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11may17


Gasoducto del NEA podría quedar paralizado por falta de gas desde Bolivia


El Gobierno nacional informó que culminará las obras en marcha del Gasoducto del NEA, pero que no está garantizado el suministro de gas desde Bolivia por lo cual la obra no podría ser utilizado con el fin para el cual se proyectó de extender el servicio al NEA. Se usaría, por unos años, para almacenar gas como reserva para periodos de alta demanda

El Gasoducto del Nordeste Argentino se anunció en 2003, pero recién se terminará este año; aunque se invirtieron más de US$ 1800 millones, casi no se utilizará porque no se previó que faltaría el gas para transportar.

Desde el Gobierno nacional indicaron que el proyecto será terminado a fines de este año por la gestión de Mauricio Macri. Pero desde la mirada económica, aunque el proyecto demandó una inversión del Estado superior a los US$ 1800 millones (US$ 500 millones se pondrán en 2017), será inútil por varios años.

El problema está en un error de cálculo al principio de la iniciativa. La obra estuvo pensada para enviar gas de Bolivia a la Argentina y llevarlo a algunas de las provincias que aún hoy no tienen suministro. Pero, 14 años después, falta el elemento esencial de todo el emprendimiento: el gas.

Si bien se comprometió por contrato con la Argentina, Bolivia hoy no tiene más gas para exportar, como se lo aclaró el ministro de Energía de ese país, Luis Sánchez, a su par local, Juan José Aranguren, a principios de febrero pasado.

Hugo Balboa es presidente de Enarsa, la empresa estatal a cargo de la finalización del GNEA. Días atrás lo reconoció en diálogo con la prensa: "La obra va a estar terminada, pero ahora no la podemos usar para lo que fue concebida. Para darle algún sentido económico la vamos a utilizar para almacenar gas en el verano", sostuvo.

El nuevo destino del GNEA parece lógico en las circunstancias actuales. Los 1448 kilómetros de caño que parten desde Salta y pasan por Formosa, Chaco y Santa Fe (a ellos se suman una cantidad similar en extensiones y derivaciones) permiten almacenar unos 90 millones de metros cúbicos de gas (una cifra cercana al 35% del consumo diario del país durante el invierno) que pueden utilizarse en los días más fríos del año para paliar el déficit de ese recurso.

Pero es un objetivo muy chico para una de las mayores obras de infraestructura de la Argentina.

LA NACION le preguntó a Balboa por qué el Gobierno seguirá adelante con la iniciativa pese a su inconveniencia económica. El presidente de Enarsa respondió que, a su llegada, una parte del proyecto estaba hecha, había caños comprados y contratos en curso. Romperlos hubiese significado un costo adicional para el Estado, al igual que demorar más la obra.

A falta del gas de Bolivia, la administración de Mauricio Macri cree que le puede dar utilidad al GNEA con la futura producción de gas local, aunque no antes de dos o tres años. Pese a que hoy escasea, Aranguren y su equipo estiman que la oferta local mejorará por el plan de incentivos a la producción en Vaca Muerta. Ésa puede convertirse en una nueva ironía en torno del GNEA, que surgió años atrás en las oficinas de Techint, que preveía exportar al país su producción del otro lado del Pilcomayo. Hoy, su petrolera Tecpetrol es la punta de lanza de una nueva oleada inversora en el sector local de hidrocarburos. A fines de marzo, su presidente, Paolo Rocca, le anunció a Macri una inversión de US$ 2300 millones en Neuquén para producir casi el 10% del gas que se extrae en el país. Se trata de otra coincidencia.

En el mismo escenario -Casa Rosada-, el propio Rocca había anunciado el 24 de septiembre de 2003 junto a Kirchner y sus principales ministros, Julio De Vido y Roberto Lavagna, el proyecto para construir el GNEA. El final de la obra también estará signado por una dificultad frecuente que enfrentó el kirchnerismo. Días atrás, la nueva gestión de Enarsa rescindió un contrato con Vertúa, una de las firmas que ya estaban en el proyecto y debía hacer el primer tramo del gasoducto, en Salta.

Según Enarsa, la empresa sólo construyó el 53,92% del denominado EPC 1 (100 kilómetros), un tramo de 203 kilómetros, cuando otras constructoras tienen avances muy superiores. Ahora, la empresa estatal de energía relicitará el tramo, que según sus cálculos estará terminado a fin de año, cuando concluiría la mayor obra que puso en marcha el kirchnerismo (las centrales patagónicas tuvieron un avance muy marginal en el gobierno anterior).

Según el primer cronograma, la obra debía estar lista en 2006. El último calendario del kirchnerismo, en cambio, había extendido su culminación exactamente hasta 10 años después, en 2016.

[Fuente: Momarandu, Corrientes, 11may17]

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