Persona, Estado, Poder
Estudio sobre un grupo de mujeres prisioneras políticas que fueron torturadas

Estudio sobre un grupo de mujeres prisioneras políticas que fueron torturadas (*)

I. Introducción

Desde el 11 de septiembre de 1973 las mujeres chilenas han sido brutalmente reprimidas y torturadas. Es importante señalar que hasta el golpe militar, en toda la historia de nuestro país, no existían antecedentes de mujeres ejecutadas, torturadas o desaparecidas. Tampoco se sabía de mujeres Presas Políticas que hubiesen sido torturadas. Se conocieron eso sí, algunos casos de mujeres que murieron durante las luchas reivindicativas de su clase -la clase obrera- al enfrentarse con fuerzas represivas y, de otras mujeres, que durante el Gobierno de González Videla fueron conducidas con sus hijos a un campo de concentración del Norte del país (Pisagua).

Inmediatamente después del golpe militar las cárceles verdaderas o improvisadas se llenaron de presos políticos, entre ellos una importante cifra de mujeres. Durante los años 74, 75, 76 desde los campos de concentración gran número de ellas fueron expulsadas hacia el exilio, otras nunca aparecieron. En los años de dictadura no ha dejado de haber mujeres presas políticas en las cárceles de Santiago y a lo largo de todo el país.

El trabajo que presentamos se refiere a un estudio completo y dirigido del total de mujeres recluidas en una cárcel de Santiago. (1) Ellas representan una síntesis humana de todas las presas políticas habidas en estos 12 años de dictadura.

A través de este estudio mostraremos quienes son las presas políticas chilenas; las agresiones que ellas sufrieron por los aparatos represivos, los daños y secuelas que presentaron, así como la organización y comportamiento que han desarrollado al interior de los penales. Mostraremos también el efecto que la prisión ha tenido sobre la familia así como la situación jurídica en que se encuentran actualmente. Algunos casos estudiados en detalle no son comunicados aquí, pero podrán servir a otros investigadores para profundizar sobre esta forma represiva.

La recopilación de estos datos fue realizada de la siguiente manera:

1. Visita semanal durante un año a la Cárcel de San Miguel para atención médica, psicológica y social.

2. Estudio de los testimonios entregados por las propias mujeres reclui- das y recopilación de datos que abarcan: antecedentes biográficos, familiares, de salud, de intereses generales y políticos. Asimismo las técnicas de interrogatorio y tortura a que fueron sometidas, los daños y secuelas sufridas, así como su respuesta humana e ideológica frente a la tortura.

3. Por último, obteniendo datos de sus familiares directos y de la Agrupación de Familiares de Presos Políticos (A.F.P.P.). La recopilación de los datos se cerró el 30 de mayo de 1985. Como se muestra más adelante, al momento de presentar este informe alguna de las prisioneras habían conseguido la libertad.

La cárcel de San Miguel de la ciudad de Santiago es una prisión para recluidos varones, en la que se habilitó un recinto de reclusión para mujeres en febrero y marzo de 1983. Las detenidas por motivos políticos fueron gradualmente trasladadas a este penal a partir de esa fecha, aumentando la población femenina recluida de 12 a 20 prisioneras en el curso de 1984.

2. Situacion Jurídica

Del total de las 20 prisioneras, trece fueron detenidas durante 1984, dos en 1983, dos en 1982, dos en 1981 y una en 1980.

Sólo uno de los 20 casos tiene proceso judicial terminado; los restantes 19 casos están todos en proceso; seis de las procesadas se encuentran actualmente en libertad bajo fianza. De las 13 que permanecen en prisión, 2 tienen petición de pena de muerte.

Del total de 13 prisioneras, al 30 de mayo de 1985 el tiempo mínimo de prisión es de 5 meses y el máximo de 52 meses.

De los datos presentados, es evidente la conclusión de que los procesos son exageradamente lentos, quedando así demostrado en los hechos la colusión y tácita complicidad de la justicia chilena.

De 20 procesadas con un tiempo medio de detención de 19,4 meses sólo 6 han conseguido libertad bajo fianza (sin conclusión del proceso todavía) y en un caso la prisionera fue condenada a 182 días de prisión y 4 años de extañamiento, después de haber cumplido ya 4 años de prisión.

3. Perfil Sociológico

El rango de edad de las prisioneras va desde los 18 a los 53 afios; exactamente la mitad de ellas tienen edad que fluctúa entre los 18 y los 29 años. Esto significa que al momento del golpe militar de septiembre de 1973, el 50% de las prisioneras de San Miguel, tenía una edad promedio de 12 años. Es decir, eran todavía niñas en su mayoría cuando comienzan a vivir bajo un régimen dictatorial.

Las prisioneras han entregado individualmente su propia versión de los motivos y naturaleza de su postura ideológica y política, resaltando como causas más determinantes la directa experiencia de injusticia social y de explotación, y las ideas de tipo humanistas y solidarias que han ido desarrollando. En varios casos han sido los estudios un factor de consolidación del compromiso. Aclarador en este punto es el cuadro de clasificación según estrato social de origen de las prisioneras. Hemos agrupado los estratos sociales en 2 estamentos: Proletariado y Pequeña Burguesía. En el primero incluimos obreros, campesinos, mineros, trabajadores no calificados temporarios (en su mayoría cesantes) y pobladores, categoría esta última muy heterogénea que incluye mayoritariamente sectores de extrema pobreza. En la categoría "pequeña burguesía", agrupamos a familias de origen constituidas por pequeños funcionarios públicos, profesionales, académicos, pequeños comerciantes.

El cuadro resultante habla por sí mismo: de las 20 prisioneras, 13 son de origen proletario, 7 de origen pequeño burgués

Una de las prisioneras, hija de obreros dice en su testimonio: "...Cuando ocurrió el golpe de estado tenía 8 años, pero todo quedó claramente guardado en mi mente; me tocó vivir la desesperación, la angustia y el dolor de esa época, ver como la gente era perseguida, detenida, asesinada y cruelmente torturada.

Un familiar estuvo preso en el Estadio Nacional, nosotros íbamos todos los días para intentar verio; además se temía por la seguridad de mi padre, dirigente de larga trayectoria. Este hecho tuvo gran influencia en mi futuro crecimiento y desarrollo político, así como en el de mis hermanos, de modo que poco a poco fui íntegrándome a la lucha que se gestaba; a los 13 años ya asumía un compromiso formal, al mismo tiempo que empezaba mi educación de enseñanza media comercial. Me gradué de Secretaria Administrativa a los 17 años en 1982; estuve un año cesante. Una vez más podía comprobar con hechos lo que significaba estar gobernados por una dictadura fascista: como jóvenes no tenemos grandes expectativas, tenemos el acceso a la educación superior cerrado, así como también a la cultura, a la recreación; como profesional estaba frustrada, no podía ejercer mi título en ningún lado y donde había cupo el sueldo era demasiado bajo como para tratar de subsistir...entonces sólo se presentaban dos posibilidades: enajenarme o combatir esa cruel realidad que se presentaba.

Por mi formación escogí el camino más acertado y necesario para todos. Junto con mi evolución también habían ido evolucionando las formas de lucha del pueblo y tenía certeza de que el camino trazado era el verdadero, el que nos conduciría a forjar el Hombre Nuevo. Fue así como a los 19 años, en el año 1984, mi compromiso adquirió otras características y mayor entrega".

Relevante para caracterizar y comprender el tipo humano que representan las prisioneras políticas bajo la dictadura militar, son los datos de educación formal de las 20 prisioneras. Los resultados son claramente contrastantes con la media de la población chilena, habida consideración de los parámetros de estructura social de origen y de las adversas condiciones en que han tenido que desarrollar los estudios (progenitores cesantes, perseguidos, familiares reprimidos, etc.).

Cuadro1.
Nivel de estudios y origen social de las prisioneras políticas
Nivel de estudios Nš de presas Edad Origen Social
Básico 1 53 años Proletario
Medio 4 19 años Proletario
Medio 20 años
Medio 39 años Proletario
Medio 44 años Proletario
Técnico 4 20 años Proletario
Técnico 21 años Proletario
Técnico 22 años Proletario
Técnico 35 años Proletario
Univ.incompleto 2 28 años Proletario
Univ.incompleto 24 años P. Burguesía
Univ. completo 9 Proletario
Univ. completo Proletario
Univ. completo Proletario
Univ. completo P. Burguesía
Univ. completo P. Burguesía
Univ. completo P. Burguesía
Univ. completo P. Burguesía
Univ. completo P. Burguesía
Univ. completo Burguesía

En resumen, del grupo de 20 mujeres prisioneras, 15 poseen estudios técnicos y universitarios, siendo 8 de ellas de origen proletario, 6 de pequeña burguesía y sólo 1 de origen burgués.

De esto, se cuida muy bien de hablar la dictadura, que repite majaderamente que se trata de "delincuentes", "marginales sociales" y "psicópatas". No puede caber duda que, considerado individualmente, el nivel educacional adquirido es siempre un parámetro positivo, que por lo menos da cuenta de un modelo de ascenso social respetable y honesto, de una voluntad y capacidad de esfuerzo que rara vez se encuentra tan altamente representado en cualquier grupo humano.

4.- Situación Familiar

Cuadro 2. Estado civil de las prisioneras políticas
Casadas 14
Solteras 3
Separadas 2
Viudas 1

De las solteras, las edades son 19, 20 y 21 años.
La prisionera viuda lo es por segunda vez, habiendo sido sus dos compañeros sucesivamente asesinados por agentes de seguridad del régimen en un período de 3 años.

Cuadro 3.
Situación de las parejas de las prisioneras políticas
.
Presos Políticos 11
Asesinados 2
En libertad 3

De este segundo cuadro se concluye que la situación familiar es claramente anómala, ya no sólo por la reclusión de la mujer, sino también por la situación del esposo. De 14 mujeres sólo 3 tienen a sus maridos en libertad.

Respecto de la maternidad. De las 20 prisioneras, 11 tienen hijos, que suman un total de 26, cuyas edades fluctúan entre los 36 años y recién nacidos (nacidos en prisión durante el año 1984). Naturalmente la prisión de la madre, y en más de la mitad de los casos también del padre, lleva a un estado de dispersión y quiebre familiar extremo. El cuadro siguiente muestra la situación de vida de los 26 hijos.

Cuadro 4.
Situación de vida de los hijos de las prisioneras políticas
.
En prisión con la madre: (nacidos en prisión, de menor edad) 3
Con familiar en Chile (no necesariamente el padre) 5
Viviendo en el exilio con y sin familiares directos: 7
Prisioneros Políticos: (En este caso 2 varones de 19 y 20 años, cuyos progenitores son prisioneros políticos del régimen) 2
Viviendo solos (ambos padres presos) 6
Hijos adultos, libres en relativa normalidad 2
Detenido Desaparecido 1
Total 26

La situación en que quedan los hijos es fuente de mayor preocupación para las mujeres presas, siendo en algunas de ellas la preocupación más relevante, la que mayores conflictos plantea y origen de continua aflicción y sentimientos de impotencia.

Llama la atención que aquellas que tienen a sus hijos en el exilio manifiestan pena por la lejanía y la imposibilidad de verlos, pero al mismo tiempo expresan estar tranquilas puesto que la represión dictatorial no les puede alcanzar, los saben protegidos y con posibilidades de estudio y trabajo.

Los hijos dispersos, integrados a núcleos de pariente o viviendo solos en Chile, llevan una vida extremadamente anómala, debiendo enfrentar responsabilidades y sufrir persecución.

Una de las prisioneras, cuyo marido también es preso político testimonia al respecto:

"... la represión ha repercutido, por supuesto en el seno de la familia... de hecho dos de ellos (hijos) tuvieron que dejar el colegio y han tenido que auto-abastecerse económicamente; les ha costado mucho ... mi preocupación es bastante grande, por la inseguridad en que viven mis hijos, ya que son constantemente vigilados y la represión se deja caer con cada manifestación de los pobladores; vivo en constante zozobra...".

Una situación especialmente aberrante es la derivada de hijos nacidos en prisión y que evidentemente se inicia con la detención y la tortura de la madre embarazada. Las tres prisioneras que dieron a luz en prisión fueron torturadas en diferentes etapas de su embarazo. En estos casos la tortura psicológica se prolonga mucho más allá de lo que duran las sesiones de tormento y el hostigamiento carcelario, pues la futura madre vive la continua angustia de un aborto provocado por la tortura o de dar a luz un hijo con secuelas. De los tres casos señalados, nada definitivo sobre secuelas en los hijos puede afirmarse todavía, dado el corto espacio de tiempo transcurrido y la imposibilidad de separar los factores traumáticos vividos durante la vida fetal, de los traumas múltiples que significan la vida en prisión, o alternativamente viviendo el niño en la cárcel por un tiempo con su madre y otro tiempo con familiares fuera de prisión. Es obvio, sin embargo, que puedan postularse graves daños psicológicos en estos niños, cuya naturaleza y alcance podrán ser determinados en estudios de seguimiento rigurosos, muy difíciles de realizar en la actual situación represiva generalizada que vive el país.

Sobre los casos de parto en prisión, debemos llamar la atención sobre las tentativas de los guardias de terminar el embarazo por la vía de una operación cesárea, la que fue exitosamente resistida por dos de las futuras madres, apoyadas por el grupo de mujeres presas que se opusieron por todos los medios a su alcance a que se llevase a cabo tal operación. Las cesáreas evidentemente no tenían indicación médica alguna y era sólo un método más expeditivo para los carceleros de "terminar el asunto". Del mismo modo como someten a torturas a las prisioneras, los guardianes de la dictadura piensan que les es lícito disponer de sus cuerpos para someterles a intervenciones quirúrgicas innecesarias, con el único fin de despachar burocráticamente un momento tan significativo en la vida de una mujer, como es el alumbramiento de su hijo.

En septiembre de 1984, una de las presas madres testimoniaba: "... Cuando me detuvieron tenía dos meses de embarazo. Hoy mi hijo tiene casi cinco meses y vive conmigo aquí en la cárcel de San Miguel. Es doloroso tener un hijo en estas condiciones tan poco favorables, siempre está presente el miedo y la incertidumbre por su futuro.

Cuando yo estaba en la fecha normal de parto, la doctora de la Vicaría de la Solidaridad ordenó mi hospitalización, la cual fue rechazada por el médico de Gendarmería aduciendo que yo estaba bien. Dos días después, un día que fue muy agitado, con mucho personal de Gendarmería en la sección, con personal de seguridad y médicos que entraban y salían controlándome cada media hora, produciendo gran tensión en el ambiente, incluso comentando la orden de que se me practicara una operación cesárea. Yo me encontraba muy alterada por la situación que se dio ese día.

Me sacaron rodeada de personal de seguridad. Ya en el hospital, sin previo examen, fui conducida a la sala de operaciones en la que había gendarmes vestidos de blanco. Estuve tres días hospitalizada. Mi hijo estuvo dos días en una sala aparte bajo control médico, tiempo durante el cual no me dejaron verlo.

Después fui informada que junto a su cama hubo siempre un carabinero con metralleta. En la sala donde yo me encontraba, entraban a cualquier hora a vigilarme, fuertemente armados. Mi familia tampoco podía ver al niño. Al tercer día fui llevada nuevamente a mi lugar de reclusión en medio de un gran despliegue policial. En el trayecto debido a la velocidad con que corría la ambulancia, casi nos dimos vuelta, chocando un auto de seguridad que iba detrás de la ambulancia. Después me informé que el personal médico que me atendió era todo de confianza del Fiscal y que el hospital estuvo, durante esos tres días rodeado de personal de Carabineros y CNI, incluso en los techos..."

Respecto a la maternidad, las propias prisioneras dan a conocer sus opiniones en el texto que sigue, que es transcripción de un testimonio conjunto:

"... el hecho de tener hijos ha significado a las compañeras que son madres, una limitación y dificultades para mantener su trabajo político. En general es la mujer la que lleva el peso de los hijos con el apoyo de los compañeros, y esta realidad hace que las compañeras se enfrenten a dificultades que deben sortear desarrollando esfuerzos y una gran voluntad de lucha, pero en ningún caso ha constituido un elemento paralizador. Existe la experiencia de compañeras que mantienen su actividad política a la vez que se preocupan de sus hijos, transmitiéndoles las ideas por las que luchan; muchos de estos hijos hoy también han asumido un compromiso con la lucha popular y la relación madre-hijo se fortalece y enriquece. También hay compañeras que han debido separarse de sus hijos por la difícil situación de la clandestinidad, en un caso para proteger al hijo de los riesgos que esta situación conlleva, en otros casos la separación se da cuando las compañeras deciden retomar al país a entregar su aporte a la lucha, retomo que, debido a la prohibición de entrar, debe realizarse clandestinamente. También hay dos compañeras que han tenido hijos en la cárcel y han decidido separarse de éstos, para que ellos se desarrollen en un ambiente normal, priorizando el bienestar de ellos. La experiencia de la separación es muy dolorosa, pero las companeras evalúan como correcta su decisión..."

Respecto a la situación económica familiar hemos considerado la información entregada por las propias presas para clasificar a la familia en tres grupos, denominándolos como buena (sin problemas para la subsistencia), regular (suficiente, apenas para sufragar gastos mínimos de subsistencia) y mala (insuficiente, con problemas graves para enfrentar gastos de subsistencia).

Cuadro 5. Situación económica familiar.
buena 5
regular 4
mala 11
Total 20

La situación de pobreza queda clarificada en algunos datos: los parientes a menudo no tienen dinero para el transporte al recinto carcelario, deben restringir al mínimo su propia alimentación para llevarle algo a la pariente presa, los hijos menores deben abandonar la escuela para buscar ocupación remunerada.

Un factor importante en la vida de las reclusas es la actitud que asume la familia (nuclear extensa) frente a la actividad política y a la reclusión carcelaria. De datos recogidos en series más grandes de presas políticas, hemos podido categorizar el comportamiento de las familias en esta situación en tres tipos:

a." Familia solidaria unida: El conjunto de la familia (y todos sus miembros) apoyan la actitud política de la presa o ayudan al familiar recluido.

b.- Familia dividida: Alguno o algunos de los miembros de la familia se comporta solidariamente, otros pasivos, evadiendo una definición o son explícitamente rechazantes.

c.- Familia rechazante: El conjunto de los miembros no aceptan ni ayudan al familiar preso.

Cuadro 6.
Comportamiento de los grupos familiares frente a la situación represiva.
Familia solidaria unida 14
Familia dividida 6
Familia rechazante 0
Total 20

Los casos más frecuentes de división intrafamiliar se dan por rechazo crítico al grado de involucración política de la presa (aunque no una crítica a la posición general de disidencia ante la dictadura) junto a una preocupación muy solidaria de ayudar a la presa en su situación judicial carcelaria.

5.- Detención y Secuestro

Cuadro 7. Organismos que efectuaron las detenciones
CNI 12
Carabineros 6
Investigaciones: 0
Civiles no identificados *: 1
Fuerzas conjuntas (CNI y Carabineros):1 1
Total 20

* Presumiblemente Fuerzas especiales de Carabineros

Cuadro 8. Fecha de detención y organismo que detiene
Año Nš de presas políticas organismo que detiene
1980 1 CNI
1981 2 CNI
1982 2 CNI
1983 2 CNI
1984 13 5 CNI- 6 Carabineros
1 civil- 1 Fuerzas Conjuntas
Total 20

Como se puede apreciar, en los dos cuadros precedentes la mayoría de las detenciones son realizadas por la CNI, único servicio que detiene hasta 1983. En el último tiempo, el Cuerpo de Carabineros aumenta drásticamente su actividad represiva. Así, del total de 20 detenciones, 13 son efectuadas en 1984 y de ellas 5 por la CNI, 6 por Carabineros, 1 por fuerza conjunta y 1 presumiblemente por fuerzas especiales de Carabineros. Es decir, en 1984, Carabineros igualó la cantidad de detenciones y secuestros de la CNI. Esta mayor actividad represiva selectiva de la policía uniformada ya se perfilaba claramente como tendencia a mediados de 1984 y se confirmaba en estudios realizados a fines de ese año.Las detenciones son hechas habitualmente con gran despliegue de efectivos en verdaderos operativos militares, con ostentación amedrentadora de armas largas. Los agentes tienen claramente distribuidas sus funciones, operan con rapidez y brutalmente, seguros de lo que hacen y de la impunidad y omnipotencia con que actúan.

Las amenazas, la presión y los castigos físicos comienzan en el momento mismo de la detención. En el caso de las 20 prisioneras que tratamos, sólo una no fue víctima de secuestro debido a que fue llevada a tratamiento médico de urgencia a una Posta de Primeros Auxilios desde la Comisaría de Carabineros en donde se encontraba detenida. La prisionera fue herida por los policías que la aprehendieron en el interior del bus policial, con balines disparados a corta distancia.

Cuadro 9. Periodo de secuestro
Menos de un día 1
Entre 1 y 5 días: 7
Entre 6 y 10 días:6 6
Entre 11 y 15 días:2 2
Entre 16 y 20 días: 4
Total: 20

Los cuatro casos de mayor extensión de secuestro (detenidos desaparecidos) pertenecen a la CNI. Uno de los casos, una detenida herida a bala por agentes de seguridad, estuvo 8 días secuestrada en el Hospital Militar de Santiago. Con el fin de obtener información se le induce allí sistemáticamente (con la colaboración de personal médico) a pensar que está internada en una clínica privada.

6.- Interrogatorio y Tortura

Todas las mujeres detenidas por razones políticas en Chile, y por lo tanto las 20 que estudiamos aquí, han sido torturadas por sus captores.

A los efectos de tipificar la tortura, nos hemos ceñido estrictamente a la definición contenida en el Artículo Nš 1 de la Declaración sobre la Protección de todas las personas contra la Tortura y otros Tratos o Penas crueles, Inhumanas y Degradantes de la Organización de las Naciones Unidas.

En todos los casos, los actos de tortura ("penas o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales") han sido dirigidos a obtener información y/o una confesión, a castigar por un acto cometido o que se sospecha ha sido cometido o a intimidar a la propia persona o a terceros. En estos casos, también, los actos han sido infligidos intencionalmente, de manera sistemática, por organismos públicos o a instigación de funcionarios (en este caso, los agentes de fuerzas de seguridad y policiales).

Los testimonios entregados directamente por las presas para los fines de la denuncia o de Querellas Judiciales, abundan en detalles verifícables y concordantes sobre el carácter institucional de las técnicas de interrogatorio y tortura según períodos y organismos encargados de la represión.

La obtención de todos los datos relativos a la detención, secuestro, interrogatorio y tortura, tiene dificultades inherentes a la propia naturaleza de los traumáticos momentos vividos y el cerco de silencio, secreto y anonimato que el aparato represivo ha levantado en tomo a la situación.

Muchas de las torturadas no pueden por sí mismas recordar o hablar sobre el asunto por el carácter angustiante que tiene la rememoración de los hechos, o porque sencillamente presentan una amnesia parcial de lo acontecido. Algunas otras, deciden no ventilar más esta cuestión y tienen respuestas evasivas. No obstante, a diferencia del grueso de la población que ha sido torturada en el país, este grupo de mujeres encara la experiencia con lucidez, la analiza e inserta en el proceso global de compromiso político que han asumido.

Parte de los testimonios entregados que transcribimos a continuación dan una idea aproximada del horror vivido en los cuarteles policiales de la dictadura.

" ... fui trasladada al cuartel de la CNI, ubicado en la calle Borgoño. Al llegar se me vendaron los ojos, debo sacarme la ropa y vestirme con un buzo de mezclilla y zapatillas, me introducen en una celda y me dejan aislada ... en esos momentos no sabía qué me pasaría, pero esperaba la tortura con corriente ... a las horas comenzó el interrogatorio con amenazas de detener y llevar a ese lugar a mi madre ... me susurraban al oído, me pasaban cigarrillos encendidos cerca del rostro, se oía el ruido de pistolas pasando el cargador, .me chantajeaban, me gritaban... al principio sólo golpes, luego comenzaron a aplicarme electricidad en las manos, rodillas, mamas, cara, me pusieron en la "parrilla" desnuda, atada de pies y manos, me metieron un trapo en la boca para amagar los gritos ... sin esperar respuesta me daban golpes seguidos de corriente ... si quería hablar debía levantar un dedo, lo que era imposible hacer porque con los golpes de electricidad saltaba todo mi cuerpo y luego de un rato tampoco podía controlar los esfínteres y me orinaba...".

Otra prisionera relata: "Cuando me llevaron a la parrilla comprendí que no me creyeron nada, cuando me dijeron que me desnudara yo traté de hacer como que no me importaba nada, se enojaron, me retaron, que me apurara, que para qué me querían a mí si yo era tan fea. Entendí que no me violarían. Estaba muerta de susto, me amarraron al catre y me pusieron los cables en el cuerpo. Había uno sólo que me escuchaba, otro anotaba, varios preguntaban, uno manejaba los cables y golpeaba mi estómago con los pies, otro me tapaba la boca y entre tanto forcejeo se me salió la venda: ahí vi al que nada hablaba. Tenían una radio a todo volumen, se me soltaron las amarras de los pies y me di vuelta, caí del catre no sé como; entonces me volvieron a amarrar y siguieron, cuando me oriné y me defequé me sacaron y decían" ... sácala ... ya se nos hizo ésta ... sácala". No podía contener el llanto ni dejar de tiritar, cada vez sentía más frío... trataba de concentrarme en otra cosa .., en imágenes, a veces lo lograba, de repente no. Cuando me sacaron, me costaba andar, me hicieron limpiar con las manos el catre que había ensuciado. Las mujeres de la CNI trataban de joderme a nivel sentimental, los hombres también, me decían que era resentida social, una tonta útil, que estaba allí por andar detrás de unos pantalones, etc.... a mí no me importaba que pensaran así y todo la que decían no me hacía daño ... ellos me insultaban por fea y querían hacerme sentir que era tan fea. Así me afirmaba que no me violarían y no me harían nada en el aspecto sexual y no lo hicieron. La electricidad en los genitales fue lo único".

Como se ha explicado anteriormente, las torturas son predominantemente físicas o psicológicas. Para este grupo de 20 prisioneras, sólo en dos casos no hubo tortura física dirigida y en todas hubo tortura psicológica.

Las 18 prisioneras que fueron sometidas a tortura con agresión predominantemente corporal, recibieron múltiples y repetidos golpes de pies y manos en las partes más sensibles del cuerpo.

Tres de ellas sufrieron la tortura denominada "teléfono": golpes aplicados de manera simultánea con las palmas de las manos en ambos pabellones auriculares. Una prisionera recibió además la "falange": golpes repetidos en las plantas de los pies, a cortos intervalos de tiempo, de una misma intensidad y por un largo rato. Otra prisionera fue arrastrada por el suelo y tirada de sus cabellos. Doce prisioneras recibieron aplicación de corriente eléctrica: desnudas, amarradas de pies y manos a un somier metálico, recibieron golpes generalizados de corriente o aplicación de un electrodo único en las partes más sensibles del cuerpo: oídos, pezones, vagina, etc.

Cuatro prisioneras fueron quemadas, ya sea con cigarrillos o fósforos encendidos. Todas quedaron con marcas al igual que las quemadas por electricidad.

Dos de las prisioneras, que sufrieron además muchas otras técnicas de tortura, fueron sometidas a un "dolor exquisito": en un caso, con la introducción de objetos punzantes bajo las uñasy, en el otro caso, con la aplicación de comente eléctrica en los dedos de los pies lo que le produjo una infección y sus uñas fueron arrancadas sin anestesia. Esta misma prisionera fue sometida a asfixia húmeda repetida, con inmersión en una piscina mientras recibía corriente eléctrica.

Las 20 prisioneras sufrieron posturas forzadas del cuerpo ya sea plantón por largas horas, colgamiento, Pau de Arara (2).

En lo que se refiere a agresiones predominantemente psicológicas, las 20 mujeres sufrieron una o más de estas técnicas, asociadas a las torturas corporales ya descritas. A todas les vendaron los ojos desde el momento mismo de su detención, a lo cual se agregó la incomunicación en celdas de cemento, con luz artificial permanente, aisladas de las demás prisioneras, donde fueron sometidas a un ruido monótono continuo o a escuchar gritos, voces o música estridente. Allí fueron privadas de sueño o se las despertaba con el objeto de desorientarlas y producirles alteraciones psicológicas. A todas ellas se les quitó sus ropas y fueron vestidas con buzos y zapatillas, con el objeto de alterar la noción de su corporeidad. (3)

Todas recibieron además, diversos tipos de amenazas personales: de tortura, de muerte, de violación, de inutilización como mujer. Amenazas a su familia; de torturar o eliminar a sus hijos, de matar a su compañero, o traer a su madre, así como vejaciones y burlas.

Sólo tres prisioneras sufrieron falsos fusilamientos, pero a todas se les hizo creer en la inminencia de su muerte. Todas ellas fueron sometidas a manipulación psicológica, sea con la técnica de interrogatorio (tortura conocida como "el bueno y el malo") o con largos interrogatorios previos, mediante los cuales obtuvieron datos que les permitía agredir psicológica, moral y afectivamente a la prisionera.

Desde el año 1980, el aparato represivo chileno ha introducido técnicas de tortura sacadas del dominio de lo "audio-visual". Siete prisioneras fueron fotografiadas y filmadas en diferentes poses y actitudes, inmóviles o arrancando con sus ropas o con ropas ajenas. Además algunas fueron obligadas a leer declaraciones frente a circuitos de televisión cerrado que filmaba, al mismo tiempo que se les aplicaba comente eléctrica.

Una prisionera recibió drogas por vías oral e inyectable que le provocaron un gran compromiso de conciencia. En este estado le mostraron la televisión mientras le hacían escuchar voces que relataban un enfrentamiento en que morían sus lujos.

Específicamente para las mujeres el trato es vejatorio, humillante: la desnudez es utilizada como presión y chantaje permanente, la prisionera vive el terror constante de ser violada. Aunque ésto no sucede, se le degrada e induce traumas psicológicos graves por la burla y la descalificación grosera de cualquier característica física o psicológica que la prisionera muestre como debilidad, como en el caso del segundo testimonio de tortura.

Las 20 prisioneras sufrieron este tipo de amenazas y 7 de ellas fueron sometidas a trato vejatorio dirigido a través de insultos, manoseos y amenazas directas de violación.

Es importante recalcar en lo que se refiere a los servicios de seguridad, que las 7 prisioneras detenidas desde 1980 a 1983 lo fueron por la CNI. Ellas fueron precisamente las que sufrieron además de brutales torturas psíquicas, las más refinadas técnicas psicológicas, manipulaciones y drogas aplicadas por profesionales.

Es en 1980, cuando aparece la utilización de las técnicas audio-visuales que dejaron importantes secuelas psicológicas en las prisioneras que las sufrieron (sentimiento de robo de identidad entre otras).

A lo largo de esta investigación hemos comprobado que las técnicas psicológicas refinadas fueron trasmitidas a las fuerzas especiales de Carabineros, quienes comienzan a utilizadas a partir de 1983.

En nueve de los 20 casos, las prisioneras percibieron la presencia de agentes mujeres, que en su gran mayoría actuaban como guardias; en dos casos como interrogadoras-torturadoras y sólo en un caso (en Carabineros) una policía mujer estaba a cargo del interrogatorio. Tres de los testimonios resaltan espontáneamente la conducta dura de las mujeres guardias. Textualmente una de las prisioneras dice: "... las mujeres torturadoras eran más crueles que los hombres". Las nueve prisioneras que detectaron presencia de guardias mujeres, constataron que 5 de éstas pertenecían a la CNI y 3 a Carabineros. Esto significa que hay integración de mujeres en un organismo especialmente creado por el régimen para reprimir (CNI) y que no se trata de personal "auxiliar" o civil que eventualmente podría haber estado colaborando en las detenciones y sesiones de torturas.

7.- Reacción frente a la tortura, daños y secuelas

Como decíamos al comienzo del informe, es muy difícil obtener información completa sobre la tortura; todavía más difícil es tener una descripción de las propias reacciones de las torturadas. Los datos son muy heterogéneos, no comparables, y en dos de los casos no pudimos obtener información. De todas maneras, es posible hacer un listado significativo de los sentimientos y actitudes más frecuentes aparecidos durante las sesiones de interrogatorios y tortura. En orden de frecuencia destacan: angustia difusa, miedo a la muerte inminente, ira contra los captores, afirmación del compromiso de no entregar información, aumento de la alerta, sentimiento de impotencia y resignación ante la muerte. Menos frecuentemente aparecieron desmayos, pérdida de control de esfínteres, sensación de irrealidad y de despersonalización, mutismo, crisis emocional disociativa (crisis histérica), sentimiento de no poder resistir, miedo a la desaparición forzada.

Nótese que es común en los testimonios espontáneos la omisión de referencia al dolor físico; lo que predomina son los estados de pánico, los temores, y en este grupo de mujeres prisioneras, es significativa la cantidad de reacciones de ira contra los captores y una autodeterminación conciente y activa, para no entregar cualquier información. Esta forma de apelación a la conciencia les permite resistir mejor la dura experiencia de los daños que la tortura inevitablemente produce.

Sobre estos daños y secuelas, es digno de mención el hecho que las veinte mujeres recluidas se quejan de variados síntomas físicos, psicosomáticos y psicológicos durante el período de reclusión, varios de ellos claramente atribuibles a la tortura, otros a la situación de encierro y al hostigamiento carcelario, y por último, en algunos casos, a la exacerbación de síntomas anteriores a la detención. De las veinte mujeres, 8 tenían historia médica de estados angustiosos, angustioso-depresivos y cuadros psicosomáticos (alopecias, dismenorreas y variados trastornos digestivos). En todos estos 8 casos, los estados patológicos son reactivos y aparecen después de 1973, claramente asociados a las situaciones límites originadas por la persecución a la familia y por situaciones económicas de vida extremas. Doce no tenían antecedentes de enfermedades previas hasta el momento de su detención. Los síntomas predominantes post-tortura son inquietud, angustia, disminución o falta de concentración, insomnio y pesadillas, depresión (desánimo, tendencia al aislamiento), cefaleas, perturbación de la memoria, difii cuitad de evocar, hiperbulimia (compulsión a comer en exceso), estados de perturbación de conciencia, ideas paranoídeas. Hay además una larga lista de quejas físicas y psicosomáticas.

Contabilizamos 24 estados de secuelas o síndromes diferentes, lo que significa que varias de las presas tenían más de una patología diagnosticable como efecto de la tortura: estado angustioso depresivo, colon irritable y quemaduras en la misma persona. Por ejemplo, frecuentes son las fobias y síntomas angustiosos que tienden a fijarse y constituir estados crónicos de enfermedad.

Cuatro prisioneras quedaron con secuelas neurológicas permanentes: dos de ellas con alteraciones de la sensibilidad superficial a nivel de extremidades, una con lesiones de columna y una última con paresia en sus extremidades derechas. Por último una prisionera que hizo una reacción psicótica durante la tortura, ha persistido con trastornos psicopatológicos graves.

8.- Situación Carcelaria

Después de los días de secuestro, interrogatorio y tortura, para muchas prisioneras la cárcel les parece un alivio, en la medida que ha significado salvar la vida. Otras se adaptan difícilmente los primeros días, pues estaban más preparadas para morir que para pasar largos años en prisión. Sin embargo, están allí sujetas a continua represión (que hemos llamado hostigamiento) y que se manifiesta por los allanamientos a las celdas y a las prisioneras mismas, por los allanamientos a los familiares, la suspensión de visitas y los castigos (aislamientos en celdas especiales) cuando las presas manifiestan alguna iniciativa de reivindicación o rebeldía. En general las reclusas describen el trato de las guardias como frío, impersonal y de respeto.

En algunos casos se dan relaciones muy tensas debido al autoritarismo de las oficiales de Gendarmería, y no así del personal subaltemo de guardias que mantienen una actitud de respeto hacia las prisioneras.

Las prisioneras se han organizado -como ha ocurrido desde los primeros tiempos de la dictadura- al interior de las cárceles, dándose un orden que les permite mantener el respeto y dignidad de cada persona.

La organización alcanzada por este grupo de prisioneras políticas viene germinando desde su antiguo lugar de prisión "Centro de Orientación Femenino" (COF) (4), desde el cual fueron trasladadas en 1982. En ese lugar, las presas políticas eran mantenidas separadas en distintas secciones, y se les impedía comunicarse entre ellas, a pesar de lo cual logran organizarse con funcionamiento clandestino, con comunicaciones a través de presas comunes, de abogados y sobre todo recurriendo al ingenio de cada compañera. Las reivindicaciones que planteaban era la reunificación de todas las presas políticas en una misma sección, tener acceso a la biblioteca, derecho a tener revistas, acceso al gimnasio y a trabajar en una sala adecuada.

En 1981, tras numerosos esfuerzos y diversas acciones, reprimidas en forma brutal, realizan una Huelga de Hambre de 17 días de duración en la cual participan todas las presas políticas, que en ese momento eran 7.

Ya en 1980, las mujeres presas políticas se incorporan al ejecutivo de la Coordinadora Nacional de Presos Políticos (CNPP).

Esta Coordinadora existe desde los inicios de la dictadura y mantenerla a través de estos años, a lo largo de todo el país, ha sido posible gracias al esfuerzo de la Agrupación de Familiares de Presos Políticos, de ex-presos políticos y de la actitud solidaria de numerosos chilenos concientes de la dura realidad de los presos políticos.

En 1982, las mujeres presas políticas se incorporan a todas las campañas impulsadas por la CNPP. En efecto, chilenas a pesar de estar encarceladas han mantenido un contacto permanente con las organizaciones sociales del pueblo y han tomado contacto con diversas organizaciones de Derechos Humanos tanto del interior como del exilio.

Once presas políticas son trasladadas del COF a San Miguel, a una sección muy reducida, en total aislamiento.

Desde el momento en que llegan, las presas políticas inician una intensa campaña para mejorar las condiciones de vida, para lograr respeto de su organización por parte de sus nuevos carceleros, el personal de Gendarmería de Chile.

Uno de sus primeros triunfos fue lograr que no se las encerrara en sus celdas aisladas, tanto en el invierno como en el verano, a las 17:00 horas. Hoy día han logrado retrasar este horario hasta las 11:00 de la noche. Junto con ésto logran tener acceso a un pequeño patio de cemento que fueron poco a poco llenando de tierra para transformarlo en jardín.

El logro de cada una de estas reivindicaciones ha sido posible gracias a la entereza individual de las presas políticas, de su comportamiento frente a las gendarmes, pero sobre todo gracias a la organización firme, sólida y de respeto mutuo que se han dado. La ayuda mutua les posibilita desarrollar actividades políticas, sociales, culturales, de trabajo y deportivas.

Naturalmente, esta organización propicia mejoras de orden doméstico que son reivindicaciones por la higiene, el espacio, la comida, la salud, etc.

En la actualidad cuentan con un taller de trabajo, el que sirve para financiar la forma de vida comunitaria que ellas llevan. Este trabajo de artesanía es colectivo, cuenta con una organización específica y los dineros por ellos obtenidos sirven para satisfacer las necesidades materiales mínimas de cada prisionera política (alimentación, vestuario, salud, útiles de aseo, etc.).

Una importante comisión es la de cultura y discusión, la cual tiene por objeto elevar el nivel de conocimiento de las presas políticas, al tiempo que estimula sus propias capacidades creadoras. Existen talleres de teatro, literatura, de danza y de canto. Otra forma de fomentar la cultura es a través de un diario mural que contempla temas de actualidad nacional e internacional. Este diario mural en varias oportunidades ha sido prohibido y destrozado por los guardianes. Sin embargo, en la actualidad no sólo lo respetan sino que en ocasiones se interesan por leer su contenido: poemas, cuentos, análisis, etc.

Por último, una de las más importantes tareas humanas es hacer sentir su presencia, aportando solidaridad y apoyo a las nuevas presas políticas que llegan desde las casas de tortura, en régimen de incomunicación. A través de sus cantos y poemas logran que sus voces sean escuchadas por las presas políticas recién llegadas: forma combativa y solidaria de quebrar o mitigar la incomunicación, esa tortura silenciosa que sigue siempre al arresto - secuestro - interrogatorio.


Notas:

(*) Presentado en la Conferencia Internacional "Mujer, derecho y desarrollo". Nairobi. 1985.
Presentado en el Seminario Internacional "La Tortura en América Latina". Buenos Aires, Argentina, diciembre 1985.
Publicado en "Tortura, documento de denuncia",vol. V, diciembre 1986.
Publicado en "Seminario Internacional, La Tortura en América Latina. Ediciones CODESECH. noviembre 1987. Argentina.
Publicado en "La Torture, ca suffit". marzo 1987. Lens. Francia.

1. Cárcel de San Miguel. Santiago de Chile. 1985.

2. Colgamiento por manos y pies, quedando la persona con la cabeza colgando, siendo en esta posición golpeada y balanceada al mismo tiempo que se le aplica electricidad en "picana".

3. Estas formas de tortura sacadas del dominio de la psicología experimental, corresponden a la incomunicación con privación sensorial, entendiéndose por ésta una reducción importante o casi total de una o varias percepciones: vista, oído, olfato, gusto y propia receptividad, por las cuales el ser humano se orienta en su medio, en el espacio o en relación con su propio cuerpo.

4. El COF está a cargo de la Congregación de monjas del Buen Pastor-Colombianas, que imponen un sistema muy represivo para todas las detenidas y especialmente para las presas políticas, puesto que esta congregación tiene una ideología extremadamente reaccionaria.


Editado electrónicamente por el Equipo Nizkor- Derechos Human Rights el 21feb02
Capitulo Anterior Proximo Capitulo Sube