Máximo Gedda
Morir es la noticia

Máximo Gedda:
El soñador que vino del Sur


por Lucía Sepúlveda Ruiz(*)

Nombre
Máximo Antonio Gedda Ortiz
Lugar y fecha de nacimiento
Temuco, 19 de diciembre de 1947
Especialidad
Director de TV, periodista y... poeta.
Lugar y fecha de muerte
Detenido desaparecido, arrestado en una micro en Santiago, el 16 de julio de 1974, posiblemente murió por torturas en Londres 58.
Actividades
Dirigió los programas una, vez un hombre y Aquí, la CUT en Televisión Nacional. Colaborador en Punto Final, poeta y compositor, ganó un festival de la canción de CORFO. Fue dirigente sindical en TVN y candidato a la CUT regional. Militante del MIR.
Situación judicial (1996)
Causa radicada en el Sexto Juzgado del Crimen de Santiago, Rol 6266-6. La Corte Suprema sobreseyó por amnistía el 21/11/1995.


"Quédate aquí no más donde te has quedado/
que de razones hay una montaña./
y de tu cabeza maravillosa mucha cuenta nos hemos dado"
(De Las razones de tu cabeza, poema de Máximo Gedda)

Máximo Gedda animó el primer programa emitido por Televisión Nacional desde los nuevos estudios de Bellavista 0990, el 18 de septiembre de 1970. Con 22 años, integraba un grupo de asistentes de dirección y camarógrafos formados en 1969 por el español Manuel Cálvelo. El joven se desarrolló profesionalmente, escribió poesía, colaboró en Punto Final y descolló como dirigente sindical, hasta que desapareció el 16 de julio de 1974. Una placa recuerda su nombre en las puertas de Televisión Nacional en Temuco, su ciudad natal. En Santiago no hay placa alguna. Pero quienes lo conocieron no la necesitan. Máximo es de aquellos seres que no se olvidan.

Desde la frontera

Nacido en Temuco, fue el segundo de cinco hermanos. Sus padres, Máximo, inmigrante italiano, y Olimpia Ortiz, de cálido corazón sureño, lo matricularon en el colegio La Salle de Temuco, donde obtuvo una sólida educación formal. Su hermano mayor, Francisco, director del laureado programa de TV Al Sur del Mundo conserva vivos recuerdos de la niñez.

Francisco Gedda: A los cuatro o cinco anos Máximo tuvo una. especie de raquitismo. Muy pequeño comenzó a escribir poemas "gabrielianos", sobre los niños que vendían a pata pelada en Temuco. Vivíamos en la calle Carrera, en una casa con una galería acogedora donde pasábamos los inviernos lluviosos.

Nuestro padre, siempre preocupado de los valores, de la educación, llegó de Italia a los 3 años, con mí abuelo, un herrero piamontés. Nos legaron la herencia del artesano y del mundo democrático que quisieron construir al dejar la Italia del 1900. En su gigantesco esfuerzo por integrarse en Chile, la familia conservó la importancia de la mamma, la nonna y , por cierto, de la comida, italiana. Los sábados y domingos, visitaba a mi padre un antiguo profesor de filosofía que había llegado de Italia. Los oíamos hablar de la Divina, Comedia, con la boca abierta... Para mi padre, almacenero durante muchos años, era un motivo de orgullo nunca haberle robado ni un gramo a nadie. Era católico practicante, y a la vez muy tolerante. Dejó que nosotros estudiáramos lo que quisiéramos.

Poeta precoz ...y de Temuco

A los 15 años Máximo integraba el grupo Espiga, de jóvenes cristianos, como poeta y cuentista. Su hermano le contagió el gusto por la fotografía. Y en 1967 lo trajo a Santiago.

Francisco Gedda: A los 20 años, tremendamente tímido, vivía sumergido en su mundo interior de poesía, de rebeldía, de desencuentro con el mundo. Sentía gran identificación con la poesía de César Vallejo. Estudió Arquitectura, pero al año siguiente ingresó a Periodismo. Después regresó al sur, a la familia, a la poesía. Hizo un año de pedagogía en castellano en la Universidad de La Frontera. Más tarde conseguí sacarlo de la caparazón de Temuco. En 1969 ingresó al curso en que Manuel Calvelo formaba profesionales de distintas especialidades en las técnicas de televisión. Así comenzó su trayectoria en Televisión Nacional.

En los comienzos de TVN

Su cuñada Silvia Quiroga, productora del Canal en esos tiempos, fue su amiga desde que el poeta sureño llegó a la estación. Después, Silvia y Francisco lo acogieron en su hogar de recién casados. Uno de sus hijos se llama Máximo, tiene 15 años y el mismo tipo físico del tío. Silvia conserva una revista EVA de 1970 con una nota sobre el programa Una vez un hombre, dirigido por Gedda y María de la Luz Savagnac. En un innovador estilo documental Neruda, Lenin y otras personalidades desfilaron por ese espacio. Máximo dirigió el programa semanal de la CUT y trabajó estrechamente con Víctor Jara, autor de la característica del canal y también de la música que utilizaba Una vez un hombre.

En esos años. Augusto Olivares era director de Programación y Jorge Navarrete, director general. Gedda trabajó, entre otros, con Gonzalo Bertrán, Rene Schneider, Santiago Pablovic, Silvia Pellegrini, Denis Jones, Gabriela Tesmer. Y allí conoció a quien sería su compañera al producirse su desaparición, Carolina Rossetti, directora de radio Tierra en 1996.

Un creador integro

Francisco Gedda: En la familia no aceptamos esta pérdida. Es algo de lo que no se habla. Máximo era un creador audiovisual finísimo, con una intuición bella. Tenía una calidad humana tan notable que adversarios declarados suyos, se preocuparon por su suerte después del golpe. Nunca nadie lo denunció. En TVN su imagen como hombre era intocable. Cuando se te muere alguien así, que además es tu compañero de ruta de poesía y cine, puta que duele... No se murió un cualquiera. ¡Por Dios que quedó un hueco grande!

Yo creo que hay una semilla; el "Sur del Mundo" es esa semilla, recupera esos valores, la relación del hombre con el hombre, con la naturaleza. Ha sido recuperada la más importante semilla, la intelectual, la ética. Cuando mí papá supo que podía estar muerto porque no quiso colaborar, reaccionó así: «Prefiero que haya muerto y no que se salvara como delator».

Carolina Rossetti: Sólo compartí con él un recodo del camino, en un período de nuestras juventudes en que no nos preguntábamos quiénes éramos ni de dónde veníamos. Eran los últimos días del gobierno del Presidente Allende, los días del golpe militar, el inicio de ese otro Chile que nunca antes pudimos imaginar. Importaba más entonces no perder el sentido de la vida. Importaba más nuestra voluntad de resistir. No había pasado, sólo presente. Máximo era de esas personas que llegaba a golpear la puerta de tu casa cuando nadie lo esperaba y se iba sin que uno alcanzara a darse cuenta. Por eso conservo confusos y desordenados recuerdos de momentos, esparcidos en medio de esa vorágine que significó para ambos trabajar en lo que viniera, aparentar lo que no éramos, separarnos de nuestras familias, cuidarnos para sobrevivir y construir ese otro Chile en el que creíamos...

En marzo de 1974 escribió un poema*_premonitorio. Parecía adivinar su propio destino: Entraste, te quedaste, aquí estás/ de este lugar verdaderamente no te saca nadie/ eso es lo importante, ni con fusiles/ ni con patadas, de aquí/ no te borra nadie. Aquí estás por lo que hiciste/ no porque te destruyeron.

En su poética dialogaba con sus seres queridos. En Cartas a Temuco recibe correspondencia imaginaría de su madre: ... Voy a sembrar unos cuantos perejiles/ cebollitas, lechugas, rabanitos/ y así unas cuantas cositas/para cuando vengas./Pasaron los días que lloraba/ de ver que todos mis hijos/ se van de mi lado.

Respuesta del hijo (fechada el 12 de Octubre de 1972, durante el paro patronal contra el gobierno de Salvador Allende): Madre, estamos aquí./ Ora inclinados sobre un libro/ o una proclama/ ora bajo el sol de la mañana, fugazmente./ Ya escuchando la palabra agitadora/ discrepante, febril/ya derrumbados por el sueño,/ como niños./ Hace días que esperamos/para que salga definitivamente el solcito.-./Hace tantos días/y tantos palos, gritos y huelgas.

Militante y dirigente sindical

Además de su trabajo, dedicaba su energía a los trabajadores del Canal que tenían menos status e ingresos, como los tramoyistas o el personal del casino. En el sindicato, presidido por Gonzalo Bertrán, la izquierda estaba en minoría. Máximo y Lucía Sepúlveda, representantes del Frente de Trabajadores Revolucionarios (FTR), sentían permanentemente que remaban contra la corriente. La estructura del Canal, en general, permanecía intacta desde el anterior gobierno demócrata cristiano, con una programación poco sensible a los cambios, excepto en el área de prensa.

Máximo adquirió un importante liderazgo en su defensa de los más débiles. En 1972 fue postulado por el FTR como dirigente regional en las elecciones de la CUT. Las tareas políticas lo absorbían. Tomó la decisión de alejarse de TVN. Pidió permiso sin sueldo, en mayo del 1972.

David --su nombre en el MIR-- decidió dedicarse a tiempo completo a la actividad política. En Punto Final, analizó en agosto de 1972 que, con la votación obtenida en las elecciones de la CUT, el FTR no lograba erigirse en alternativa política global en la conciencia de los trabajadores, pero destacó que el 70 a 80 por ciento de la votación alcanzada provino de la clase obrera de la gran industria. Razonaba que la baja votación campesina se debía a que el Movimiento Revolucionario Campesino (MCR) se asentaba en sectores no sindicalizados de Cautín, Malleco, Valdivia y Llanquihue: Es indesmentible la presencia de un factor político nuevo en el seno del movimiento obrero chileno, con una acelerada curva de crecimiento. Ahí está, quiéranlo o no burgueses y reformistas, un camino nuevo, ensanchado cada día con nuevos contingentes de trabajadores dispuestos a no entregarla oportunidad histórica vigente.

Silvia Quiroga recuerda que buscando su propio camino tropezó con José Carrasco Tapia, en el Encuentro Nacional de Periodistas de Izquierda, en abril de 1971. Hasta su detención, trabajó activamente con Peppone.

Francisco Gedda: En 1971 nos dirigimos a Licán Ray. En la adolescencia lo pasábamos el descueve allí, cuando nadie iba a ese balneario. Recorriendo Liquiñe, Coñaripe y Trafún, nos encontramos con una barrera y un fundo tomado por el MCR en la zona del complejo maderero de Neltume.

Estuvimos toda la noche conversando con los campesinos y nos enteramos que antes les pagaban con el sistema de pulpería. Toda su vida debían algo. Sus hijos mayores estaban obligados a quedarse trabajando en el fundo, sólo al tercer o cuarto hijo le estaba permitido irse. En esos días llegó el ministro del Interior, José Tohá, para conversar con el comandante Pepe, el líder mirista de Neltume. Seguimos hacía Puerto Saavedra y en el Lago Budi asistimos a reuniones del Consejo Comunal Campesino, liderado por el MCR local. Habíamos visto siempre a los mapuches vilipendiados, ahora estaban orgullosos. Era otra realidad. Nos produjo un enorme impacto ese universo que estaba muy cercano a nosotros. Encontramos que los valores éticos tan fuertes que habíamos recibido estaban plasmándose en un sistema, en sueños que se estaban dando.

El «Flaco» Gedda

Silvia Quiroga: El 'Flaco' era todo alegría y solidaridad (es difícil hablar de él en pasado). Lo recuerdo todo mojado porque le había regalado su chaqueta a alguien que la necesitaba. O cuando no se iba nunca del Canal por conversar con las señoras del aseo. No pudo desaparecer: yo suelo «verlo» en la calle, lo escucho, sueño con él... Era físicamente frágil y absolutamente miope. Al mismo tiempo, tenía una enorme entereza. Transmitía deseos de vivir. Su calidez dejaba una huella, una impresión muy fuerte. Era buen amigo y buen compañero de trabajo.

Podía comunicarse con todo tipo de personas; tenía algo especial, una especie de vibración o de frecuencia que le permitía «sintonizar» con intelectuales, con pobladores, obreros o quien fuera. Afloraban todas sus capacidades más profundas, estaba presente lo gestual y la música, muy importante para él.

Carolina Rossetti: Máximo era una persona extremadamente sólida. En medio de su propia precariedad material, vivía más preocupado de la suerte de sus compañeros que de la suya propia. Podía quedarse sin casa para dormir, mientras se afanaba por encontrar alojamiento para los cientos de perseguidos que no tenían donde vivir. ¡Cuántas veces lo vi entregar el poco dinero que le quedaba para ayudar a la familia de un detenido!

Paulina Castro, amiga de esa época: Vivía muy lejos del centro y solía quedarse en nuestra casa... Era inagotable en su actividad, en su honestidad, en su amor por el mundo. Participaba en las fiestas y tocaba guitarra, recitaba poemas o jugaba con mi hija. Me impresionaba que -- como tenía poco tiempo-- acostumbraba a leer el diario en la noche mientras caminaba, para estar al tanto de todo... La última vez lo vi en mi cumpleaños, donde pudo encontrarse con su compañera y arrullarse un par de horas. Murió como tantos otros, sin hablar. Y yo siempre sueño que está vivo, porque él era vida.

Francisco Gedda: Máximo inventó trabajos, escondió amigos, buscó recursos. Su actividad incesante y su generosidad lo empujaron más allá de lo posible... Luego de su detención su rastro se diluyó hasta desaparecer. De fuentes allegadas al secretario general de Gobierno, coronel Pedro Ewing, se obtuvo la confirmación de su detención por la DINA. Otras versiones conocidas en esos días indicaron que estaría muerto.

Feijoadas y felicidad

Carolina Rossetti: Eramos jóvenes y teníamos capacidad para ser felices en medio del horror que nos producían las noticias cotidianas de las detenciones de nuestros amigos. Cuando recuerdo esos momentos de alegría, surge la imagen de Peppone** y Gabriela, su compañera brasileña. Muchas veces, infringiendo todas las reglas de seguridad, prevalecía el sentido de gozar la vida. Y nos juntábamos a comer las más ricas feijoadas preparadas por Gabriela. Imposible recordar a Máximo sin hacerlo con Peppone. Ellos se querían mucho. Máximo era más sereno, Peppone más impulsivo. A veces discutían acaloradamente. Máximo no sólo tenía esa rara cualidad de calmar a los demás, de devolverles las certezas perdidas, sino también de escuchar con atención a su interlocutor. Lo estoy viendo acomodándose un par de anteojos viejos y pesados que se le caían sobre la nariz, para fijar mejor la mirada y poner toda su atención en el otro. Y cuando escuchaba, no lo hacía para replicar sino para tratar de entenderlo que sentía o le pasaba al otro.

Despedida de Temuco

Carolina Rossetti: Tal vez esa capacidad de entender le permitió darse cuenta de lo que se venia encima. Fue por eso --me di cuenta más tarde-- que organizó un viaje en tren a su querida ciudad natal. Creo que de alguna manera quiso despedirse de su madre y de su padre, adorables, querendones, austeros, responsables de los valores y principios que acompañaron la corta vida de Máximo. Esos tres días fueron un baño de puro amor al estilo de las familias italianas, de regatonear con su madre; de largas caminatas por las calles frías de esa ciudad; de recuerdos con sus hermanos menores Juan Carlos y Manuel; de largas conversaciones nocturnas con su padre; de reencontrarse con los olores del huerto de su infancia, de huevos revueltos al amanecer, de recordar historias y revisar fotos, cartas y finalmente despedirse de ellos, que quedaron mirándolo desde el viejo portón de madera.

La desaparición

Nadie lo acompañaba cuando lo detuvieron, el 16 de julio de 1974. Al no llegar esa noche a la casa donde lo esperaba Carolina, su hermano Francisco inició la infructuosa búsqueda.

Carolina Rossetti: Máximo era un pacifista. Para muchos parecerá contradictorio en un militante del MIR. Pero es así. Odiaba la violencia, tanto como despreciaba la prepotencia de los que prefieren utilizar la fuerza para "convencer". Creía en la fuerza de la palabra, por eso nunca dejó de utilizar la poesía y la guitarra para comunicar sus experiencias y sus sueños. Y también para expresar lo que sólo él sabía y no podía comunicar con palabras... Escribía a toda hora y en cualquier parte, poemas que pronto serán publicados por su hermano Francisco.

El 18 de julio la familia interpuso un recurso de amparo ante la Corte de Apelaciones de Santiago. Se les informó a los jueces que al día siguiente de su detención, Máximo fue conducido al domicilio de la familia de Carolina Rossetti. Norma Inostroza, la empleada de la casa, así como María Pía Rossetti, declararon que Máximo permaneció cerca de quince minutos, custodiado por cinco agentes de la DINA. El tribunal desestimó ese testimonio. No acogió el amparo. El 31 de marzo de 1975, la Corte privilegió otra vez las sistemáticas negativas "oficiales" del coronel Manuel Contreras Sepúlveda, director de la DINA, y de otras autoridades que ocultaban a las familias y a la opinión pública la suerte de los desaparecidos.

Ceballos reconoce

Francisco Gedda, su esposa Silvia y el padre de ésta fueron detenidos en su casa de Macúl, por efectivos del Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea (SIFA) e interrogados en el antiguo convento de los Benedictinos. El teniente coronel Edgard Benjamín Ceballos Jones, jefe del SIFA, y otro oficial de apellido Otaíza admitieron ante Silvia y Francisco que a Máximo lo tenía la DINA. Dijeron también que los militantes del MIR y del PC eran prioritarios para los servicios de inteligencia. Ceballos sostuvo que ya había muerto.

Francisco todavía no olvida su última discusión con Máximo, en alguno de sus esporádicos encuentros después del golpe. Le hizo presente que no había condiciones para quedarse a resistir, que se perdería demasiada gente valiosa para el futuro. Recuerda que Máximo respondió: Alguien tiene que quedarse.

Testimonios de detenidos indican que estuvo en el centro de torturas de Londres 58. El 15 de agosto de 1974, Valeska Contreras y su hija, Sandra Machuca, fueron careadas con Máximo. Se las acusaba de esconder armas llevadas por éste y Peppone a su casa de Pudahuel, el 13 de septiembre. Final mente, las dos mujeres fueron sobreseídas.

Canto y declamación

La doctora Patricia Barceló, también detenida, testimonió que el 4 de agosto tuvo que examinarlo, a pedido de sus torturadores. Porque fue vecina de los Gedda en Temuco, reconoció a Máximo en una canción dedicada a su madre. El metal de su voz se escuchaba en todo el recinto cuando cantaba y declamaba. Según la doctora, tenía un estado físico deplorable, con mucho dolor y fractura en una tibia.

Carolina Rossetti: Patricia no olvida que aún en esos días, a Máximo le quedaban fuerzas para insultar a sus torturadores que lo apuraban camino al interrogatorio, cuando ya casi no podía caminar. Al parecer le habían pasado una camioneta por encima.

En Londres 38, Patricia Barceló identificó a Miguel Krasnoff, alias Capitán Miguel, encargado de la represión al MIR. También, a un teniente Fuentes (de Carabineros), a Osvaldo Romo Mena y al suboficial de Ejército Basclay Zapata Reyes, apodado Troglo. Otro detenido, Cristian Van Yurick Altamirano, vio a Máximo Gedda y algunas noches lo escuchó cantar y recitar a Federico García Lorca (sus amigos creen que pudieron ser sus propios poemas o los de César Vallejo).

Maniobras de la DINA

Graciela Scarlett Mathieu y Erika Hennings también lo vieron en Londres 58. En la conferencia de prensa televisada que montó la DINA en febrero de 1975, cuatro ex dirigentes del MIR detenidos señalaron que Máximo estaba preso. Después la DINA publicó su nombre en La Segunda (Exterminados como ratas, decía el titular), integrando la fatídica lista de 119 personas «muertas en el exterior en querellas internas: La burda maniobra, denunciada inmediatamente por los familiares de las victimas, se produjo cuando las presiones internacionales exigían que se diera a conocer el paradero de los desaparecidos.

Francisco Gedda interpuso el 22 de julio de 1974 una denuncia por secuestro ante el Octavo Juzgado del Crimen. El ministro Servando Jordán tomó declaraciones juradas a todos los testigos mencionados, pero terminó por declararse incompetente. La Tercera Fiscalía Militar de Santiago sobreseyó temporalmente la causa, en diciembre de 1981. Y el 16 de octubre de 1990 se falló sobreseimiento definitivo, invocándose la ley de Amnistía.

Una nueva oportunidad de conocer la verdad se presentó en 1998, cuando Osvaldo Romo fue extraditado a Chile desde Brasil --donde estaba refugiado con identidad falsa desde 1979-- por la juez Gloria Olivares, del Tercer Juzgado del Crimen de Santiago. El 20 de diciembre de 1992, el Sexto Juzgado del Crimen de Santiago recibió una nueva querella por secuestro, asociación ilícita y otros delitos, contra agentes de la DINA y en particular, contra Osvaldo Romo.

¿Dónde fuiste guardado?

En uno de sus últimos poemas, el joven que vino del sur mostró de nuevo su impronta profética:

¿Dónde serás guardado, dónde?
Se atreverán a abrirte una brecha, en la tierra de los cementerios?
¿Te pondrán de espalda acaso en una zanja desconocida?
¿Te entregarán de costado, encogido, desarmado,
como caigas, a una pila común de enterrados,
donde te abrazarás extraordinariamente con los otros?"

Carolina Rossetti: Han pasado 22 años desde su detención. No sabemos cuántos desde su muerte. Hay quienes sí lo saben y callan. No sabemos dónde ni cómo, ni si lo pusieron «de espalda en una zanja desconocida», ni si lo "entregaron de costado, encogido, desarmado a una pila común de enterrados». Pero sí tengo la certeza de que, como quiera que haya sido, Máximo se abrazó «extraordinariamente a los otros», como él lo quería. Quienes lo quisimos, lo abrazamos siempre en nuestros recuerdos.

Su último poema termina como una suerte de testamento:

Serás guardado aquí,
en una mortaja mañanera
con la cual cada uno corta su miseria/
y ocupa su día cada día con su deber/
y lo acompaña con el mismo canto/
que no hay otro.
Serás guardado aquí
serás repartido aquí
se arreglarán tus cuentas aquí
se sacará tu lección
se ocupará tu lugar
y el jirón de tu camisa convertido en bandera/
y la certeza de tu gesto en metralla./
y por donde él iba contigo entró
seguiremos entrando
y en la gran rendija histórica
¡Aquí estás!

Notas:
(*) Dedicado a Bautista Van Schouwen, dirigente del MIR desaparecido en Santiago, en diciembre de 1973.
(**) José Carrasco Tapia y Jane Vanini.


Lucía Sepúlveda Ruiz, periodista formada en la Universidad de Chile, fue compañera de trabajo y de actividades sindicales de Máximo Gedda en Televisión Nacional de Chile. Actualmente se desempeña en la Fundación Casa de La Paz. Para escribir esta semblanza contó con la colaboración de Ignacio Vidaurrázaga, Silvia Quiroga y Carolina Bussetti.


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