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12oct14


Poder, territorios y muertes: cómo operan las bandas extranjeras


En Ciudad Oculta, la Villa 15, hay una frase que repiten las abuelas, los policías, los ex presidiarios, los pibes que paran en las esquinas, los comerciantes, los que llegan para comprar droga. El que conoce bien al barrio la ha escuchado alguna vez: "Si te cruzás con un narco paraguayo borracho, es mejor cambiar de pasillo".

No se refieren a los miles de vecinos paraguayos que trabajan y viven honradamente. La frase apunta a los que llegaron a fines de los 90 para transformar el barrio al inundarlo de pasta base por primera vez. En esa época era común que las llamadas "Madres del Paco" y los vecinos se juntaran para escracharlos y quitarles documentos, bicicletas y todo lo que sus clientes habían dejado en forma de pago. El barrio se unía para pedirles que se fueran. María Rosa González, "famosa" por su lucha contra los narcos, fue amenazada por la Policía Federal luego de denunciar connivencia. Hace dos años, su hijo -que había sido adicto a la pasta base-, pasó meses en prisión. Salió libre: en el juicio se comprobó que fue una causa armada.

"Los narcos paraguayos se iban, pero volvían y peores. Antes no te decían nada cuando ibas a echarlos. Ahora no les podés decir nada porque te matan. Y después se van a otra villa; ni siquiera se esconden en Paraguay como al principio. Porque ven que sus paisanos matan y nadie los investiga, no les pasa nada", dice Laura, una vecina.

Cynthia es la mujer de Daniel "Tito" Coronel, muerto a golpes por dos paraguayos. Esta última semana se presentó en el Juzgado N°2 para exigir custodia policial: se volvió a cruzar con los asesinos de su marido y la amenazaron. "Tito" trabajaba en la Cooperativa Sur por la mañana y, por la tarde, hacía changas como albañil. En el verano pasado, además de a Tito, también habían asesinado a un joven de 21 años. Y hace treinta días a un remisero.

El domingo 3 de febrero de 2013, "Tito" miraba desde afuera los campeonatos por plata que se juegan en el barrio cuando les preguntó a unos paraguayos de qué se reían. Estaban ebrios y lo miraban. A la noche, en un pasillo de camino a su casa, dos de ellos -identificados como "El Rubio" y "Cabayú"- lo atacaron. Estaban armados y le dieron culatazos hasta matarlo. Cynthia preguntó quiénes eran. Según le contaron sus vecinos, cuando se emborrachaban no dejaban pasar a nadie; uno de ellos tenía 17 hermanos que se dedicaban al narcotráfico. Además de vender en el barrio eran mayoristas de marihuana: la traían de Paraguay y la distribuían por toda la ciudad y el conurbano.

La situación de Ciudad Oculta es similar a la de las villas Zavaleta, 21 de Barracas y 20 de Lugano. En todas, los paraguayos dominan el territorio. Por citar algunos ejemplos, en mayo de 2013, cinco paraguayas fueron detenidas en el asentamiento de Barracas. Les incautaron dosis de paco por 3 millones de pesos. Seis meses antes sus maridos habían caído presos. Ellas siguieron el "negocio".

Las últimas estadísticas -de 2012- dicen que había 1.014 paraguayos presos en Argentina. En total eran 3.534 extranjeros detenidos, el 5,7% de la población carcelaria. Entre ellos estaba un ucraniano condenado a reclusión perpetua por un homicidio, el físico inglés Paul Howard Frampton, que cayó en Ezeiza con cocaína supuestamente engañado por una mujer. Nigerianos, hay 21. Se los acusa, a casi todos, de ser parte de una organización que paraba en el barrio de Once y enviaba droga a Londres. Distintas son las organizaciones de peruanos, paraguayos, chilenos, dominicanos y colombianos que actúan en la Ciudad y que generaron las declaraciones del Secretario de Seguridad, Sergio Berni, que pidió a los legisladores que modifiquen las leyes para que los extranjeros que delinquen sean expulsados. En realidad, la ley de Política Migratoria -la 25871- contempla esa posibilidad y, en los últimos diez años, hubo 3.993 deportaciones por esta causa.

Ciudad Oculta no es el único territorio tomado por grupos foráneos en la Ciudad. En realidad, el negocio de la droga está en manos de bandas extranjeras con conexiones argentinas que les brindan impunidad. Apuntar a los inmigrantes sin entender que el fenómeno es un delito organizado solo sirve para estigmatizar a los miles de extranjeros que viven en Argentina.

"El delito de estas bandas va cambiando; al narcotráfico se le sumó ahora la usurpación de viviendas", confían desde el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal Nº 12 del juez Sergio Torres. Las denuncias en la 1-11-14 de Bajo Flores son de personas bolivianas. Aseguran que otras, paraguayas, llegan a sus casas con armas y los echan. En el asentamiento -a metros del estadio de San Lorenzo- también opera una organización de narcos peruanos que vende todo tipo de drogas los 365 días, por eso los adictos lo llaman el "shopping". Ahí, a pesar de la Gendarmería, cuando un cliente entra al barrio es "palpado" por los "soldaditos" peruanos: como los han filmado vendiendo droga buscan cámaras ocultas. Si todo está bien se les da permiso para seguir. "¿Alto o bajo?", se les preguntará después. Alto es cocaína; bajo, pasta base. Hay también barricadas para que el ingreso de patrulleros sea más lento. Lo más probable es que el cliente recién se cruce con algún uniformado a la salida. Según pudo constatar Clarín con varios de ellos, sólo los dejan ir si entregan el dinero que llevan encima. "Llevamos más de 70 condenas a peruanos de la 1-11-14. Es una hegemonía territorial: todo sigue igual; está tan bien armada la estructura, tan aceitada, que pasa inadvertida. Son más o menos unos 150 peruanos que se alternan: cuando son detenidos, asesinados o deben irse, llegan más", confiesa un secretario del Tribunal. "Hemos encarcelado a su líder, Marcos Estrada González, pero da lo mismo que esté preso o en México o en China. Dirige todo por teléfono". Según los cálculos del Juzgado, por la información que encontró escrita en los allanamientos, la organización tenía de ganancias un millón de pesos al mes en 2009. En los gastos estaban "la pensión" para la familia de cada preso, además de los honorarios de los abogados de los detenidos.

"Cualquier causa de drogas te lleva a la 1-11-14. La cocaína que encontrás en Once, Abasto, Constitución y todos los alrededores, sale de la villa", dicen en Tribunales. Constitución y San Telmo siempre fueron territorios peruanos. Ellos dominaban el negocio de la droga. Pero, en los últimos años, hubo cambios: los que venden al menudeo son dominicanos, viven en casas tomadas y hoteles de paga diaria. La droga la compran en cantidad a los peruanos. Por ejemplo, el Juzgado Número 5 encarceló a nueve dominicanos: dos mujeres y siete hombres que hacían delivery en bicicletas, motos y taxis.

"Hay chicos de 8 a 12 años que son utilizados por narcos para entregar drogas. Tenemos uno que ya entró cuatro veces a un instituto de menores", le dijo Margarita Meira, 63 años, vecina y responsable de un comedor, a Clarín.

El mejor ejemplo de lo que ocurre en la zona se dio en allanamientos realizados en la calle Santiago del Estero 1422. Siete dominicanas y una peruana fueron detenidas en el mismo conventillo en el que hacía seis meses habían atrapado a otra banda, también de dominicanos. "Sabíamos que después de haber apresado a la banda que vendía aquí mismo, el consumidor sigue necesitando droga y allí vienen las disputas por ese territorio", dijo Berni ese mediodía del 7 de noviembre de 2012. El 30 de diciembre de ese año apareció asesinado Juan Carlos Difilippo: era el dueño del conventillo, testigo secreto y a punto de ingresar en un programa de protección del Ministerio Público Fiscal.

Los antecedentes para comprobar que la zona está tomada por distintas bandas de dominicanos son muchos. En septiembre de 2012, la Policía Metropolitana encarceló a una banda de dominicanos que buscaba "mulas" para viajar a España con cocaína. La banda operaba así: buscaba indigentes en los comedores de la zona y los probaba: los hacían tragar pedazos de zanahoria del tamaño de las cápsulas de cocaína y los llevaban hasta el aeropuerto para ver qué tan nerviosos. Era un simulacro: el viaje sería a los pocos días.

En los juzgados de Quilmes estaban acostumbrados a los casos de asesinatos entre paraguayos por peleas entre ellos, pero en junio se sorprendieron al enterarse de la detención de tres ladrones que robaban ruedas. Tenían siete en un auto que habían alquilado en una agencia. Eran de Bogotá, veinteañeros, y paraban en un hotel de la calle Cochabamba, Constitución. Porque los territorios de colombianos en Buenos Aires están en la Ciudad, donde se esconden, pero en el último tiempo eligen el conurbano para sus robos, hartos de los peajes que les cobraban los policías federales, según denuncian.

El 8 de septiembre pasado ocurrió en una calle sin salida de Bernal un caso que confirma la teoría: dos mujeres policías quisieron identificar a dos hombres. Uno salió corriendo y se fugó. El otro, hablaba por celular. No tenía armas ni drogas, pero sí las llaves de un auto, también alquilado, en el que había otro colombiano herido de bala y que, horas después, moriría en un hospital. Fue identificado como Cristian Camilo Mejía Farfán, de 26 años y no había registro de su ingreso en el país. El detenido por encubrimiento, John Alexander Choque Potez (25), paraba en un hotel de Independencia 1624, Constitución. Hacía unos pocos días que había cumplido los tres meses de permiso. Había entrado en micro desde Bolivia. Según fuentes de la investigación, ambos eran de una banda que robaba casas en el conurbano.

La zona donde se encuentran los hoteles de delincuentes colombianos se llama "olla". "El hotel, los sábados, era como la feria del pueblo: todo el mundo venía a vendernos cosas", le dice a Clarín uno de los 140 colombianos presos. Se refiere a uno de los que hay cerca del Departamento Central de la Policía Federal. Hasta allí llegaban narcos peruanos y argentinos para vender drogas, joyeros a comprar oro robado, mecheras que ofrecían ropa al 30%. Y también -denuncia- los de la "Brigada" para buscar "la corta", el "peaje", para no preguntarles sobre el ingreso al país.

[Fuente: Por Nuhuel Gallota, Clarín, Bs As, 12oct14]

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