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21jun16
Cómo se precipitó la caída del hombre de las cuatro identidades
Apenas vio a los policías con armas largas en la puerta de su casa, la hija de cuatro años de Ibar Esteban Pérez Corradi se tapó la cara con las manos y se tiró al piso. El narcotraficante y su mujer levantaron las manos en señal de tregua. La chica se refugió durante un largo rato en el piso, aun cuando la tensión ya había pasado, relataron a LA NACION fuentes oficiales que siguieron de cerca los detalles de la detención del prófugo más buscado. Así, sin saberlo, la pequeña hija ya se había convertido en un elemento clave para los agentes de inteligencia que ubicaron a su padre en Foz de Iguazú.
Tres meses atrás, ella sonreía en una simpática foto de jardín de infantes que la mayoría de las familias suelen guardar como un recuerdo invalorable. Estampado sobre su buzo verde, la hija de Pérez Corradi llevaba sobre su pecho el escudo de una casa de estudios privada de esa ciudad brasileña. Esa foto, que circuló por Facebook, fue el primer indicio contundente que detectó la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) para perseguir al narcotraficante.
Desde ese momento, los servicios de inteligencia se fueron acercando. Identificaron a su entorno: compañeros, familiares, socios y amigos. Enseguida percibieron una flota de autos de lujo, mayormente con patentes brasileñas. Otro indicio importante para los investigadores fue que la familia se ocultaba durante el día, pero Pérez Corradi tenía una intensa actividad social por la noche, según pudo saber LA NACION de fuentes oficiales.
El narcotraficante contaba con protección: le pagaba 100.000 dólares por mes a un grupo de la policía paraguaya para moverse en la clandestinidad. Aunque Pérez Corradi tomó algunos recaudos. Según pudo saber LA NACION, el narcotraficante tomó la decisión de someterse a una dolorosa cirugía para "borrarse" las huellas digitales apenas se frustró su detención en febrero. Pagó 50.000 dólares por esa operación.
Pérez Corradi tenía cuatro identidades falsas para moverse por la Triple Frontera, informaron fuentes judiciales paraguayas. Ibar Esteban Pérez Corradi -el verdadero- podía hacerse llamar como el ciudadano argentino José Luis Fernández -un joven fallecido- o como el paraguayo Walter Miguel Ortegas Molinas, todos con sus respectivos DNI. También, simplemente, podía utilizar otros documentos a nombre de Ibar Pérez Corradi (sin segundo nombre) o, incluso, Ibar Pérez, a secas. Trucos que contaron siempre con alguna ayuda cómplice.
Durante las últimas semanas, sus salidas diurnas se limitaban al tratamiento médico de su bebe de tres meses -con fibrosis quística- que los Pérez Corradi realizaban en una clínica de Foz de Iguazú. En esas circunstancias, agentes de la AFI entregaron el martes la documentación a las autoridades brasileñas.
"Le dimos dos posibles departamentos en los que estaba Pérez Corradi, con 100 metros de distancia", detallaron desde la agencia de inteligencia. Cerca del imputado avalaron la investigación, pero advirtieron: "Fue una captura acordada", en referencia a las ya constantes negociaciones que mantienen desde el oficialismo con el narcotraficante. A pesar de la afirmación, sus abogados no explicaron por qué, entonces, el narcotraficante se había "borrado" las huellas digitales.
Frente a los policías, Pérez Corradi pidió un minuto para cambiarse de ropa. Luego, se entregó.
La noticia movilizó a decenas de funcionarios en Buenos Aires y Asunción, adonde fue trasladado inmediatamente. ¿Por qué lo trasladaron a Paraguay y no a la Argentina? "Le preguntaron por dónde había ingresado a Brasil y él respondió que por Ciudad del Este. Entonces lo expulsaron para allá", dijo ayer a LA NACION una fuente al tanto del operativo.
La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, envió anteayer a esta ciudad a funcionarios de su máxima confianza para seguir de cerca la detención. La funcionaria despachó un avión de Gendarmería rumbo a esta capital a la espera de que Paraguay aplicara un proceso de expulsión, mucho más rápido que la extradición. Soñaba con traerlo de regreso ese mismo día, a la noche. Su sueño, por ahora, se demorará unos días.
[Fuente: Por Iván Ruíz, La Nación, Bs As, 21jun16]
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