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09jul12


Así se planeó atentado contra Gustavo Petro y Piedad Córdoba


Hernando Medina Camacho, teniente retirado del Ejército, y autor del crimen de Manuel Cepeda.

La Opinión habló en exclusiva con uno de los hombres que participó en la planeación de los atentados, que hoy ya están en investigación en la Fiscalía.

El testigo, quien está refugiado en Venezuela, decidió revelar los detalles tras percatarse de que él también sería asesinado una vez cumpliera con su siniestro encargo.

El domingo el secretario privado de Petro, Jorge Rojas, denunció en Bogotá que los esquemas de seguridad del Alcalde de Bogotá fueron reforzados por el Gobierno Nacional, tras conocer planes para atentar contra su vida.

En el exclusivo patio de una fuente de soda del centro de Neiva (Huila) se cuadraron los detalles más relevantes del plan para matar a la ex senadora Piedad Córdoba y al alcalde de Bogotá Gustavo Petro.

Era un domingo. En el sitio solo se escuchaban claramente las voces de los supuestos sicarios y, a muy bajo volumen, el ruido de una canción cualquiera.

De los 338.000 habitantes de la ciudad, solo dos hombres y una mujer serían la columna vertebral del atentado contra el actual alcalde de Bogotá y contra la exsenadora, insignia de la izquierda de Colombia y de los procesos de liberación de secuestrados que en los últimos años pactó las Farc con el Gobierno nacional.

Eran las 5 de la tarde de ese 6 de mayo. Sobre una mesa del patio, los presuntos participantes del complot tenían varias cervezas, con las que acompañaron la improvisada conversación de al menos tres horas.

Uno de esos participantes, que tendría la misión de jugar el papel de distractor el día del atentado, habló con La Opinión desde su refugio en Venezuela -a donde llegó huyendo de las amenazas- para contar cómo se fraguó el plan que acabaría con las vidas de Petro y de Córdoba.

El testigo aseguró que por la cabeza de la mujer del famoso turbante rojo y de Petro pagaban una buena suma de dinero.

"$1.000 millones", dijo. Los tres se miraron ante la tentadora oferta. Entonces, manifestaron su interés por el atentado y comenzaron a surgir los interrogantes: ¿cuánto dinero nos toca a cada uno?, ¿cómo vamos a ejecutar la vuelta?, ¿qué día se va hacer?, ¿en dónde?

Según el testigo, el hombre que los contactó y que los citó en esa fuente de soda, es quién estaría detrás del atentado.

"Se trata del sargento retirado Hernando Medina Camacho", indicó el testigo. "Lo conozco desde la infancia. Sé dónde vivió en su juventud y conozco las personas con quienes la pasaba".

Fue el mismo Medina Camacho -según cuenta el testigo-quien lideró la reunión y quien, además, les explicó los pormenores del supuesto plan.

Medina Camacho es sargento retirado del ejército. Nació en Neiva el 3 de abril de 1957. Es casado y tiene varios hijos. Ese hombre de 1.74 centímetros de estatura, moreno y cabello lacio fue condenado a 43 años de prisión por el asesinato del excongresista Manuel Cepeda Vargas.

A pesar de haber sido juzgado por la justicia ordinaria, el sargento retirado terminó pagando parte de su condena en una guarnición militar. Sin embargo, por una acción interpuesta por el senador Iván Cepeda, fue trasladado a una cárcel ordinaria, donde según información de organizaciones de derechos humanos, sólo pagó 8 años por el crimen del líder de la Unión Patriótica.

El testigo asegura que esa tarde-noche Medina le dijo a él y a sus secuaces que cogería $500 millones por el trabajo. La otra parte del dinero se repartiría en sumas de $200 millones para los otros dos participantes y $100 millones para logística.

El siguiente paso en el retirado patio del establecimiento de Neiva fue distribuir las funciones de los actores más importantes en el atentado.

"Solo escuché las funciones de tres personas", reiteró el testigo. Uno debía portar unas granadas para que, al estallarlas a tres cuadras del lugar del atentado, hubiera pánico, se cumpliera el objetivo y escapara sin complicaciones. El otro se encargaría de atacar directamente a Córdoba.

Pero, ¿quién va a ser?, preguntó uno de los hombres. Para esa hora, la luz del día se había ido y la noche trajo consigo la respuesta: "una mujer", le escuchó decir el testigo a Medina Camacho.

"Les aclaró que ellos jamás sabrían quién era la mujer, ni la mujer sabría de ellos, y que él se iba a encargar de cuadrar cada detalle", recordó.

Medina, según el testigo, manifestó que la mujer se encargaría de hacer el trabajo de inteligencia e indicar el momento adecuado para dar el golpe.

Seguimiento a Piedad

La entrada en juego de esta mujer ya había sido, sin embargo, decidida. La exsenadora del partido liberal le confirmó a este diario que el pasado 15 de abril tuvo, sin darse cuenta, su primer acercamiento con ella.

En esa fecha, Córdoba viajó a Neiva al lanzamiento del movimiento Marcha Patriótica. En la ciudad, se reunió con sus simpatizantes en la Facultad de Medicina de la Universidad Surcolombiana. En el alma máter, varias mujeres le manifestaron su apoyo e incluso una le entregó una tarjeta para hacer contacto y precisar sus peticiones.

Esa mujer había sido previamente elegida por el organizador del complot para registrar cada uno de los pasos de la exsenadora.

Según Córdoba, ese 15 de abril le pareció un día normal. Sin embargo, varias semanas después, cuando sostuvo una conversación con el testigo, se quedó fría cuando este le narró en detalle todo lo que ella hizo en ese viaje al Huila.

"Él sabía todo lo que había hecho yo en ese viaje, y me indicó que esa mujer me entregó una tarjeta con un chip para hacerme seguimiento y avisar mi localización", aseguró Córdoba.

Por esta coincidencia, Córdoba asegura que le dio total credibilidad a la versión del supuesto atentado, e inmediatamente salió del país.

En el plan para matarla, agregó vía telefónica, se emplearía un complejo sistema de rastreo tecnológico, lo que les permitiría no fallar en la contundencia del ataque.

La exsenadora aseguró que las investigaciones apuntan a que un equipo de exmilitares pretende acabar con su vida, al igual que lo hicieron con Manuel Cepeda.

Esta afirmación, incluso, deja entrever la posible participación del sargento primero retirado del Ejército Hernando Medina Camacho, quien estaría comandado por fuertes opositores a los ideales de la abogada de la universidad Pontificia Bolivariana.

Según Córdoba, en una de sus conversaciones para recibir las versiones libres de los paramilitares presos en Estados Unidos, Don Berna le mencionó a Medina Camacho.

Córdoba también le confirmó a La Opinión que actualmente en la Fiscalía se adelanta una investigación sobre este complot para acabar con su vida. Fuentes de la Fiscalía le confirmaron a este diario que el CTI está en proceso de recolección de pruebas para iniciar una investigación.

Una llamada misteriosa

La entrega de la tarjeta con el chip a Córdoba también hizo parte de la puntual conversación, que según el testigo, tuvo Medina Camacho en el patio de la fuente de soda de Neiva.

"A los presentes nos entregó todas las indicaciones. Incluso, aseguró que tras el atentado cada uno tomaría su rumbo y pasados por lo menos 15 días nos volvería a contactar para darnos nuestra parte económica del trabajo", recordó el testigo.

Eso sí, les habría dicho Medina, tienen que estar disponibles siempre, porque en cualquier momento toca improvisar la operación. "La mujer nos dará la orden de atacar, de acuerdo con los pasos de 'Patriótica'", como identificaban a la exsenadora. Puede ser en carretera, en la calle, en su casa…", se le escuchó decir al vocero en la reunión.

La única salvedad manifestada a los que llevarían a cabo el atentado fue "que no salga mucha gente afectada. No queremos víctimas inocentes".

En la mesa dónde se desarrolló el encuentro, Medina Camacho tenía tres teléfonos celulares. Por uno de ellos, atendió una llamada.

La conversación telefónica fue puesta en altavoz y "un hombre dijo: Omega, la orden ya está dada. Ya sabe, nada de cabos sueltos".

Fue precisamente esa frase lapidaria la que alertó al testigo, quien inmediatamente entendió que después de cumplir con su tarea, lo asesinarían.

Por esa razón, decidió salir del país buscando su seguridad.

¿En dónde está Medina?

El encuentro para cuadrar el plan delictivo habría finalizado pasadas las 7 de la noche. Ese domingo fue la última vez que el testigo vio a Medina Camacho.

Sin embargo, precisó que en dos ocasiones anteriores ya había tenido oportunidad de estar cerca de él. La primera fue a finales de diciembre de 2010. "No intercambiamos palabra alguna". Esta afirmación puede ser cierta, toda vez que el exmilitar pagó su primera condena de 8 años por asesinar al congresista Manuel Cepeda desde 1996 hasta finales de 2004.

Sus actividades ilícitas lo privaron nuevamente de la libertad el 20 de mayo de 2005. El Juzgado Tercero Penal del Circuito Especializado de Bogotá le dictó nueva condena por concierto para delinquir. Esta pena la cumplió hasta el 16 de mayo de 2007 en la cárcel de Picaleña en Ibagué (Tolima).

Así las cosas, para finales de 2010, cuando fue observado, según corroboró el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec), el exmilitar estaba en libertad y es probable que haya recorrido las calles de su natal Neiva sin inconvenientes.

También es posible que el testigo lo haya visto, por segunda vez, en las fiestas de San Pedro en 2011 en esa ciudad. La celebración se desarrolló del 17 de junio al 4 de julio.

Estaba en una moto, en la que generalmente ha sido visto, con un casco bien cerrado, que le permite ocultarse mejor.

La fecha que no cuadra con los registros del Inpec sobre Medina Camacho tiene que ver con el día en que supuestamente estuvo planeando el atentado.

El testigo refirió que la reunión en la fuente de soda de Neiva se desarrolló el pasado 6 de mayo. Para esa fecha, según confirmó el Inpec, el sargento retirado permanecía detenido en la cárcel La Picota de Bogotá, vinculado a una investigación por concierto para delinquir y tráfico de estupefacientes.

"A La Picota ingresó el primero de noviembre del año pasado. Esta sindicado de nuevos delitos. Tenemos su registro de entrada a la prisión y aún permanece detenido", aseguró un vocero del Inpec, quien pidió reserva de su nombre.

Dicha reclusión no necesariamente pudo ser un impedimento para que Medina, el cerebro del supuesto complot, liderara la reunión en Neiva.

Al respecto, en febrero del año pasado, representantes del Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo y de la Comisión Colombiana de Juristas denunciaron públicamente que algunos condenados, como Medina Camacho, "salían de su lugar de reclusión con la anuencia de sus superiores" a cometer actos delictivos.

Esta información fue confirmada por el senador Iván Cepeda, quien ha hecho un juicioso seguimiento al asesino de su padre.

El senador aseguró que mientras Medina Camacho pagaba cárcel en una guarnición militar por el crimen, salió en repetidas ocasiones para seguir delinquiendo.

Varias fuentes y documentos confirman que mientras pagaba prisión por el crimen de Cepeda, Medina Camacho continuó trabajando como agente de la inteligencia militar hasta el 14 de julio de 1999. Ese día, estando supuestamente preso, Medina se encontraba entre los soldados que participaron en una operación realizada por el Ejército que acabó con el asesinato de otro soldado, el teniente José Simón Talero.

Casi 18 años después de haber asesinado al senador de la Unión Patriótica Manuel Cepeda Vargas y de haber pagado sólo 8 años de cárcel por el crimen pese a ser condenado a 43, el teniente del ejército Hernando Medina Camacho estaría detrás de un sofisticado complot para asesinar a otros dos representantes de la izquierda colombiana: el alcalde de Bogotá Gustavo Petro y la exsenadora Piedad Córdoba.

La macabra conversación de la fuente de soda de Neiva para asesinar a Piedad Córdoba y a Gustavo Petro retumbó toda la noche del pasado 6 de mayo, y al siguiente día, en la mente de uno de los hombres convocados a ejecutar el plan criminal.

Lo que más hizo eco, sin duda, fueron las contundentes palabras que salieron del teléfono celular en altavoz: "Omega, la orden ya está dada. Ya sabe, nada de cabos sueltos".

La lapidaría afirmación erizó enseguida la piel del hombre. Un mortal presentimiento le reveló que entre los cabos sueltos también podrían estar él y los encargados del atentado. El peligroso contenido de la conversación "me puso en la lista de los próximos muertos", sentenció el testigo.

El temor a morir y las futuras retaliaciones contra su familia le ataron una soga al cuello que lo llevó de Neiva a Bogotá la madruga del 8 de mayo. En la capital colombiana reveló toda la información.

A Iván Cepeda (hijo de Manuel Cepeda), a Córdoba y a Petro les narró minuciosamente el plan para matarlos y, de esta forma, conseguir seguridad.

En ese sentido, Córdoba y Cepeda confirmaron el encuentro con el testigo. Aunque este diario intentó hablar con el alcalde Gustavo Petro, no fue posible localizarlo. Sin embargo, ayer su secretario privado, Jorge Rojas, le dijo a El Espectador que el equipo del alcalde conoce informaciones sobre posibles atentados contra Petro, uno de los cuales se realizaría con un mecanismo de alta tecnología, y da algunos detalles adicionales que confirman la versión conocida por La Opinión.

Por su parte Córdoba, además de confirmar el encuentro con el testigo, fue más allá y dio el nombre de otra persona, que según le dijo el informante, estaba detrás de su atentado.

"Revela nombres de forma contundente. Entre ellos, Hernando Medina Camacho y el general Harold Bedoya. Su versión es muy creíble", explicó la excongresista.

La Opinión consultó al general en retiro, quien rechazó estas acusaciones.

"Yo llevo 17 años en retiro, no tengo ningún interés en atentar contra nadie. Un país a base de chismes, mentiras y engaños está destruyéndose. Ahí tenemos como hay cantidad de gente en las cárceles, todos a base de testigos falsos: el caso del Palacio de Justicia, por ejemplo, o el de Álvaro Gómez igual, todos basados en testigos falsos. Quién va a tener interés en matar a Piedad y a Petro. ¿Porqué? ¿Cuál es la razón?. No pido que eso se aclare esto porque no le veo ni pies ni cabeza. Además, una persona que diga eso tendrá que responder por lo que diga, y eso debe tener también su responsabilidad", manifestó Bedoya.

Además, recordó que hace un año demandó a Petro, pues el alcalde de Bogotá había manifestado que él habría estado detrás del crimen de Álvaro Gómez Hurtado.

"Hace como un año o dos a Petro le dio por decir que a Álvaro Gómez lo había asesinado el alto mando militar. Yo lo demandé ante la Fiscalía por mentiroso y manipulador. Él fue y se rectificó y dijo que no había dicho eso. Él cambia sus versiones facilito, es un mentiroso nato", aseguró el general, quien manifestó no conocer ni haber oído hablar de Medina Camacho.

Los políticos de izquierda -Córdoba y Petro- sin mayores rodeos denunciaron la situación ante la Fiscalía y pusieron el testigo lejos de quienes están interesados en el crimen.

"Me sacaron el pasaporte y yo pedí ser enviado a Venezuela. Ellos (Cepeda, Piedad y Petro) me dieron número telefónicos para contactar a personas que me ayudarían en el vecino país", explicó el testigo.

En tierras bolivarianas, el pasado 21 de mayo, fue recibido por la Comisión Nacional para los Refugiados y remitido a la organización Cáritas.

"Me daban hospedaje y una sola comida. Cuando pasaban algunos días me rotaban por las diferentes sucursales de Cáritas. No tenía estabilidad", se quejó el testigo.

En medio de esa situación, periodistas de La Opinión lo contactaron y entrevistaron. Desde Venezuela, narró en exclusiva el paso a paso la ejecución del crimen político y cómo su vida también fue puesta contra las cuerdas.

La muerte de Manuel Cepeda

La contundente revelación de uno de los participantes en el posible atentado contra Piedad Córdoba y su denuncia sobre un supuesto complot integrado por exmilitares deja al descubierto un macabro plan que, incluso, estaría ligado a la muerte del excongresista Manuel Cepeda Vargas.

Esta afirmación toma fuerza con la inesperada aparición -en el ataque contra la exdirigente política paisa- de Hernando Medina Camacho, uno de los uniformados condenados a 43 años de prisión por el magnicidio de Cepeda en 1994.

El 9 de agosto de ese año, según quedó gravado en los medios de comunicación y se puede leer en un extenso texto de sentencia condenatoria, el atentado tuvo lugar entre las 8 y 9 de la mañana.

El exsenador Manuel Cepeda Vargas, representante en ese entonces del movimiento político Unión Patriótica, recorría en su carro campero la avenida Las Américas de Bogotá camino al Congreso.

El carro era conducido por Eduardo Fierro Paloma y su seguridad estaba a cargo, como escolta, de Luis Alfonso Morales Aguirre, quienes sobrevivieron al dramático ataque a bala propinado por desconocidos.

Ese día, al igual que todos los días, el político colombiano leía los principales titulares de la prensa escrita y se mantenía pendiente de la información radial.

A la altura de la carrera 74, un hombre le disparó en la cabeza causándole la muerte de manera casi instantánea. El desconocido, en compañía de varios cómplices, se movilizaba en un Renault 9 brío blanco.

El escolta del exsenador, ante el inesperado ataque, reaccionó disparando toda la carga de su revólver contra el carro de los agresores, quienes trataron de huir rápidamente.

Sin embargo, los impactos de bala propinados por el escolta de Cepeda al Renault obligaron a los responsables del magnicidio a abandonar el carro en la avenida Boyacá con carrera 72.

Investigadores hallaron en el carro, minutos más tarde, una pistola marca Walther (modelo P-38, calibre 9 milímetros largo, número serial 43956), un proveedor con 6 cartuchos y una vainilla percutida. En el lugar del atentado se encontró sobre la vía otras dos vainillas.

Los condenados

En el desarrollo de las investigaciones se fueron conociendo los nombres de varias personas que fueron vinculadas al crimen en calidad de autores materiales e intelectuales. Otros, fueron procesados por complicidad en el homicidio agravado.

A medida que avanzaron las pesquisas las autoridades judiciales conocieron que algunos de los participantes del complot fueron asesinados. Entre ellos, Fabio Usme (alias Candelillo), Pio Nono Franco Bedoya y Víctor Alcides Giraldo Gutiérrez.

Solo hasta mediados de 1996, las investigaciones dieron un giro de 180 grados: aparecieron dos nuevos implicados en el crimen.

El exsoldado Elcías Muñoz Vargas, quien según el expediente estaba recluido en la cárcel del distrito de Ibagué, aseguró conocer al sargento Hernando Medina Camacho, ser su amigo desde que prestó servicio en el batallón Tenerife (Huila) y haberlo escuchado asumiendo su responsabilidad en el crimen.

El testigo dijo que en agosto de 1994, cuando se tomaban unas cervezas oyó a Medina Camacho y Justo Gil Zúñiga Labrador hablar del homicidio, de una pistola, una moto y de un carro blanco que les había prestado por la Brigada 20 en coordinación con otras personas.

"Recuerdo que el sargento Medina hablaba de la moto que era una moto prestada y que él la llevaba hasta cierto punto o sea hasta donde se le hizo seguimiento al carro de Cepeda", explicó el informante a las autoridades en juicio.

Durante la conversación, según recordó, Zúñiga insistió que no se hablara más del asunto porque a ellos les había tocado dejar el carro botado con los otros muchachos.

"Medina le decía al sargento Zúñiga que estuvo bien disparado. El otro le decía "usted fue el que le pegó. Esto se repetía en varias ocasiones", agregó.

Esta versión y otros elementos materiales probatorios llevaron a un juez a dictar, el 16 de diciembre de 1999, sentencia condenatoria contra los dos exmilitares. La pena ascendió a 43 años de prisión.

En dicha sentencia se absolvió extrañamente de toda responsabilidad al exjefe de las Auc Carlos Castaño Gil, quien fue investigado en el mismo proceso como determinador del atentado. Sin embargo, el propio exparamilitar en su libro Mi confesión (2002) aceptó su participación en el asesinato.

Dos años más tarde, la desaparición y muerte de Castaño privó al país de conocer a fondo nuevos elementos para el esclarecimiento y castigo de este magnicidio.

Sentencia condenatoria

Los sargentos primero Hernando Medina Camacho y Justo Gil Zúñiga Labrador fueron condenados a 43 años de prisión por el entonces Juez Tercero Penal del Circuito Especializado de Bogotá.

La decisión, aunque fue apelada, quedó en firme el 18 de enero de 2001 en segunda instancia por el Tribunal Superior de Bogotá.

No contentos con el fallo, los exmilitares presentaron el recurso de casación ante la Corte Suprema de Jusiticia. Magistrados de la Corte reconfirmaron la primera decisión el 10 de noviembre de 2004.

La ejecución de la pena nunca se cumplió y por buena conducta Medina Camacho terminó pagando sólo 8 años de cárcel. Quedó en libertad a finales de 2004.

Esta insólita situación, muy criticada incluso por congresista Iván Cepeda (hijo de Manuel Cepeda) y representantes de otros sectores sociales y políticos, desencadenó que la Corte Interamericana de Derechos Humanos catalogara al Estado colombiano como responsable del crimen.

En consecuencia, en nombre del Estado el exministro del Interior, Germán Vargas Lleras, pidió perdón público a Manuel Cepeda. "Reconocemos que la justicia tardó un tiempo más allá de lo razonable en adelantar la investigación, e incluso hoy se desconocen con precisión las circunstancias y los autores intelectuales que participaron en estos hechos", dijo en el capitolio el pasado 9 de agosto frente las plenarias de Senado y Cámara de Representantes.

Las palabras del representante del gobierno fueron bien recibidas por Iván Cepeda, quien enfatizó que "no es legítimo matar comunistas, ni conservadores ni liberales. No es legítimo matar a nadie por sus convicciones políticas".

Pese a sus contundentes declaraciones, hoy las alarmas se vuelven a encender en la Fiscalía y las autoridades judiciales frente al posible atentado que se trató de engendrar contra Piedad Córdoba y Gustavo Petro.

[Fuente: La Opinión, Cúcuta, 09jul12]

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