Información
Equipo Nizkor
        Tienda | Donaciones online
Derechos | Equipo Nizkor       

02ago15


La desnutrición no es un problema cultural, sino un déficit del Estado


La muerte de tres menores de la comunidad wichi de Misión Rivadavia pone en evidencia, una vez más y al costo de vidas humanas, la magnitud de la crisis social y el deterioro de la acción preventiva del Estado en nuestra provincia. Debemos mirar con realismo y sin engaños la situación sanitaria de los salteños. Hoy la provincia carece de un buen diagnóstico, que debe partir, necesariamente, de una adecuada visión de la realidad.

Las muertes por desnutrición desnudan falencias en una estrategia en la que están involucrados, o debieran estarlo, los ministerios de Salud (al que le corresponde la responsabilidad directa), Derechos Humanos, Primera Infancia y Educación.

Es necesario asumir que la pobreza estructural, que es histórica, ha crecido en los departamentos rurales debido a la paralización del desarrollo agropecuario. Sin educación eficiente y de calidad y sin trabajo genuino no hay inclusión social posible. La desnutrición, de hecho, castiga a las comunidades aborígenes, que forman parte del sector más vulnerable de Salta.

Ahora, y tal como ocurriera en cada una de las crisis nutricionales de los últimos años, sale a la luz la insuficiencia de los relevamientos sobre los niveles sanitarios y nutricionales de la población infantil en riesgo.

Hay aún imprecisiones sobre las causas de las muertes de los tres niños wichis; como es habitual, los diagnósticos eluden el concepto de "desnutrición", como si fuera un tabú, pero tampoco consignan la presencia de una enfermedad contagiosa que pudiera explicar las muertes múltiples.

Parece que se prefiere hablar de deshidratación o diarreas, sin admitir que tales fenómenos son consecuencia del déficit alimentario. Las características culturales de la comunidad wichi, por cierto, son distintas a las que acostumbra la población urbana, y es probable que algunas mujeres carezcan de información adecuada para suministrar alimentos ajenos a sus tradiciones, pero los profesionales que han desarrollado trabajos educativos y asistenciales a lo largo de décadas con las comunidades originarias saben que no se trata de rasgos endémicos ni de actitudes inmodificables, sino todo lo contrario.

Una comunidad con la destreza artesanal de los wichis evidencia una aptitud suficiente como para observar una dieta y una disciplina modernizadas, siempre y cuando el Estado se ocupe de hacerles llegar el conocimiento médico. De hecho, los grandes avances en materia nutricional y el retroceso de la mortalidad se lograron cuando el Ministerio de Salud Pública ejerció un control preventivo a través de los agentes sanitarios que se ocupan de vacunar, pesar, medir, aconsejar y controlar la dieta de los niños y las embarazadas, con fichas que ese personal maneja disciplinadamente.

Esa práctica se ha abandonado.

La desnutrición es un problema de salud pública, que se resuelve con organización institucional, profesionalidad y políticas a largo plazo. Esas políticas, sostenidas en el tiempo, son las que permiten incorporar progresivamente los avances tecnológicos, que nunca llegarán por arte de magia, sino a través del trabajo perseverante.

Nuestras autoridades deberían considerar la experiencia de Bolivia, que logró reducir la desnutrición infantil de 38% a 19%. Este país, que es el quinto con mayores niveles de desnutrición del continente, aplicó una estrategia proactiva, con médicos cubanos que van casa por casa en los barrios y parajes más vulnerables para controlar, evaluar y educar.

Esta semana, la denuncia de los dirigentes de Misión Rivadavia volvió a conmover a la opinión pública.

El Congreso y la Legislatura provincial se ocuparán del tema; esto es positivo, pero es imprescindible superar el hábito de correr tras los acontecimientos. En 2011, frente a la crisis nutricional que costó 12 vidas, se creó una unidad de coordinación; tiempo después, al repetirse el fenómeno, una secretaría de Nutrición y Alimentación Saludable; el año pasado, el Ministerio de la Primera Infancia. No obstante, el problema se repite.

El déficit alimentario en la infancia, aún cuando el paciente se sobreponga, tendrá secuelas a lo largo de toda su vida, especialmente retraso en el crecimiento, sobrepeso y obesidad, y predisposición a la diabetes. Es imprescindible entonces amalgamar los esfuerzos y convertir a la salud en política de Estado. La nutrición de toda la población debe ser prioritaria.

[Fuente: El Tribuno, Editorial, Salta, 02ago15]

Tienda Donaciones Radio Nizkor

DDHH en Argentina
small logoThis document has been published on 03Aug15 by the Equipo Nizkor and Derechos Human Rights. In accordance with Title 17 U.S.C. Section 107, this material is distributed without profit to those who have expressed a prior interest in receiving the included information for research and educational purposes.