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DERECHOS


21ene05


"Vivir con honor o morir con gloria", el bronce de los militares nobles.


Señor Director
PiensaChile.com

Soy un Oficial de la FACH exonerado en el proceso caratulado 1-73 "La FACH Contra Bachelet y Otros" y quisiera responder a los conceptos vertidos en la carta del Oficial de Ejército que se suicidó, al sentirse perseguido por la justicia por los crímenes que se cometieron durante la Dictadura y de los cuales estaba siendo procesado. Sin duda resulta penoso y triste saber que una persona se quita la vida, cualquiera sean las razones.

Este oficial tuvo el privilegio de ser procesado en democracia, donde tuvo la posibilidad de defenderse y ser tratado dignamente. Si se supiera el calvario que sufrimos los que fuimos torturados, vejados y denigrados por nuestros compañeros de armas y tuviésemos las mismas aprensiones que tuvo este oficial, creo que estaríamos todos suicidados si aplicáramos la racionalidad que otorga la carta.

Nuestro que hacer fue, Detención, Tortura, Cárcel, Exilio y Retorno. Al igual que este señor se nos han negado las posibilidades de trabajar dignamente en nuestro país, aun ahora en este presente. A pesar de haber estudiado y ser posgraduados en universidades en el extranjero con

títulos doctorales etc. A pesar de poseer excelente curriculum y haber trabajado en las empresas extranjeras en forma exitosa, se nos negó en muchas oportunidades la posibilidad de trabajar. Las razones que se nos dieron fueron siempre relacionadas con nuestro pasado y condición de exonerado.

Me atrevo a preguntarme a mi mismo, ¿porqué aún estamos vivos? y creo que la respuesta tiene varios puntos de apoyo:

Primero tenemos la convicción sin dudas de ninguna especie, de que no cometimos delito alguno relacionado con crímenes, tortura, desapariciones, inhumaciones furtivas, fusilamiento, abusos de poder y todas las otras aberraciones que ocurrieron durante la Dictadura.

Segundo, el hecho de ser inocentes de los cargos que se nos imputaron nos permiten tener la conciencia limpia de toda posible culpabilidad.

Tercero, tenemos nuestro honor intacto y no debilitado a pesar de los vejámenes y torturas, así podemos mirar a nuestros oponentes y camaradas y a nosotros mismos con orgullo, por el respaldo que da la verdad y decisión que tomamos cuando nos opusimos al Golpe de Estado y no aceptamos las ordenes de nuestros superiores.

Cuarto, nuestra convicción nos permite enfrentar la vida con más proyecciones basadas en nuestros logros y otras fortalezas propias del ser humano, como el orgullo, la lealtad a nuestros principios y la generación de un proyecto de vida cuando las circunstancias nos condujeron a la vida civil.

Leyendo detenidamente la carta en cuestión, puedo deducir que el oficial de ejército que la escribió acarreaba un peso moral, producto del dilema que debió vivir al realizar actividades contrarias a la racionalidad humana y que se vio forzado a ejecutarlas, porque no tuvo la capacidad de oponerse al concepto de la obediencia debida.

No deseo analizar si fue o no fue culpable, pero vislumbro que vivió con ese peso durante el período que le otorgó la Dictadura y disfrutó de los beneficios que le otorgó su posición y rango en el ejército. Ahora, cuando una persona concibe o llega a analizar lo que realmente ocurrió, es cuando debe recurrir a sus fortalezas basadas en sus propia identidad y no dejarse llevar por las concesiones que otorga la divinidad u otros conceptos que algunos profesan. Debo reconocer que fui incapaz de extraer de sus dichos su condición de inocencia.

Desgraciadamente este oficial no pudo ni tuvo la posibilidad de conceptualizar una riqueza que otorga la vida militar, y que está impresa en el bronce de los militares nobles "vivir con honor o morir con gloria". Este oficial no pudo vislumbrar ninguna de estas posibilidades y desgraciadamente se encontró sin el apoyo moral e ideológico, que permiten superar estos problemas que nos pone el destino que nos hemos ido formando en la medida que vivimos. Tampoco pudo separar la aplicación de justicia, con el concepto de sociedad vengativa. Creo que la sociedad chilena ha sido extremadamente justa con los violadores de los derechos humanos, y en ningún caso, ni la sociedad ni la justicia que se está aplicando es vengativa, solo trata de equilibrar maldad culposa y los delitos que se cometieron, con el castigo que impone el juicio racional de nuestra judicatura.

Solo me resta decir que ojala sus creencias religiosas le hayan permitido pasar a descansar en paz.

[Fuente: Por Jaime Donoso , Oficial FACH (R), en PiensaChile.com el 21ene05]

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