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22dic12


El pibe asesinado por la policía en Bariloche no participaba en los saqueos


Se presenta como Jorge Roberto, 36 años. Lleva puesta una campera roja de una empresa para la cual no trabaja. Su oficio de toda la vida ha sido el de jardinero. Es el padre de Luciano, el pibe de 15 años que el jueves fue golpeado brutalmente y baleado en Bariloche. Luciano es uno de los cinco hijos que tiene Jorge y no integraba ninguna de las bandas que en la tarde del jueves intentaba entrar en La Anónima.

El padre dice que todo es producto de una confusión y de la furia incontrolable de la policía. Luciano estaba junto a su padre en el interior de la camioneta F-100 que este utiliza para trabajar. En la caja del vehículo se podían ver las podadoras y otras herramientas. Cerca de las 18:30 se encontraban transitando por la calle Albarracín justo en el cruce con Frey. Se quedaron mirando las corridas cuando de pronto Luciano detectó lo que parecía una bolsa de carne. Ni él ni su padre llegarían a comprobar su interior. El pibe se bajó apurado de la camioneta y cuando intentó manotear la bolsa un grupo de policías lo atacó ferozmente. "Yo le decía no, no te bajes", recuerda con tristeza hoy el padre.

El hombre asegura que primero le dieron patadas haciéndole volar tres dientes frontales, luego lo mantuvieron contra el piso mientras una mujer policía le daba sin cesar golpes con una cachiporra. Y afirma que en el momento en que Luciano se levantó por fin un policía se le puso enfrente y a quemarropa -menos de un metro- le disparó con una escopeta un puñado de perdigones. El adolescente cayó malherido al suelo con un proyectil alojado en el pulmón y otro en su corazón. Mientras se desangraba su padre trataba de explicarles que ambos eran trabajadores, que no tenían vinculación con los saqueos y que, por favor, le ayudaran a trasladarlo a un hospital. Jorge relató que los policías se reían en su cara, al tiempo que uno de ellos le gritó mirándolo a los ojos: "¡Esto es por Colombil! ¡No se olviden del cabo!". El padre de pronto entendió de qué se trataba esta irracional paliza. Era un triste homenaje al cabo Sergio Colombil, condenado por la muerte de Diego Bonnefoi, otro adolescente, en junio del 2010.

En su casa lo esperan a Luciano sus cuatro hermanos. "Quise hacer una denuncia en la comisaría pero me dijeron que no recibían denuncias y que si seguía hinchando iban a matarme", dice. Jorge y su mujer Leticia, testigo de todos estos hechos que no pudieron se denunciados, viven en el barrio Alto y, aunque tienen miedo de las amenazas que comenzaron a recibir en las últimas horas, tienen mayor dolor por lo que le sucedió a su hijo. El chico pasó ayer de terapia intensiva a intermedia, pero los doctores no pueden asegurar que todo terminará bien. "Me dicen que la recuperación es milagrosa", dice Jorge, que ya no se olvidará de Colombil ni de sus compañeros de armas.

[Fuente: Río Negro, General Roca, 22dic12]

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