Morir es la noticia
Morir es la noticia

Jaime Vargas:
El regreso del Chico Vargas

por José Luis Córdova(*)
Nombre
Jaime Félix Vargas Cellis
Lugar y fecha de nacimiento
Santiago, 16 de noviembre de 1940
Especialidad
Periodista de la Universidad de Chile
Lugar y fecha de muerte
Santiago, 27 de marzo de 1982
Actividades
Trabajó en radios Prat y Portales, las revistas Desfile y Ritmo, Canal 13 de TV-UC, Televisión Nacional y La Tercera. En Bogotá, Colombia, se desempeñó en CB TV y en el diario El Tiempo. Fue corresponsal de la revista Hoy.


He vuelto a ver si vale la pena vivir en mi país, dijo a sus íntimos el «Chico» Vargas, al volver de su exilio el 4 de marzo de 1982, expresamente autorizado por sólo 15 días. Murió 25 días más tarde, en la Clínica de la Universidad Católica.

Nació el 16 de noviembre de 1940 en un barrio de Quinta Normal, donde aprendió a convivir con distintos sectores sociales que se mezclaban con naturalidad en la escuela Salvador Sanfuentes. Sus vecinos y amigos lo recuerdan siempre sonriente, divertido, inquieto y animoso, con gran preocupación por los demás. Desde muy chico se sumó a las actividades de asistencia social y ayuda que desarrollaba el padre Olivier en la parroquia de Lourdes.

Jaime Vargas y Augusto Carmona

Fue importante animador y protagonista de veladas juveniles y solidarias, de campamentos de verano y de activas labores sociales hacia los sectores más desposeídos.

De esa época data el seudónimo de "Pato" Vargas, como lo recuerda su amigo "Churruco" López, "por su particular modo de andar, su porte bajito y entaquillado, pero siempre dispuesto a lanzarse al agua". A Jaime lo sedujo desde muy joven el mundo de las comunicaciones y la información. Fue creador de diarios murales, incansable lector y mejor relator de noticias en la parroquia, el barrio, el liceo de Aplicación, donde cursó la enseñanza media, y en todo su entorno. No fue extraño que decidiera estudiar periodismo en la Universidad de Chile, pese a lograr en la prueba de bachillerato el puntaje suficiente para estudiar leyes, que era el deseo de sus padres.

"Su vocación era innata", afirma Ethel Pliscoff, quien lo conoció en la escuela de esa época. «Le gustaba estar bien informado, no sólo de los resultados del fútbol --era fanático de la UC--sino también de la marcha política del país, de los principales sucesos policiales, la economía, el mundo exterior, todo».

Reportero fogueado

Antes de egresar, se desempeñaba como ágil reportero de los servicios informativos de radio Prat, cuando el periodismo radial chileno se consolidaba. Pronto fue designado jefe de prensa de la emisora.

Más tarde, se fogueó definitivamente en radio Portales como uno de los reporteros más destacados de su generación. Discípulo de Raúl González Alfaro y de otros «maestros» que hicieron escuela, también integró la redacción de la revistas Desfile y Jütmo.

Hombre de TV

En 1968 se incorporó al departamento de prensa de Canal 13 de TV de la Universidad Católica.

Los comienzos de la televisión le brindaron inmejorables posibilidades para dar rienda suelta a su gran creatividad, dedicación y entusiasmo por un periodismo que surgía impetuoso y vibrante. Improvisando ante las cámaras, realizando reportajes en terreno o entrevistando personajes, sembró su semilla en los momentos en que un agitado desarrollo político marchaba hacia un desenlace.

Jaime Vargas no eludió los compromisos. Sin militancia política, pero con hondas convicciones progresistas y de izquierda, estuvo al lado de las mayorías en los momentos de triunfos y de derrotas de la década de los '70.

Recorrió Chile entero de norte a sur, hasta la Isla de Pascua; acompañó a Fidel Castro en parte de su gira por el país; y fue invitado por los presidentes Alessandri, Freí y Allende para cubrir importantes acontecimientos de la vida nacional con su reconocida equidad y espíritu objetivo.

Reporteando el golpe

En vísperas del golpe militar del 11 de septiembre de 1975, y en medio de la intensa razzia de periodistas y camarógrafos de espíritu democrático desatada en el Canal por su nuevo director, el Presbítero Raúl Hasbún, Vargas fue suspendido de su cargo de jefe de informaciones de la estación católica, primer paso hacia su exoneración definitiva.

El día 11 estaba precisamente en su primer día de trabajo en Televisión Nacional, cuando fue enviado a cubrir los luctuosos acontecimientos en el palacio de La Moneda. Su trabajo

ejemplar de aquel día se conserva en un reportaje que jamas se exhibió en televisión chilena, hasta 80 años después, el 11 de septiembre de 1995, en el programa Informe Especial de TVN.

La inconfundible voz «en off» de Jaime Vargas desde la Plaza de la Constitución y el Hotel Carrera, en los momentos del ataque final al palacio presidencial, constituye un testimonio irrefutable del espíritu de entrega, la valentía y la capacidad excepcional de un profesional sometido a una dura prueba en momentos definitivos.

Su labor en esas horas es una verdadera lección de periodismo informativo, de modelo de reportaje y de entereza moral en el sitio mismo del suceso, su puesto de trabajo.

Con la asonada militar comenzó un largo calvario, para Jaime Vargas, su familia y para miles de chilenos. Cesante absoluto, retomó su vieja cámara fotográfica, una pasión que siempre cultivó durante su trabajo periodístico, para ejercer de «Hojalatero" en matrimonios y bautizos. También colaboró con sus «monos» para las revistas de «Pizarreño» y de la Asociación Cristiana de Jóvenes (YMCA).

Persecución y exilio

Pareció encenderse una luz de esperanza cuando consiguió un puesto en la sección policial del diario La Tercera. Durante seis meses volvió a demostrar sus cualidades profesionales, a pesar del asedio constante de los servicios de seguridad. No le perdían pisada porque lo sabían solidario, generoso, amigo de sus amigos. No estaban equivocados.

Agentes de civil lo sacaron a empujones una mañana, desde la misma sala de redacción, ante la impotencia de sus colegas y de su director, Alberto Guerrero. Durante varios días, su esposa y padres lo buscaron inútilmente. Las autoridades no reconocían su arresto, con la impunidad total de aquellos tiempos. El peligro mayor era engrosar la ya larga lista de los detenidos-desaparecidos.

Los buenos oficios de personeros ubicados en puestos claves permitieron que se reconociera su detención en el campo de Cuatro Alamos. Durante ocho días fue brutalmente interrogado por sus supuestas conexiones con "extremistas"

De esos oscuros días no le gustaba hablar. Hay quienes aseguran que fue salvajemente torturado; que le inocularon sustancias químicas desconocidas para probar su fatal eficacia. ¿Tal vez el tristemente célebre gas Sarirfí Nadie puede desmentirlo ni asegurarlo definitivamente.

Ya en libertad, fue automáticamente despedido de La Tercera y se le cerraron todas las puertas en los medios de comunicación. Jaime Vargas comprendió que llegaba la dura hora del exilio.

Partió solo, primero al Perú. Después, siguió a Ecuador pero, al final, logró instalarse en Bogotá, Colombia, donde se le unieron su mujer y sus hijos, Víctor Manuel, de 8 años, y Paulina, de 5.

Empezó otra vida, en un medio diferente y desconocido. Con el apoyo de Luis Carlos Sánchez, ex relacionador público de la CEPAL en Santiago, ya de regreso en su Colombia natal, pudo incorporarse también al mundo periodístico.

Pronto demostró su habilidad, espíritu de superación y entusiasmo. Fue programador de televisión en GB TV y después ingresó al departamento de prensa de la misma estación.

Más tarde fue contratado por el matutino El Tiempo, donde realizó importantes reportajes y entrevistas, y escribió columnas de opinión. En esa época se le prohibió volver a Chile, como a tantos, con una vergonzante "L" estampada arbitrariamente en su pasaporte.

Aparece el cáncer

Tal vez fue ese timbre ignominioso el que desencadenó la tragedia en su diezmada contextura física. Jugando fútbol, otra de sus pasiones de siempre, percibió un fuerte dolor, la primera advertencia maligna del penoso final. Dos años y medio luchó frontal y conscientemente contra el cáncer, aparecido inexplicablemente, solapado y traidor. La quimioterapia y las radiaciones se sucedieron interminables.

Igualmente siguió trabajando duro. Era corresponsal de la revista Hoy y continuaba con las tallas a flor de labios: "Lo último que voy a hacer es perder la risa", sentenció. En marzo de 1992, entendió que debía volver a su patria. Suspendió los tratamientos en Colombia y decidió regresar "a ver si vale la pena vivir en Chile"

Llegó el 4 de marzo de 1982 y dejó de existir, con una sonrisa en el rostro, el día 27.


José Luis Córdova, periodista de la Universidad de Chile, trabajó en el Canal 13 de TVUC y fue jefe de prensa de radio Portales (1973). Exiliado en Praga hasta 1989, se desempeña (1996) en el diarlo La Cuarta, y es director del Círculo de Periodistas de Santiago (1996).


Editado electrónicamente por el Equipo Nizkor- Derechos Human Rights el 09nov01