontables referencias a sus amistades y a su familia.

Yo conocí a Fernando en 1988 en la Prensa, diario dirigido por Juan Carlos Pastrana e ilustrado por Gustavo Zalamea. Garavito trabajaba sin tegua. Y producía periódicos estelares. Era el editor. Se leía todo lo que iba a salir cada día. Corregía todo. Y, por supuesto, escribía muchas líneas de este diario. El contenido y la profundidad de sus páginas marcaron un punto alto en el periodismo colombiano. Creó una sección en la página editorial que se llamaba Tópicos de la Prensa, que eran tres conceptos profundos sobre tres acontecimientos nacionales, los cuales redactaba diariamente, y casi todos los días hablábamos sobre ellos; aunque no son poemas, podrían encajar perfectamente en esta denominación por su cercanía a la perfección.

Estaba de editor en este periódico en 1989 cuando Luis Carlos Galán fue asesinado. Con Galán estableció una amistad fraternal y compartió años de estudio de derecho, de periodismo y de compatibilidad política. La indignación que sintió ante este crimen fue de raíz porque ya para 1989 había adelantado varias investigaciones sobre los nexos del narcotráfico y del paramilitarismo, conociendo con datos y no con especulaciones, las andanzas y los vínculos de éstos con sectores de la clase dirigente, de políticos y de funcionarios estatales.

No era fiestero. Tomaba limonada natural y decía que de ese sabor deberían ser los ríos del mundo. Aquí quisiera reseñar la entrevista que le hace Armando Orozco en abril de 2010, que se titula "Entrevista Proust a Fernando Garavito", en la que a la pregunta: "¿Cuál es la idea de la felicidad terrenal?", contesta: "La respuesta la dio Marilyn Monroe, un martini seco antes y un cigarrillo después. Pero aclaro, yo sólo tomo limonada natural y no fumo".

Estuvo varias veces en el apartamento de Ricardo, y mío, comiendo y almorzando. Me decía: Ana: que la comida no vaya a tener ni cebolla, ni ajo, ni champiñones. Un día decidí darle a mis comensales, entre los que se encontraban Margarita Marino y Álvaro Botero, un Ángel Blanco: el trago que tomaba Truman Capote para desenguayabar. Consiste en mezclar un trago de vodka, un trago de ginebra y hielo. Se tomó dos. Se encerró en un baño. Salió a las tres horas y me dijo que lo estaba tratando de envenenar.

En 1998 Ricardo, y yo viajamos a Lisboa y tuvimos la buena fortuna de que Garavito trabajaba como ministro consejero en la embajada de Colombia. De su mano y de la de Priscilla conocimos el Lisboa y el Pessoa de Fernando. Inolvidable. Lisboa lo marcó. Las calles, los museos, las plazas, los cafés. Pero el halo por el que se dejaba envolver era el de Pessoa. Fue admirador de su obra y radicado en Lisboa, el maestro y su vida lo extasiaron. En sus escritos lo citaba permanentemente.

El desayuno era su comida preferida del día. En múltiples textos hace alusión a éste, su manjar preferido. En uno, por ejemplo dice que los ingleses son los que mejor comen porque se desayunan tres veces al día.

Dormía poco. Quería a sus gatos y a Pip, su labrador negro, quien también estuvo y murió en el exilio. Tenía su flamante Volkswagen azul claro, en el que hacía todas las diligencias imaginables, con o sin conductor.

A pesar de saber muy bien que día tras día el país se deterioraba, no se amargaba, se reía de él mismo e ironizaba sobre lo ironizable, lo cual le producía cierta alegría.

Gozaba de un especial humor y en él es cuando uno se da cuenta que no sólo la inteligencia es fascinante, sino el sentido del humor. En Requiem por Fernando Garavito, en El vuelo de las moscas dice de él mismo "tenía actitudes risueñas", "defendió con vigor la expresión de su particular sentido del humor." Y dentro de este peculiar humor creó un poeta llamado Orlando Iregui Rumazo, Pasto, que ridiculizaba situaciones de la vida diaria.

Pienso que Garavito y yo nos quisimos muchísimo porque siempre pasábamos un buen rato. Yo me divertía permanentemente con él. Decía las cosas más serias de una manera absolutamente chistosa. Era chispudo. Nos teníamos confianza y una amistad cómplice. Hablábamos de política, de literatura, de periodismo. A pesar de sus ocupaciones, siempre tenía el detalle de preguntarme cómo iba mi trabajo y mi vida.

Como todos sabemos firmaba sus columnas como Juan Mosca y como el Señor de las moscas. Y le hizo un homenaje a la mosca. Precisamente Fernando sostenía que ese seudónimo era en alusión a los muiscas porque los españoles entendieron que la nube de indígenas que se les había aparecido y que estaba en todas partes, se llamaba los moscas y no los muiscas. Aterrizando hoy, esas moscas de entonces, decía: no son esos horribles insectos que se posan donde todo el mundo cree que se posan sino en los banquetes donde los grandes politiqueros se reparten el presupuesto y en los bordes de las copas del brindis entre políticos y empresarios. Y por eso hay que ser mosca: para entrar y pararse sobre estas viandas.

Por su valiente periodismo recibió las amenazas que lo obligaron a abandonar el país. La última columna que escribió en El Espectador ha debido ser publicada el 22 de diciembre de 2002 y fue censurada. Él ya se encontraba en el exilio en EE.UU.

Expone en uno de sus textos, escrito en diciembre de 2003, lo siguiente:

    "Yo salí a raíz de mi tarea de denuncia sobre las dolencias que vivimos en este preciso momento, y que amenazan con agravarse a medida que avanza la gestión de Álvaro Uribe, el actual presidente. El grupo político que él encabeza y que hoy gobierna a Colombia, tiene un oscuro pasado. Fui el primero en denunciarlo en una columna de prensa que se publicó en El Espectador, de Bogotá, en noviembre del año 2000. Allí enumeré las relaciones entre Uribe, un candidato que en ese entonces era insignificante, con el narcotráfico. Y luego, en una serie de artículos posteriores, que aumentaban en desolación y aislamiento a medida que ese individuo subía en las encuestas hasta ser elegido presidente de la República, dije sin temor cómo en su tarea administrativa se había apoyado sobre grupos terroristas que atropellaron durante años -y aún atropellan- los derechos humanos y sociales de personas y comunidades marginadas. Fueron muchos los artículos que escribí en ese sentido. El 17 de febrero del año 2002, cuando la elección del candidato parecía inminente, volví a denunciar las relaciones que él mantuvo con el narcoterrorismo, y puse de presente que en un discurso en el Senado de la República defendió la posición del cartel de Medellín, de infausta memoria. Fue entonces cuando Carlos Castaño, el jefe paramilitar ("comandante" lo llaman en Colombia) me advirtió en su página de internet que tuviera cuidado. Detrás de ese delincuente común, al que ahora quieren darle status de político extraviado, hay un ejército de 20 mil sicarios que obran a su acomodo. No encontré protección. Desde hace varios años en Colombia no se hacen advertencias: simplemente se mata. Cuando comprobé que en la esquina de mi casa se apostaban extraños individuos que controlaban todos mis movimientos, y supe que un grupo de choque preguntó en la universidad por mi salón de clases y mis horarios, resolví salir del país. Viajé a los Estados Unidos porque era el único sitio del que tenía una visa vigente, pero mi propósito era el de seguir mi viaje hacia el Canadá, o Suecia. En ese sentido, adelanté gestiones ante los consulados en Bogotá, pero la distancia complicó mucho las cosas. De ahí que en septiembre del año 2002 decidí presentar en Maine, donde me acogieron algunos parientes de mi mujer, una solicitud de asilo político para mí y mi familia."

Y así como le cayó la muerte en el exilio, antes y durante la diáspora era cabalmente solidario con los periodistas y personas intimidadas. En julio de 2010, a raíz de una nueva conminación a Gonzalo Guillén, escribió:

    "Hay otras amenazas, también muy graves. A Gonzalo Guillén, el gran periodista colombiano que mantuvo en vilo la información "oficial" del régimen durante los años del terror, hasta que Sanyos (precisamente Santos) logró que lo despidieran del Miami Herald, lo persiguen con saña porque, según dicen los agentes del DAS, es él quien informó sobre las chuzadas a Chávez y Correa. Esa muerte anunciada, como cualquiera, sería una mancha imborrable sobre la conciencia del país. Tenemos que impedir que se produzca."

Y continúa:

    "Siempre recordaré la última conversación que tuve con Luis Carlos Galán, que era mi amigo personal, con quien había compartido mis años de Universidad y mis primeros trabajos. Tal vez fue el 16 o 17 de agosto de 1989, uno o dos días antes de su asesinato. Cuando le pregunté cómo estaba, me contestó: "Solo". ¿Por qué?, le pregunté. "Porque me van a matar y nadie, absolutamente nadie, ha dicho una sola palabra sobre el peligro que corro". De ahí que la explosión de dolor colectivo que siguió a su muerte siempre me ha parecido una insignificancia mediocre."

Su constancia en el trabajo era incontrovertible: desde que fue desterrado del país en marzo de 2002 escribió sin pausa, fue perseverante en la red y desarrolló múltiples actividades.

Sus hijos van creciendo y estudiando, él y Priscilla consiguen trabajo. Y ocurre la muerte de Priscilla que también fue la muerte de Fernando papá, de Fernando hijo, de Manuela y de muchos.

Garavito lucha cotidianamente contra la adversidad. En su desgarramiento trata de levantarse y se levanta.

La pasión de Fernando por seguir luchando y hacer algo por el país se concreta en su candidatura a la Cámara por la Circunscripción Internacional, para las elecciones del 14 de marzo de 2010. Esta candidatura fue una propuesta de Jairo González, del PDA de Alemania, líder del colectivo Polo Mosca, del cual hubo inspiración y participación de Garavito en su creación. Esta corriente se definió como un espacio digital de trabajo y pensamiento constituido por un número extenso de compatriotas viviendo y sobreviviendo en el exterior a favor de la construcción de una nueva Colombia. Su candidatura es respaldada por múltiples personas por fuera y dentro del país.

La plataforma que Garavito concibe para esta candidatura en enero de 2010 se llama "Un camino por la dignidad de Colombia". Plantea la representación de los colombianos en el exterior, y como columna central, de los que se han visto sometidos al desplazamiento forzoso; aboga por los derechos de los colombianos en el exterior desde el exterior y desde Colombia. No sale elegido.

Se asoma, sin embargo, un Garavito íntegro que si se inició como liberal fue dando un giro hacia la izquierda pues en su candidatura a la Cámara hacía alusión en su plataforma a la necesidad de una integración de estirpe popular y en sus últimos escritos publicados, manifiesta que el capitalismo debe ser desechado por ir en contra de las urgencias del hombre, habla de la necesidad de un socialismo contemporáneo, critica el sometimiento de América Latina a los Estados Unidos, se declara contra el bloqueo a Cuba, defiende los derechos humanos de todas las comunidades, reprueba la sociedad de consumo, la privatización desenfrenada, la injusticia, la convivencia con el crimen, la corrupción, la falta de independencia de los medios y periodistas. Podría decir que fue un demócrata radical y que con esta convicción murió.

Desde su expatriación tuvimos contacto permanente y fue en esos momentos de gran cariño y amistad en los que me confiesa su intención de publicar el libro que hoy se presenta.

En efecto, en un primer correo en abril de 2009 me dictamina que lo que me va a contar debe ser un secreto entre él y yo. Y sí, lo guardé. Sólo hasta saber la decisión de los hijos de publicar este magnífico libro, me atrevo a develar la custodia del tesoro que me encomendó. Me dice:

    "Escribo y escribo, un poco a ciegas. Perdí el norte, y mi escritura es tan distinta que yo mismo me desconcierto. Resulta que he querido desde hace tiempos hacer una exégesis de Priscilla, pero no esas cosas llorosas que hacen los viudos, sino algo con el estilo característico que ella tuvo, inteligente, sensible y de muy pocas palabras. Después de mucho pensar, resolví centrarme sobre una de mis obras musicales preferidas, las "Romanzas sin Palabras", de Mendelssohn. Hablo de ella en los dos prólogos del Banquete de Cronos, el de Mosca y el mío. Son 48. Identifiqué entonces 48 momentos en la vida de Priscilla y traté de relacionarlos con alguna de las Romanzas, buscando no hacer de la música algo descriptivo, sino algo tan profundo como debió pensarlo Mendelssohn. Esto fue bastante difícil. De pronto una frase musical que me llevaba a algún momento, me permitía ubicar ese recuerdo. Creo que oí las Romanzas no menos de quinientas veces. Además, quise quitarle a la poesía las palabras. Fue también muy difícil. En este punto tengo una gran deuda con María Mercedes y su "Canto de las Moscas". En mi prólogo a sus "Obras Completas" sostengo eso: que en "El canto de las moscas" ella hace poesía sin palabras. Yo trato de llegar a un resultado semejante, pero debo reconocer que fue ella quien abrió el camino.

    En este momento he escrito 16 textos. Los he agrupado bajo un título general: "Palabras para las Romanzas sin Palabras de Félix Mendelssohn". Trabajando intensamente, escribo uno o dos cada semana. Me ciño a los Opus musicales (son 8), cada uno de los cuales tiene seis romanzas. El orden perfecto, como me gusta. Con algo de temor, te voy a dar un ejemplo. (Tendrías que oír la música, para entender mejor lo que estoy diciendo). Se trata del número 4 del Opus 19, que Mendelssohn no bautizó de ninguna manera, pero que en mi referencia personal llamo "Crepúsculo". Yo cuento ese momento en "Banquete de Cronos", en la dedicatoria a María Elena Triana (página 145). Para Priscilla y para mí fue siempre un recuerdo imborrable. Dice así:

    Opus 19 - Número 4

    (Crepúsculo) (Schilthorn, 1978)

    Sólo una, la tarde,
                       la luz que cae
    sobre el trigo,
    y el cencerro en el silencio
    de la montaña.

    Eso es todo. En ninguno de los textos hablo de Priscilla. Se trata de hacer un libro para todos. En ninguno uso pronombres ni adjetivos. (Hasta el momento llevo un solo pronombre y un solo adjetivo). Lucho tremendamente contra lo adjetivo. Y trabajo con desvelo en algo que, tal vez, sólo tú entenderás o que, por lo menos, sólo a ti te contaré. Dime, por favor, qué te parece. Con el corazón en la mano. Si tu opinión es negativa, de cualquier manera seguiré adelante (porque yo soy testarudo). Si es positiva, me ayudarás a no desmayar en este camino tan extraño. Pero, en cualquier caso, tendré la visión que quiero, la de una lectora inteligente (que no es crítica), pero que, eso espero, tiene un cariño exigente por el autor. Así ha sido siempre, y espero que nunca cambie. Si me dices que esto no vale la pena, tal vez te querré más que antes,
    Fernando."

Por supuesto no me iba a querer más que antes porque yo quedé asombrada, deslumbrada, impactada por la belleza de poema que me acababa de mandar. Se lo dije y nos escribimos varios correos en relación con este tema. Después de persistente búsqueda conseguí las Romanzas sin palabras de Mendelssohn, las oí innumerables veces para captar los Opus y dentro de éstos, las Romanzas. Proseguimos con nuestros mensajes.

Quiero anotar que este poema, Crepúsculo, que acabo de leer, Garavito lo reformó, puesto que en el libro aparece ya con su adaptación definitiva.

En un correo de julio de 2010, me indica:

    "He trabajado mucho sobre las Romanzas sin Palabras de Mendelssohn. Son 48 romanzas, 49 si añadimos una que figura en la interpretación de Lívia Rév, aunque de la última no he podido saber cuál es el opus. Bueno, pues, dividí el trabajo en cuatro partes. La primera sobre las primeras 24 romanzas, la segunda sobre las que van de la 24 a la 48, la tercera sobre la romanza de Lívia Rév, y la cuarta sobre Priscilla. Desde hace años tengo lista la cuarta, y hace tres semanas terminé la primera, después de grandes esfuerzos contra los adjetivos, contra la descripción, contra la frondosidad de las palabras, contra los pronombres... Una verdadera batalla. Bueno, dejé pasar unos días para leer el resultado, y claro, yo soy yo, al leerlo deseché siete. Me angustié. De modo que, por último, perdoné dos que no estaban definitivamente mal, con gran esfuerzo (trabajando 20 horas al día) rehice otras dos, y definitivamente deseché tres. Quién sabe si logre terminar este asunto algún día. Mi cabeza ya no funciona ni bien ni mal ni de ninguna manera.

    Te envío como muestra (sólo para ti) la primera de todas para que sepas qué es lo que estoy haciendo:

    Opus 19 Número 1

    Más allá
    Bogotá, 1997

    Más allá del ocaso
                      el infinito.
    Cada cual lleva su horizonte
    en la mirada.

    ¿Ves? El título y el "Bogotá, 1997" refieren a un hecho concreto que vivimos ella y yo. Priscilla no aparece para nada. Sólo una vez se le menciona en la 4a. parte. Y todos los textos son parecidos. Creo que las 24 romanzas (ahora 21) ya terminadas, no tienen más de 500 palabras. No hay ninguna descripción. La más ardua de las luchas fue la de acabar con la descripción de la música. Sólo una nota, para mi yo íntimo, lleva al momento intenso que vivimos Priscilla y yo, y que sólo ella y yo vivimos.

    Todo esto lo conversaba con Priscilla. Pero ahora ella no está.
    Fernando".

Este poema es el primero del libro De la luna y el sol y no sufrió modificación.

El 23 de octubre de 2010, 4 días antes de accidentarse, me anota:

    "Yo estoy ahora mismo en Marfa, un pueblo perdido en el sur de Estados Unidos (no es ni medio oeste ni medio este, de modo que no sé dónde estoy). Sé que es en Texas, que tiene 500 habitantes, que está cerca de la frontera con México, y que estoy acá porque la Fundación Lannan me dio una "Residencia" de creación literaria, para ver si acabo el librito con los textos herméticos sobre Priscilla. Trabajo intensamente. La Residencia se acaba el 17 de diciembre, y ese día es el último que tengo para presentar lo que haya hecho. Después trataremos de traducirlo al inglés y de publicarlo, en edición bilingüe, en este país. Cada día creo menos en Colombia, lo digo con tristeza, pero así es.
    Fernando."

Como se desprende de los mensajes leídos, parecería que hubiera querido escribir 50 poemas y tenía tiempo hasta el 17 de diciembre de 2010 para presentarlos a la Fundación Lannan. Su cometido fue formidable:

De la luna y el sol tiene 44 poemas bellamente terminados y 6 por terminar.

Como ustedes lo leerán, esos 44 momentos que espero, graviten en la inmortalidad, son los del más profundo realismo entre dos personas que se amaron con toda el alma, y que fueron elaborados letra por letra para que nosotros los podamos tomar como nuestros y entregar a quienes amamos con todo el alma.

Oyendo las Romanzas de Mendelssohn, me puedo imaginar a Fernando sonriendo mientras Priscilla baila alguna de ellas.

De no ser por su ética política y periodística, no habría tenido que salir exiliado no habría tenido que padecer un destierro tan doloroso, traumático y dramático, como lo fue ese camino a la muerte que significó el éxodo de él y de su familia.

A mí no me cabe un solo adjetivo más para exaltar la vida y obra de Garavito, mi adorado amigo. Ay de mí si me oyera. Él que siempre ahorró adjetivos y pronombres.

Muchas gracias.

Ana Fernanda Urrea.
27 octubre 2015

[Nota documental: La autora Ana Fernanda Urrea leyó este texto en el homenaje a Fernando Garavito celebrado el 27 de octubre de 2015 en la Universidad Javeriana de Bogotá]

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